Artes visuales

Una poética de lo extraño

La nota

“Estructura de otra dimensión”, obra de Armando César Godoy. Fotos: Archivo El Litoral

Domingo Sahda

En AG Central y AG Contemporánea, Bv. Gálvez 1616 y 1514 han sido abiertas a consideración del público sendas muestras “Homenaje” del artista plástico santafesino Armando César Godoy. En el fascículo coleccionable “Creadores Santafesinos” dedicado al artista, elaboré una síntesis descriptiva de su trayectoria y de su actitud frente al desafío de la creación de un lenguaje particular en el mundo del arte visual de la región, la que se transcribe sin omisiones:

“Armando César Godoy, voluntarioso, tenaz perseguidor del misterio de las formas, creó un modo particular de construcción plástica de la obra de arte llamada ‘cuadro’ a partir de una indoblegable decisión por traspasar las apariencias, adentrándose en la sustancia expresiva inherente a las formas del entorno. Desde una inicial búsqueda, empujado por el placer vertiginoso de dar vida propia a los anhelos, fue desocultando el ritmo y la organización de los objetos tomados como modelos, hasta prescindir de ellos. Creó de tal modo orquestaciones cromáticas puras, centradas en el alfabeto del creador; la forma, el espacio, el color y la certidumbre de que el arte se dignifica a sí mismo cuando es capaz de remontarse más allá de lo obvio, abriéndose al misterio del tiempo y el espacio.

Entre la intuición y la clara conciencia, el imperativo por definir cada una de las parcelas del cuadro nunca lo ataron a convencionalismos de representación. Buscó y encontró un lenguaje propio, un estilo para ser él mismo. Su resonancia plástica siempre fue rotunda, agresiva en su presencia, sin melindres ni concesiones. Amó su oficio de pintor y a él le dedicó sus mejores tiempos”.

Fuerte presencia

“Generoso como docente, provocador de nuevas soluciones, su fuerte presencia definió en cada momento el deber y el sentir del arte plástico en el mundo contemporáneo. Formado en las preceptivas de la modernidad desde un enfoque ajeno a la realidad descriptiva, con una articulación rítmica de sus variaciones cromáticas, su permanente idea de que cada cuadro una vez comenzado era, y es, una puerta hacia la aventura, un desafío personal asumido, un emperativo por ser, lo llevó a incursionar en la xilografía sin prejuicios de academia, enlazando la forma pictórica a la forma grabada sin diluir la fuerza de expresión. Poco afecto a las medias tintas, a las formas delicuescentes del arte plástico como excusa literaria, construyó un itinerario propio, señalando el valor del arte como construcción simbólica de los arcanos del hombre.

Maestro sin discípulos, su discurso fue abierto y cerrado por él mismo. Dúctil en la pincelada justa, maestro en la audacia del color, constructor de la poesía de lo extraño e infinito, atado a sí mismo en la persecución de sus sueños. La persistente “pupila” en sus obras es el signo del ojo que anhela conocer, que explora las infinitas maneras del ser de las cosas.

Plástica pura bañada por un ‘corazón caliente’, Godoy empapó cada trabajo con sus huellas indelebles, intransferibles, legando al mundo los sueños visibles y tangibles de un auténtico creador”.

 

La nota

“Esqueleto de otros tiempos”, de Armando César Godoy.