Con Stevie Wonder y Bryan Adams

Jornada romántica en el Rock in Río Lisboa

Más de setenta mil personas asistieron a los conciertos en los que se presentaron los consagrados intérpretes.

De la redacción de El Litoral

El Rock in Río Lisboa vivió ayer su jornada más romántica con la actuación de Stevie Wonder y Bryan Adams, en lo que fue una continua lluvia de éxitos durante la cual ambos demostraron que todavía están en buena forma en el escenario.

El cuarto día del festival colocó en las tablas a dos veteranos (Wonder, de 62 años, y Adams, de 52) con una larga carrera a sus espaldas, autores de algunas de las baladas más populares que se recuerdan, lo que les permite hacer conciertos como los de ayer, sin temas nuevos pero igualmente apreciados por el público. Prueba de ello fue la mezcla de generaciones que se dio entre los asistentes a sus conciertos -más de 70.000 personas, según informó la organización-, donde se dieron cita desde adolescentes hasta personas de mediana edad, muchos de ellos incluso con sus hijos.

La noche se alargó hasta las tres de la madrugada, después de que la actuación de los dos cabezas de cartel se extendiera por más de dos horas cada una. Con sus míticas gafas negras y una sonrisa deslumbrante salió el estadounidense Stevie Wonder al escenario, desde el que derrochó voz y energía además de dar un recital con el piano y la armónica. Considerado prácticamente un mito viviente y uno de los artistas negros más importantes de la historia -de él dice Elton John que es el mejor cantante de “R&B” que nunca ha habido junto con Ray Charles-, interactuó constantemente con el público, al que instó incansable a tararear, cantar y disfrutar sus canciones.

Sus temas, una mezcla de ritmos africanos, “reggae” y “soul”, dieron cabida a la trompeta, los bongos, el piano, la guitarra, la armónica y el sintetizador, entre otros instrumentos.

Ciego de nacimiento -debido a que el suyo fue un parto prematuro y acabó por recibir demasiado oxígeno en la incubadora, según ha explicado él mismo en decenas de ocasiones-, eso no le impide moverse con alguna ayuda por el escenario o incluso tocar un piano “portátil” tumbado en el suelo, como hizo nada más que al arrancar su espectáculo.

Antes que él, el canadiense Bryan Adams había hecho vibrar a los lisboetas al mando de sus guitarras -a veces eléctricas, a veces española- con un repertorio basado en la mayoría de sus grandes “hits”, casi todos de los ‘80 y los ‘90.

Desde “Back to you” hasta “Heaven” pasando por “Cloud number 9” o “Here I am”, el artista -al que muchos señalan como el canadiense más popular en el mundo entero- apenas se dejó éxitos en el tintero.

Sus frecuentes punteos a la guitarra, varias carreras de lado a lado por el escenario, y su inconfundible voz, un punto ronca, reflejaron su lado más rockero, que intercalaba con algunas de sus más íntimas baladas.

En algunas de estas canciones más íntimas se vieron imágenes curiosas, como en “Everything I do”, cuando más de una pareja logró abstraerse de la multitudinaria compañía que tenía alrededor para bailar agarrada.

El escenario principal del festival, ubicado en un valle en el parque de Bela Vista, acogió así una jornada inolvidable con dos de los “grandes” a la espera del quinto y último día, cuando “The Boss”, Bruce Springsteen, pondrá fin a esta edición del Rock in Río Lisboa.

La nota

El escenario principal del festival acogió una jornada inolvidable con dos de los “grandes”. Foto: EFE