Barrilito, barrilito, barrilito de cerveza...

Zillertal Orchester: 50 años de ritmo alegre, contagioso y divertido

Memoria documentada de la banda

A pleno. La presente nota gráfica refleja una de las formaciones más recientes de la famosa agrupación, en compañía del ex director Augusto Jullier, integrante de la misma entre 1962 y 1992.

La popular y pintoresca banda musical, originaria de San Jerónimo Norte, lleva medio siglo exponiendo lo mejor de las tradiciones y el acervo cultural suizo alemán. El próximo 16 de junio lo festejará “a lo grande” y con su gente, en el Club Atlético Libertad.

 

Ariel Durán-Sergio Ferrer

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Como les gusta decir a ellos mismos: Zillertal es siempre Zillertal. Desde sus primeros pasos como murga de carnaval en 1960, hasta estos días, en los que se apresta a conmemorar su glorioso cincuentenario, Zillertal Orchester dejó permanentemente su impronta de banda tradicionalista suiza, aunque haya sido un par de años después -el 20 de junio de 1962 para ser más precisos-, que se presentó por primera vez como grupo orquestal armado, para brindar una actuación en el viejo salón de la Sociedad Suiza Helvetia de San Jerónimo Norte, en el marco de un festival organizado por la Cooperadora de Madres del Colegio Ricardo Foster.

El próximo 16 de junio, la Zillertal festejará sus cincuenta años en el Club Atlético Libertad con una cena show. Atento a ello, El Litoral visitó la citada localidad del departamento Las Colonias y dialogó con el actual director de la popular y pintoresca banda, Telmo “Nito” Franzen, para que contara cómo fueron aquellos primeros tiempos de la orquesta, los momentos más emotivos y las anécdotas más sustanciosas, como la de aquella vez, en 1963, cuando los sonoros compases de “Barrilito de Cerveza” opacaron al mismísimo Domingo Federico en el Cine Teatro Real de Rosario. Nacido el 6 de junio de 1940, Telmo está en la Zillertal desde sus inicios y dirige la misma desde 1992, cuando reemplazó en dicho liderazgo a Augusto Jullier.

Con estilo propio

“El gusto por la música nos viene por nuestra descendencia suiza (del cantón Valais o Wallis) y por lo que nos han inculcado nuestros ancestros... mi viejo era acordeonista, así que de él heredé la pasión por mantener en alto a las tradiciones musicales suizas”, cuenta Telmo sobre sus comienzos. “Empecé en la música a los 14 años, cuando mi papá me compró un clarinete en un remate y me dijo: ¡Acá tenés, si tanto te gusta, andá a tocar!’”, acotó. “Al principio aprendí de oído, pero después fui a la escuela del maestro Abelino Eberhardt y realicé mis primeros estudios de música; prácticamente todos nosotros fuimos sus alumnos y empezamos con él; además, tocábamos en la banda del pueblo y ya interpretábamos música suiza, por lo que no tardó en surgir la idea de formar un grupo”, añadió después.

“El ideólogo e impulsor de la iniciativa fue Horacio Eberhardt, que la trajo de Europa cuando estaba en la marina mercante; estando en Hamburgo visitó un restaurante llamado Zillertal, que contaba con una orquesta llamada Zillertal, en honor a un lugar existente entre Austria, Alemania y Suiza; de allí vino con la idea, que después derivó en la formación de una orquesta dentro de la rama típica de la música valesana, aunque con estilo propio”, resaltó también. Por entonces sus integrantes eran, además de Telmo, Ricardo “Cardi” Eberhardt, Horacio “Bayo” Eberhardt, Omar Jullier, Dionisio “Nisio” Eberhardt (primer director, con su infaltable batuta), Imeldo “Lalo” Salzmann, Serafín “Sefo” Muller, Mario Zingerling y Augusto Jullier, el ejecutante de tuba que fuera líder de la banda durante veintidos años.

“¿De dónde son, qué música es ésa?”

Se podría decir que la vigencia de la Zillertal -con sus cuarenta y seis participaciones ininterrumpidas en la Oktoberfest de Villa General Belgrano, Córdoba- tiene que ver con la defensa de la tradición y la cultura suizas (con agregados o particularidades alemanas también), pero su éxito fue más allá de lo cultural, ya que su repertorio incluye polka, vals, schottisch o mazurca.

Don Telmo la explicó así: “Nunca pensamos que llegaríamos a tocar valesanas o música suiza en lugares donde no existían descendientes suizos, ésa es la verdad; empezamos a salir afuera y cuando tocábamos algo bien alegre veíamos que a la gente le gustaba y se ponía a bailar, sin preocuparse por lo que bailaba o sin conocer lo que hacíamos; ahí nos dimos cuenta de que lo que gustaba era el ritmo contagioso y festivo, así que le dimos para adelante y no paramos nunca más”.

“Ibamos a Rosario o a Buenos Aires y observábamos que a todos les gustaba lo que hacíamos, más allá que entendieran o no de qué se trataba. Se nos acercaban y nos preguntaban: ¿De dónde vienen? ¿Qué tipo de música es ésta?... ¡Qué linda que es, qué alegre! Esas cosas nos fueron llevando hacia adelante y generaron el entusiasmo con el que siempre encaramos nuestras actuaciones”, redondeó Franzen. Justamente, las presentaciones de la banda se hicieron sentir no sólo en Argentina, ya que también actuaron en Chile (donde tienen un club de fans), Brasil, Paraguay, Uruguay y Suiza. Además de los nombrados, algunos de los músicos que hicieron posible que la Zillertal sea lo que es -tras cincuenta años de trayectoria- fueron Hugo Goldín, Mario Huser, Martín Stieb, Isildo Kuchen y Hugo Patochi Bosch, entre tantos.

 

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Legado. El director Telmo Franzen junto a uno de los integrantes de la banda, Abel “Pituco” Eberhardt. Los músicos más veteranos fueron transmitiendo a los más jóvenes la importancia de formar parte de la Zillertal.

FOTOS: Agencia Santo Tomé

Memoria documentada de la banda

1 / Característica.

El sonido de la tuba fue uno de los sellos distintivos de la banda mientras Augusto Jullier formó parte de la agrupación. Muchas veces, vuelve a sumar su aporte como músico invitado.

2 / Atuendo.

Las hermanas Evangelina y Marilin Rey Oggier, junto a Rosita Zurbriggen y Héctor Zanuttini, luciendo el colorido vestuario que tanto distingue a la Zillertal.

3 / No cualquiera.

“Para ser integrante de la Zillertal hay que ser una persona muy especial; tiene que sentir interiormente este tipo de música”, remarca Franzen. Fotos: Agencia Santo Tomé

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Memoria documentada de la banda
Memoria documentada de la banda

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Pintoresco traje típico

El vestuario actual de la Zillertal Orchester no guarda un rigor tradicional unitario: el pantalón corto y sus tiradores son de origen alemán; el chaleco es de inspiración suiza y las medias son una referencia austríaca. La indumentaria inicial incluyó sólo los pantalones, que a falta de cuero -a la usanza de los llamados ederhosse-, fueron confeccionados en tela gamuzada por los sastres Manuel Nanzer y Pochito Eberhardt, quienes recurrieron a material gris oscuro con vivos verdes en los bolsillos y cintas moños en los laterales de las botamangas.

Respecto del sombrero, cabe mencionar que en un principio se recurrió a un sombrerito alpino confeccionado por Adela de Jullier, de acuerdo con un modelo traído de Bariloche, provisto con una pluma especial que en su momento se adquiría en una mercería de la ciudad de Santa Fe. Hacia 1999, todo el conjunto empezó a lucir sombreros típicos traídos de Suiza. Como bien lo define Augusto Jullier en Zilertal bleibt Zillertal, el vestuario comprende “un atuendo colorido y vistoso, que colaboró visualmente en el éxito de la banda”.

Integrantes

La actual formación de la Zillertal Orchester está compuesta por ocho músicos y tres cantores. Ellos son: Rosita Zurbriggen (trompeta), Rubén Melchiorre (trompeta), Evelio Jossen (saxo), Raúl Yossen (acordeón), Abel Eberhardt (batería), Telmo Franzen (clarinete), Marilin Rey Oggier, Evangelina Rey Oggier y Héctor Zanuttini (voces), Mario Zingerling (saxo y clarinete) y Sebastián Borgogno (bajo). Hasta el 2000, año en que se incorporaron las hermanas Rey Oggier, la banda fue íntegramente masculina.

/// EL DATO

Memoria documentada de la banda

Augusto Jullier fue director de la Zillertal Orchester entre 1970 y 1992, a la vez que unos de los principales responsables de la publicación del libro “Zillertal bleibt Zillertal” (Zillertal siempre Zillertal), minucioso, exhaustivo y documentado compendio de la historia de la orquesta. En dicho trabajo, Jullier recuerda que ingresó “al mundo de la Zillertal” con sólo 16 años, en su temprana adolescencia, “sin más bagaje musical que un año de acordeón y la herencia de un oído atento”.

De acuerdo con lo rememorado por el músico, primero fueron dos años de “prehistoria” (1960-1962), que luego dieron paso a treinta años que marcaron otra etapa (1962-1992), “de la que nadie imaginó su éxito” y menos aún “su permanente vigencia”.

“A la Zillertal le di todo: mis ideas, mis horas, mis fuerzas, mi pasión; pero también me dio todo: experiencia, madurez, conocimiento de mi país, el amor por la tradición y la invalorable hermandad con todos los camaradas del grupo, con quienes compartí ensayos, viajes, vestuarios y escenarios”, rememora el músico después. “Una de las mejores vivencias de mi vida fue Zillertal, un tiempo que queda grabado en el corazón, con momentos felices y de los otros; de risas y también de lágrimas; felizmente, a la distancia, la memoria rescata el grato recuerdo de los primeros”, agrega el músico.

En dicho trabajo, Jullier dedica algunos párrafos para definir a Zillertal Orchester como conjunto orquestal “intérprete de música suiza y alemana de cervecería, que nace con la intención de perpetuar la tradición musical de su pueblo”. El mérito de la Zillertal, prosigue, “no radica sólo en la fecunda labor de tantos años, sino en que, a través de su aparición, se generó un movimiento cultural de adhesión a esa idea de afianzar la tradición”. “Ello la hizo trascender su real valor como orquesta, porque sin proponérselo en esa dimensión, provocó una apertura cultural que es la que la distingue y la que hizo potenciar a todo el pueblo de San Jerónimo Norte”, finaliza.

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El libro. Portada de “Zillertal bleibt Zillertal”, repaso histórico de la orquesta, provisto de un importante caudal anecdótico y sorprendente material gráfico. Agencia Santo Tomé