Entrevista

“Se desacelera la economía y se acelera la inflación”

a.jpg

“La devaluación sola no sirve para nada”, dijo el economista en Rosario.

Foto: DyN

El ex ministro de Economía Roberto Lavagna consideró que los principales problemas que enfrenta el país “no tienen que ver con el dólar sino con la falta de un programa económico integral”. También señaló que la administración actual “no puede definir por decreto cómo debe ahorrar la gente”. Y advirtió que “este tipo de medidas no pueden durar mucho tiempo, porque no funcionan”.

 

Germán de los Santos

[email protected]

Roberto Lavagna, ex ministro de Economía, opinó que “en una economía moderna e interconectada”, el gobierno nacional “no puede obligar a la gente a ahorrar en pesos”. El escenario que se reavivó durante los últimos días, con la Afip imponiendo un cepo para la compra de moneda estadounidense, “no puede durar mucho”, según el ex titular del Palacio de Hacienda.

“No se puede definir por decreto cómo debe ahorrar la gente”, apuntó Lavagna, quien consideró que “los problemas de la economía actual no tienen que ver con el dólar sino con la falta de un programa económico integral que genere confianza. Aunque el gobierno dice lo contrario, estamos en una coyuntura internacional muy positiva para la Argentina, con China que sigue creciendo al 8 por ciento y con el precio de la soja arriba de los 500 dólares”, explicó.

Lavagna arribó a Rosario invitado por la Fundación Italia, que organiza periódicamente ciclos y conferencias con intelectuales y dirigentes de la política y la economía regional. Antes de su disertación, en la que repasó los logros de su gestión al frente del Ministerio de Economía, Lavagna mantuvo un extenso diálogo con los medios de prensa.

—¿Qué consecuencias puede acarrear para el país las limitaciones a la compra de dólares?

—Las consecuencias son negativas, porque equivale a romper el termómetro cuando uno se está midiendo la fiebre. Y no me entero de nada. Pero el problema no es la enfermedad. Lo que pasa actualmente con el dólar es que manifiesta una serie de desequilibrios que se acumulan desde 2007. No hay más superávit en la caja en pesos -que se llama superávit fiscal-, ni tampoco no hay más dólares -por los problemas en la balanza de pagos del país. Hay problemas de competitividad por el tipo de cambio, una baja en la producción y problemas en la creación de empleo. La enfermedad está ahí, lo del dólar es la manifestación de otros indicadores.

—¿El gobierno tomó atribuciones en el ahorro interno?

—El gobierno no puede decir en una economía moderna e interconecta cómo se tiene que guardar el dinero. La gente lo va a hacer de la manera que más le convenga: no va a ir a poner el dinero en un plazo fijo al 14 por ciento cuando la inflación está en el 25 por ciento; no va a ir a perder dinero. Estas cosas no se deciden por decreto. Tiene que haber un programa económico integral que sea coherente, como ocurrió a partir del 2002. En ese año, recordemos, la tasa de inflación mensual era del 10,4 por ciento en precios minoristas, y en seis meses la situación cambió.

—¿Se puede tener una mínima previsión sobre qué puede hacer el gobierno frente a estos problemas que empiezan a aparecer en la economía?

—No tengo idea lo que hará el gobierno. Pero lo que va a ser el gobierno no tiene nada que ver con el dólar. Tiene que ver con la política económica en general. Lo que va a calmar la situación del dólar van a ser medidas a nivel económico y político de fondo, que vuelvan a generar confianza general y entonces va a haber mayor tranquilidad en el tipo de cambio. Desde el punto de vista económico, los controles de la Afip no conducen a nada. Sólo basta ver lo que ocurrió desde diciembre pasado cuando comenzaron los controles y la intervención de la Afip. Hoy, cinco o seis meses después, la brecha entre el dólar oficial y el real es mucho más grande. Empieza a pasar lo que viene sucediendo desde hace varios años con la inflación. Hay un índice oficial y otra real.

—¿Esto tiene que ver con la falta de una conducción a nivel económico?

—No tiene importancia. Quien conduce la economía del Estado es siempre el que tiene la responsabilidad central en todos los temas. Puede no tener responsabilidad en algún tema puntual pero cuando lo que ocurre es la acumulación de desajustes durante mucho tiempo es inútil decir que es el funcionario tal o cual: es el presidente.

—Hay algunos sectores que piden una devaluación...

—La devaluación sola no sirve para nada. Muchas veces, en el pasado en la Argentina, se ha usado esta medida. Y el riesgo de eso es desatar una espiral de precios, dólar y salarios que en alguna oportunidad nos ha llevado a situaciones inflacionarias muy altas. Las medidas que hay que tomar son integrales, una sola medida no sirve para nada. Actualmente, hay una desaceleración fuerte de la producción y el consumo, y si no hay cambios vamos a llegar a una fase recesiva. Recordemos que el producto bruto interno que el año pasado estaba creciendo en el orden del 6,8 hoy está en niveles del 2 por ciento.

Cuestiones de coyuntura

—¿Tiene una influencia importante en la coyuntura nacional la crisis económica y financiera a nivel internacional?

—En absoluto. Lo peor que nos puede pasar en la Argentina es creer que la culpa viene de afuera. Los problemas son estrictamente internos. Los datos que llegan del exterior son positivos y negativos. Si uno los pone en una balanza, los primeros son más fuertes. Porque China sigue creciendo a un 8 por ciento por año, y es nuestro gran comprador de productos argentinos particularmente de origen agropecuario. Y la soja sigue teniendo valores cercanos a los 500 dólares la tonelada. Recuerdo que en 2005, la soja valía 230 dólares, hoy tiene un doble de valor. Y también hay mucha plata en el mundo a tasas de interés muy bajas a las cuales Argentina no accede porque está fuera del mercado y genera desconfianza.

—¿La inflación es el principal riesgo que tiene la Argentina?

—Si no hay cambios a nivel macroeconómico, la tendencia es negativa. En noviembre del año pasado, cuando se hicieron las estimaciones, todos los economistas preveían una inflación del 18 por ciento y hoy está en 25. Y muchos analistas hablan de que puede llegar al 30 por ciento. Hay una desaceleración de la producción y una aceleración de la inflación. Y esto es lo más peligroso.