Aquel 6 de julio de 1816

El ‘plan del Inca’ de Belgrano

Ricardo Miguel Fessia (*)

En la reunión del 6 de julio de 1816, el general Belgrano expuso ante los delegados al Congreso de Tucumán la idea de instaurar una monarquía incaica lo que le deparó un juicio histórico desfavorable que, en alguna medida deslució, sus otros sobrados méritos.

Algunos antecedentes

Llegar a la célebre reunión del 9 de julio fue un camino bastante tortuoso en esa década crucial de la historia patria.

Acordar que fuera Tucumán, para estar lejos del posible influjo de Buenos Aires, fue un paso importante. Determinar que se abrieran las reuniones con el dos tercios de los delegados fue otro jalón. Así se llegó al 24 de marzo, cuando se inauguraron las reuniones.

La sesión secreta

Ese sábado 6 se realizaron dos sesiones, una pública y, seguidamente, una secreta, a la que se lo había invitado a Belgrano, hombre que gozaba de gran prestigio y que venía de una gira europea para difundir los objetivos de la revolución. De ese encuentro recogió la impresión de que el movimiento había concitado la simpatía de varios gobiernos en su origen, pero que luego había devenido en un proceso desordenado que provocaba recelos. Por lo tanto, de seguir en esa brecha, quedarían librados al propio esfuerzo.

También observó que algunos países estaban en medio de una mutación y marchaban hacia una atenuación de la monarquía.

Belgrano habló de estos temas con palabra ‘sencilla y elocuente‘ y ‘acento conmovedor‘, y apenas hubo terminado su discurso el auditorio ‘estaba convencido de sus razones y cautivado por su sinceridad‘. Así quedó consignado en la trascripción del acta de la reunión, que por vez primera publicara Mitre.

De acuerdo con los principios políticos del viejo continente, sostuvo que lo más conveniente era adoptar una monarquía temperada, para lo cual se debía convocar a la dinastía de los Incas, siendo ello un acto de justicia ya que se restituiría a esa casa el trono despojado.

El ‘plan del Inca‘, lejos de constituir una aventura de Belgrano, había sido elaborado en la usina política de la logia ‘Gran Reunión Americana‘, que lideraba Francisco de Miranda con ideario de independencia y que había expuesto ante el flemático ministro Pitt en las entrevistas de Hollywood.

El ‘plan‘ concitó la adhesión Güemes, que arengaba a su tropa, y San Martín lo calificó de ‘admirable plan del Inca‘ en cartas a su amigo, el diputado por Mendoza, Godoy Cruz.

De inmediato, en el seno del cuerpo se generaron distintas reacciones. La primera, negativa, fue la de los delegados de Buenos Aires en razón de que la capital debía ser la antigua Cuzco. En la reunión del viernes 12 Manuel Antonio Acevedo, delegado por Catamarca, apoyó la iniciativa, y el viernes siguiente -19 de julio- hizo lo mismo el diputado por el Alto Perú, José S. F. Malabia, quien fue replicado por el sanjuanino Justo Santa María de Oro, lo que provocó una efusiva controversia.

En la reunión del 31 de julio, el sacerdote riojano Castro Barros hizo un enfebrecida defensa del proyecto de la monarquía constitucional, lo que concitó la adhesión del convencional Pedro Ignacio Rivera, de Mariano Sánchez de Loria y de José A. Pacheco de Melo que, solicitándose que se votara de inmediato. Pero como rápida respuesta se elevó la voz de la oposición encabezada, por Esteban A. Gascón. Y, entonces, la discusión no concluyó.

Se reanudaron las sesiones el 5 de agosto y Thames fundó sesudamente la idea, pero al día siguiente Anchorena presentó un largo rosario de adversidades que horadaban la idea monárquica.

Los acontecimientos políticos y militares se sucedían precipitadamente; los españoles en el norte, los portugueses en la Banda oriental, la revuelta de Eduardo Pérez Bulnes en Córdoba, las tratativas de paz con Santa Fe, el traslado del Congreso. Todo contribuyó a que la cuestión del Inca se postergara sine die.

El candidato

Nunca se mencionó nombre alguno ni se sabe que haya habido uno in pectore, pero se han hecho distintas elucubraciones: Para Gianello, era Dionisio Inca Yupanqui, representante del Perú ante las Cortes de Cádiz; para otros era Juan Bautista Tupac Amaru, pariente del rebelde Tucac Amaru II.

Corolario

Lejos de ser una idea díscola, era un plan avalado en la ‘Logia Lautaro‘, que respondía al ideario de la patria grande de San Martín, en perfecta consonancia con el pensamiento de OºHiggins, Bolivar y Miranda. La Independencia había sido declarada por las ‘Provincia Unidas de Sud América‘ -no ‘del Río de la Plata‘-, lo que brinda clara evidencia de ello. Pero la obra no se pudo concluir.

(*) Abogado, articulista, profesor titular ordinario en la Escuela Normal Superior y Superior de Comercio ‘Domingo G. Silva‘ y en la Universidad Nacional del Litoral.

El ‘plan del Inca’ de Belgrano