Participan del grupo Actitud Solidaria

Jóvenes voluntarios asisten a personas que viven en la calle

Jóvenes voluntarios asisten a  personas que viven en la calle

Comida casera. Preparan más de 150 viandas semanales para repartirlas por toda la ciudad.

 

Recorren la ciudad todas las noches para llevarles comida y abrigo a 35 personas que tienen relevadas. Piden donaciones para continuar con su tarea hasta que termine el invierno.

 

Agustina Mai

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A la noche la ciudad muda su rostro: el ritmo es otro, los pasos se hacen más rápidos —para combatir el frío o por temor— y para muchos, la calle es sólo un lugar de paso. Para otros, es el único lugar.

Desde hace tres años, Martín Mónaco, un joven enfermero y futuro papá, coordina un grupo de voluntarios que recorren la ciudad para llevarle un plato de comida y abrigo a las personas sin techo. Así nació el grupo Actitud Solidaria, que no pertenece a ningún partido político ni entidad religiosa y que se sostiene gracias a donaciones de particulares.

Pasadas las seis de la tarde comienza el movimiento en la cocina de Martín. Su mujer, Melisa, pone agua a hervir en una olla grande. Al rato llegan Daiana Ferrari y Sabrina Bonatti, dos estudiantes que se enteraron de esta movida por Facebook. “Me gustó lo que hacían y me prendí”, cuenta Sabrina, mientras ordena los paquetes de yerba y azúcar. Daiana también conoció a Actitud Solidaria por Internet y no dudó en sumarse. “Está bueno hacer algo por el otro”, dice.

El grupo está bien organizado: llevan un registro de todas las provisiones y clasifican la ropa según el talle. Además, tienen un relevamiento de las personas a las que asisten y los lugares donde suelen estar. El año pasado contaron 87 en situación de calle. “Pero este año encontramos solamente 35. Algunos se mueren, otros están de paso en Santa Fe porque están en tratamiento en el Cullen o en el Iturraspe y después vuelven a sus lugares”, cuenta Martín, mientras separa los cubiertos y bandejitas descartables.

Cerca de las ocho, ya están listos los fideos con salsa y empieza el trabajo de preparar las viandas: cada persona recibirá un plato de comida caliente, pan, galletitas, una lata de yerba y otra de azúcar y un vaso de jugo. Además, les dejan alimento balanceado a los que tienen perros. El baúl del auto de Silvia Gallo, que se sumó recientemente, se llena de comida, ropa y frazadas. “Tenemos mucha gente que se ofrece a darnos una mano, pero el principal problema es que muy pocos tienen vehículo”, se lamenta Martín.

En la calle

A las 20.30 comienza la ronda. Desde el sur hasta las principales avenidas del norte, durante tres horas van buscando en cada esquina a quienes esperan su comida, algo de abrigo y unos minutos de charla. “Casi siempre los encontramos, pero a veces están buscando comida en la basura”, cuenta Martín.

En su recorrido se cruzan con “el brasilero”, un mendigo que no habla castellano y los despide con un “obrigado”. Más adelante está Isidro junto a su fiel amigo “El Pety”. “A este perro lo cuido más que a mi vida porque es mi compañero”, cuenta el hombre, acurrucado en un colchón andrajoso.

A unas cuadras, “Ale”, que se define como “un poeta errático”, agradece la comida y, con una sonrisa que le ilumina el rostro curtido, promete: “Para mañana les escribo un cuento”.

En otra esquina céntrica está Ramón, un hombre amigable y sencillo. Camina con dificultad por el dolor que soporta. “¿Fuiste al hospital?”, le pregunta Daiana, preocupada. “Fui al Cullen, pero me quieren cortar el pie, así que me fui”. Sus ojos reflejan la desprotección de vivir en la calle. “El fin de semana vinieron con la policía y me corrieron, me sacaron todas mis cosas”, cuenta apretando los dientes.

“Es muy triste lo que le pasa a esta gente, todos tienen una vida muy dura y necesitan contarlo”, comparte Sabrina. En cada parada, la postal se repite: gente que sufre, sin esperanzas y con pocas alegrías. Posiblemente lo mejor que les pasó en el día sea ese plato caliente, acompañado de una charla amistosa, que abriga tanto como una frazada.

Jóvenes voluntarios asisten a  personas que viven en la calle

Reconocimiento. Las personas como Isidro, junto a su perro “El Pety”, valoran, además de los alimentos, el hecho de que alguien les hable y los escuche. Fotos: Mauricio Garín

COLABORAR

Para donar ropa o alimentos, o participar de las recorridas, los interesados se pueden comunicar al (0342) 155-218263 o enviar un mail a [email protected]

Otros voluntarios

Ismael Valdez y Maximiliano Coria

también recorren la ciudad para llevarles un mate cocido y un alfajor a las personas que duermen en la calle. “Asistimos entre 20 y 25 personas por noche”, contó Ismael, estudiante de Abogacía. A estos jóvenes les gustaría poder salir todas las noches, pero no siempre tienen con qué. “Por eso necesitamos la colaboración de la gente, ya que nuestros recursos son limitados”, dijo Valdez. Quienes quieran colaborar con mate cocido, chocolatada, café, vasos térmicos, termos, galletitas, alfajores, frazadas y ropa de abrigo para adultos pueden llamar al (0342) 154-301137.