Ninguna medida alcanza para brindar seguridad

Pese a las cámaras y los policías

no cesan los robos en el Alassia

Pese a las cámaras y los policías no cesan los robos en el Alassia

Incontrolable. El predio del hospital y la Casa de las Madres están separados por calle Salta: esos 22 metros no están incluidos por las medidas de prevención y es donde se repiten los hechos de inseguridad. Foto: Mauricio Garín

La Casa de las Madres del Hospital de Niños extremó la prevención: custodia, portero eléctrico, reflectores, alambres punzantes y cámaras de seguridad. Sin embargo, el personal y las mujeres que se hospedan son atacados a cualquier hora.

 

Salomé Crespo

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El ambiente acogedor y familiar que se vive adentro de la Casa de las Madres del hospital de Niños Orlando Alassia, ubicada en calle Salta al 4200 no es el mismo que se percibe desde afuera. Todo lo contrario. Al llegar al lugar hay un patrullero custodiando la cuadra; a metros de avenida Mosconi una joven oficial de la policía está parada en la puerta de la casa -que se abre desde el interior con un botón cada vez que alguien quiere ingresar o salir-; el edificio tiene alarma y está rodeado con un tejido que termina con giros de alambre con ángulos filosos. Y como si esto fuera poco, cuatro cámaras de seguridad monitorean el patio y los alrededores las 24 horas y varios reflectores apuntan al modesto edificio en el exterior. En realidad, debería llamarse la “Fortaleza de las Madres”. Tal es así que el portón por el que se accede desde el predio del hospital al albergue, separados por calle Salta, también cuenta con un portero eléctrico que se activa desde la Casa de las Madres.

A pesar de todas las medidas mencionadas y de las precauciones que toman quienes trabajan o se hospedan en el refugio, el delito no da tregua en la zona, supera el ingenio y la capacidad de asombro. Hace una semana, una señora fue atacada a las 20 en el medio de calle Salta cuando iba del hospital a la Casa de las Madres. Son apenas 22 metros sin resguardo, que no cuentan con custodia, ni alarma, ni alambres punzantes ¡porque es la calle!

Agustina Morzan, todavía se está descubriendo moretones en el cuerpo producto de la paliza que le dieron los tres jóvenes (que no superaban los 14 años) que intentaron quedarse, sin éxito con su cartera. La mujer oriunda de Avellaneda agradece que la oficial de policía la vio en el monitor de las cámaras y salió a socorrerla.

En el intento de asalto perdió el conocimiento por las patadas que recibió pero en ningún momento soltó sus pertenencias. “Me dieron un garrotazo tremendo, por eso no me acuerdo bien como fueron las cosas, pero ya pasó”, se contentó la mujer que ahora sólo tiene tiempo y fuerza para celebrar la recuperación de su nieta de 11 meses internada en el Alassia.

Dos horas después, los tres delincuentes probaron lo mismo con una empleada de la Casa de las Madres. La mujer, que vive a dos cuadras y concurre diariamente a trabajar acompañada por su esposo, advirtió que los jóvenes se le acercaban sigilosamente entonces comenzó a gritar y así advirtió al personal policial que salió otra vez de la casa a rescatarla.

En el ingreso al hospital, por calle Mendoza y Lamadrid la situación no es diferente. Los comerciantes de la zona pagan un adicional a la policía para que custodie los negocios de la cuadra pero los arrebatos ocurren en la calle, particularmente a partir de las 17.

“Los arrebatos son cosa de todos los días. Les sacan las carteras a las mujeres, los celulares a todo el mundo y las mochilas a los chicos”, describió Carlos Olearse, propietario de una negocios de artículos sanitarios.

A pocos metros, está el bazar El Gurí. Según Georgina, una vendedora del local, “cada vez que un viejito no aparece por un tiempo, vuelve con un brazo quebrado porque lo atracaron para robarle en la calle”.

Sin explicaciones

“La casa parece una cárcel, sólo queda librado el paso por calle Salta y ahí ocurren las cosas”, lamentó Fabiana Roa, integrante del Consejo de Administración del hospital. Respecto de las medidas de seguridad en la Casa de las Madres, Roa señaló que “ya no hay nada más que hacer”. La situación que atraviesan hoy en día en la zona de la residencia y del hospital, “no era así hace cuatro años”.

“Hoy venimos a trabajar aterrados, nosotros prestamos un servicio pero ya no hay respeto ni por eso”, resaltó Roa.

Puesta a pensar en alternativas para menguar la inseguridad en la zona, a Roa se le ocurrió colocar otra cámara que vigile la zona de avenida Mosconi y solicitarle a la Municipalidad la colocación de más reflectores en el terreno ubicado al costado de la Casa de las Madres, donde se construyó un playón deportivo.

“Creo que hay una pérdida de los valores y el respeto porque seguro que los chicos que asaltan fueron pacientes del hospital. Estamos en un momento crítico”, reflexionó Roa.

Cuando en 2010 Diego Poretti era subsecretario de Prevención y Seguridad Ciudadana de la Municipalidad, asesoró al Consejo de Administración del Alassia sobre las medidas de seguridad que se podían implementar en el refugio para madres. Actualmente, como subsecretario de Seguridad Pública de la provincia el funcionario asegura que “desde el punto de vista de la prevención en la Casa de las Madres ya no se puede hacer nada más”.

Como alternativa para intervenir en la zona, Poretti recomendó “la ocupación urgente del predio donde se hizo el playón deportivo. Apostar a la apropiación, mediante un trabajo social”.

Vale mencionar que, según pudo saber El Litoral el terreno de avenida Mosconi donde está el playón pertenece al Arzobispado de Santa Fe.

 

Último hecho

Ayer a las seis, hallaron muerto en la puerta del Hospital de Niños a Mario Darío Díaz, de 44 años, oriundo de Santa Rosa de Lima. Testigos aseguraron que el cuerpo del hombre había sido arrojado desde un vehículo color claro al costado del camino. El cuerpo presentaba numerosas heridas de arma de fuego y cortantes, y señales claras de haber sufrido una golpiza. En el caso intervino personal de la Unidad Regional I y al juez de instrucción.


El personal de la casa se compra los celulares más baratos porque no les duran nada. Ya se sabe que los compran y se los roban, compran y roban, compran y roban...”.

Fabiana Roa

Integrante del Consejo de Administración del Alassia

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No tengo miedo, pero siempre cruzaba pensando en que me podía pasar en cualquier momento. Lo único que quería era evitar que ingresen a la casa de las madres porque eso podía ser mucho peor”.

Agustina Morzan

Abuela asaltada

Pese a las cámaras y los policías no cesan los robos en el Alassia

Desde el punto de vista de la prevención, en la Casa de las Madres ya no se puede hacer nada más”.

Diego Poretti,

subsecretario de Seguridad Pública de la provincia.

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Antecedente

El miércoles 28 de marzo El Litoral publicó el caso de una mujer que fue asaltada pocos metros antes de llegar a la Casa de las Madres cuando iba a donar ropa.

Por entonces, Roa advirtió que los policías que el gobierno provincial había dispuesto meses antes para que recorran a pie todo el perímetro del hospital “no tardaron en irse apenas se dejó de hablar de la inseguridad en las inmediaciones del Alassia”.