AL MARGEN DE LA CRÓNICA

Un escorpión en lugar de una pastilla

Las pócimas hechas con escorpión o cuerno de rinoceronte son algunos de los pretendidos remedios a los que recurren muchos tailandeses reacios a curar sus males con los fármacos empleados en la medicina convencional.

“Los caballitos de mar son buenos para los pulmones y mezclados con salamandra en una pócima con hierbas ayudan a curar los problemas de riñón”, dice Ar-Muay, propietaria de una botica de medicina tradicional de Bangkok.

La mayoría de los estantes de esta farmacia están repletos de frascos que contienen tallos y hojas de plantas, además de tradicionales brebajes tailandeses, como los elaborados a base de nidos de golondrina, jengibre o ajenjo.

También hay recipientes con ciempiés, raras cucarachas del campo y escorpiones disecados, a los que atribuyen cualidades para mejorar la presión sanguínea y sanar ciertas dolencias.

Ar-Muay asegura que la eficacia de los remedios es indudable tras siglos de utilización y son naturales, por lo que tienen menos efectos secundarios que los fármacos empleados en la medicina moderna.

“Yo nunca tomo medicamentos modernos, sólo me fío de lo que está escrito en los libros de medicina china” explica la mujer, que hace un mes abrió su propio negocio.

El precio no es la principal motivación para aquellas personas que prefieren emplear los remedios alternativos o chinos, ya que en Tailandia el precio de los productos farmacéuticos convencionales es accesible para la mayoría de la población.

Un tratamiento alternativo, que se suministra entre una semana y diez días, cuesta entre unos 15 y 30 dólares y su costo puede ser mayor si los ingredientes son raros o escasean.

Por ejemplo, 3,75 gramos de gusanos tibetanos cuestan unos 480 dólares, mientras que por la misma cantidad de caballitos de mar se paga unos 48 dólares.

La boticaria, quien asegura que compra los ingredientes de forma legal en una granja, no se muestra preocupada por la amenaza de extinción que se cierne sobre algunas especies que comercializa e insiste en las propiedades curativas del cuerno de rinoceronte, por ejemplo, para aumentar la fertilidad.

“Los huesos de tigre ayudan a mejorar las articulaciones, pero no los vendemos porque es ilegal”, apunta Ar-Muay, quien considera que el empleo de estos remedios milenarios no contribuye a la eliminación de especies de flora y fauna.

Además de su dudosa o nula base científica, los animales exóticos utilizados como remedios alimentan el tráfico ilegal de especies como tigres o rinocerontes, a los que muchos asiáticos atribuyen propiedades afrodisíacas o contra enfermedades como el cáncer.

Tailandia, en particular Bangkok, está considerado por los grupos ecologistas internacionales como uno de los principales centros de tráfico de especies en peligro de extinción, que en su mayor parte van destinados a los laboratorios y tiendas clandestinas de China, Vietnam o Malasia.