Accidente en Zárate

Naufragio: hallan 6 muertos y buscan a un desaparecido

El naufragio del arenero Río Turbio, ocurrido el sábado por una colisión con una barcaza paraguaya empujada por un remolcador, se cobró hasta el momento seis vidas, aunque aún hay un tripulante desaparecido, informó Prefectura.

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El arenero Río Turbio se hundió rápidamente luego del choque al moverse la carga. Foto: Agencia DyN

Télam, enviado especial

Buzos de la Prefectura Naval Argentina (PNA) recorrían nuevamente esta mañana el buque Río Turbio, hundido el sábado tras ser chocado por una barcaza paraguaya, para ubicar el cuerpo del tripulante que aún permanece desaparecido.

Sergio Gaetán, Prefecto Mayor, jefe de la PNA-Zárate, dijo a Télam que “16 buzos salvamentistas recorren una vez más todo el buque, que permanece sumergido, tratando de ubicar el cuerpo de Luciano Luna, el único tripulante del Río Turbio que permanece desaparecido”.

“La búsqueda también se extiende en superficie: once embarcaciones y un helicóptero buscan a Luna desde el lugar de la colisión aguas abajo hacia el Río de La Plata y aguas arriba hacia el puerto de Escobar”, agregó. Gaetán explicó además que “también se sumó a la búsqueda un perro rescatista”.

En tanto, esta mañana, el río Paraná de las Palmas, a la altura del kilómetro 102, lugar de la colisión, permanecía con la navegación suspendida a todo tipo de embarcaciones.

Los fallecidos

Los fallecidos son Gustavo Caracciolo (37 años, capitán), Ramón Ciriaco Rodríguez (58, primer oficial), Felipe Haroldo Aguirre (57, jefe de máquinas), Marcelo Osvaldo Córdoba (36, marinero y cocinero), José Mario de la Fuente Sequeira (46, contramaestre) y Cristian Ariel Marmet (25, marinero).

La nómina fue suministrada por Sergio Gaetán, jefe de la PNA zona Delta, y por Marcelo Casas, portavoz de la Prefectura, quienes confirmaron que sigue desaparecido el marinero Luciano Gastón Luna, de 24 años.

El accidente ocurrió a las 3.58 del sábado en el kilómetro 102 del Río Paraná de las Palmas, a la altura de Zárate; no se cobró víctimas entre los 12 tripulantes de las embarcaciones paraguayas y tuvo un sobreviviente entre los ocho del arenero.

En efecto, el segundo oficial Héctor Bogado, de 28 años, uno de los pocos que estaba despierto a bordo, se tiró al agua cuando el barco, tras el impacto, escoró hacia la derecha y naufragó. Fue rescatado luego en la orilla por la Prefectura.

Todo el fin de semana, la fuerza, con más de diez embarcaciones y un helicóptero, patrulló aguas abajo, especialmente hasta el kilómetro 80, en busca de algún otro sobreviviente o de algún cuerpo flotando.

Pero la actividad principal la desarrollaron decenas de buzos salvamentistas en el interior del barco hundido, donde se viene trabajando sin interrupciones desde poco después del accidente, con buenas condiciones meteorológicas.

La nave, de 15 metros de manga (ancho), quedó recostada sobre el lecho del río en un lugar donde la profundidad es de doce metros, por lo que exhibe su lateral izquierdo sobre la superficie.

Trabajo a ciegas

Los buzos tácticos trabajan a ciegas, debido al limo en suspensión que oscurece el agua; a seis u ocho metros de profundidad, van acompañados, están en comunicación permanente con la superficie y van atando una soga a medida que recorren el buque, para marcar el regreso y la zona explorada.

El primer cadáver encontrado, ayer a las 11, fue el del capitán Caracciolo, hallado en el pasillo de la cubierta de oficiales de estribor, es decir, de la banda derecha, abajo de la timonera, detalló Gaetán.

Por la tarde, los buzos encontraron los cuerpos de Aguirre, Rodríguez y Córdoba, en el comedor de la nave, contiguo a los camarotes de la tripulación, y pasadas las 20.30 aparecieron, en el mismo recinto, los de De la Fuente y Marmet.

Los familiares aguardaban en la sede de la PNA de Campana, con apoyo psicológico de la fuerza y colaboración de la Cruz Roja. Es allí donde se procede al reconocimiento de los cuerpos que luego son remitidos a la morgue en Buenos Aires.

El accidente se produjo en una noche clara, sin niebla, en un recodo donde el río tiene unos 80 metros de ancho, marcado en los mapas como de libre sobrepaso permitido, y con ambos capitanes advertidos por la Prefectura de que iban a cruzarse, e incluso habiendo establecido comunicación entre sí.

El “Río Turbio”, de 82,72 metros de eslora y 15,2 de manga, había partido de San Pedro con 2.200 toneladas de arena y destino la ciudad de Buenos Aires. Tiene 31 años de antigüedad y es el mayor barco de la flota de cinco de la empresa arenera Puerto Nuevo.

El “Ava Payaguá”, botado en 2010 y de 31 metros de eslora, iba de Buenos Aires a Asunción empujando una barcaza de 85 metros de largo por 24 de ancho, cargada de contenedores.

Ambos iban a cinco kilómetros por hora. La punta izquierda de la barcaza tocó el costado izquierdo de la proa del arenero y le produjo un corte de siete metros en el casco.

Sin embargo, no fue la avería la que causó el naufragio sino el golpe, porque hizo inclinar al arenero hacia la derecha y su carga se fue corriendo hasta que lo volcó de costado, tres minutos después del impacto.


La fortuna de Bogado

“El barco se hundió en menos de cinco minutos. Gracias a su experiencia, logró moverse de tal manera adentro del buque que el agua no lo chupó. Así, en la sala de máquinas se fue agarrando de donde pudo y logró salir a la superficie. Milagrosamente, encontró un salvavidas sobre el que flotó una hora y media, en plena madrugada y con frío, hasta que lo rescataron”, relató Vanesa la osadía que vivió su padre, Héctor Bogado, el sábado por la madrugada.

Bogado tiene 62 años y se encuentra internado en el Sanatorio Modelo Quilmes, donde se recupera del shock y los golpes que recibió tras el naufragio del arenero Río Turbio, luego de ser chocado por un barco de bandera paraguaya.

Para Bogado, el maquinista del Río Turbio, no fue el primer accidente del que padeció en sus 40 años de trayectoria como marinero. Había sido el único sobreviviente de otra tragedia en la que murieron sus compañeros en un barco que se incendió, hace casi treinta años, según contó su familia al diario Clarín.

“Me contó que al salvavidas lo alcanzó con desesperación, acercándolo con los pies. Cuando llegó a él, esperó ver a alguno de sus compañeros pero no sucedió; tampoco oyó gritos ni pedidos de auxilio. Nos dijo que a la mayoría el choque los sorprendió mientras dormían”, precisó Vanesa, la hija menor de Bogado.

Según le relató su padre, “de pronto vio cómo el barco se dio vuelta y decidió tirarse al agua”. Lo rescató gente del buque paraguayo y después llegó la Prefectura. Cuando fue trasladado al hospital de Campana presentaba un cuadro de hipotermia leve y politraumatismos.

“Se hundió muy rápido”

El capitán de barco, Guillermo Tarapow, afirmó hoy que “sorprendió lo rápido que se hundió” el arenero Río Turbio al ser chocado por una barcaza de bandera paraguaya en el río Paraná, que causó hasta el momento seis muertos, y aseguró que “se pueden producir este tipo de accidentes si no se tienen en cuenta las reglas que hay para navegar”.

Tarapow explicó que el “Río Paraná de las Palmas en particular se caracteriza por tener siete grandes vueltas y dos sitios donde está prohibido el sobrepaso, teniendo derecho de paso el buque que va navegando aguas abajo”, y remarcó que “tres de cada cuatro buques que navegan por allí son de bandera paraguaya y son muy buenos profesionales”.

“Lo que llamó la atención es que el arenero nuestro se ha hundido en mucho menos tiempo de lo que se dice”, sostuvo el capitán del buque en diálogo con Radio La Red. Explicó que con los equipos que lleva cada embarcación “permanentemente se puede observar la posición del buque, la hora y la velocidad que tenía”, por lo que aseguró que “analizando estos registros -que tiene la Prefectura Naval- se va a poder observar algo además de las comunicaciones radiotelefónicas que se han registrado en los canales habituales para este tipo de navegación”. “Se va a poder analizar en qué momento o con qué rumbo venía cada buque segundo por segundo”, afirmó.