Ni siquiera después de la masacre de Aurora

Control de armas: de eso no se habla

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Periodistas y camarógrafos montan guardia frente a la casa de Arlene Holmes, en San Diego (California). Arlene es la madre de James Holmes, el joven acusado de matar a 12 personas y herir a medio centenar durante un tiroteo en el cine de Aurora, en Colorado.

Foto: Agencia EFE

En plena campaña electoral, nadie quiere tocar el tema, profundamente arraigado entre los estadounidenses. Ni siquiera la muerte de los 12 espectadores de la última de Batman impulso el debate entre los candidatos. Las voces que reclaman algún tipo de control al respecto no son escuchadas.

 

Por Silvia Ayuso

Agencia DPA

“Hay algo que me sorprende: con toda esa gente en el cine, ¿es que no había nadie que portara (un arma)? Eso podría haber detenido a ese tipo más rápidamente”. El comentario lo hacía ayer el congresista republicano por Texas Louie Gohmert en un debate televisado sobre la masacre en un cine de Colorado que en la madrugada del viernes dejó al menos 12 muertos.

Y es una muestra más de que, pese a que con el tiroteo en Aurora -Denver-, Estados Unidos asiste una vez más atónito y horrorizado a una masacre perpetrada por un solo individuo con gran cantidad de armas, el debate sobre un mayor control de éstas sigue siendo tabú. Sobre todo en plena campaña electoral.

La masacre de Colorado sorprendió al presidente, Barack Obama, en pleno viaje de campaña en Florida. Desde allí, emitió un comunicado y luego se dirigió al país para expresar su “horror” por una masacre “sin sentido” y anunció la suspensión de sus actos proselitistas por el día.

Su rival ante las urnas en noviembre, el republicano Mitt Romney, no dudó en emular sus pasos y también canceló todos sus actos electorales de la jornada.

Sobre la cuestión de las armas, nada. Ni una palabra. ¿Tabú?

Pareciera que sí. El derecho a portar armas está salvaguardado en la Segunda Enmienda y es una absoluta frontera para el sector más conservador del país. Y también para muchos ciudadanos, más en una nación donde muchos Estados permiten portar armas incluso ocultas a la vista.

Obama aseguró durante su campaña -en 2008- que promovería algún tipo de mayor control al respecto, e incluso se comprometió a reinstaurar la prohibición sobre armas de asalto que expiró en 2004.

Pero a punto de culminar su primer mandato, su gobierno no ha hecho ningún gesto en este sentido. Ni siquiera cuando su par mexicano, Felipe Calderón, imploró públicamente y en pleno Congreso estadounidense en 2010 que se volviera a poner en vigor la prohibición de armas de asalto, cuyo destino demasiado a menudo es el país vecino.

No es un tema popular, y mucho menos con un poderosísimo lobby pro armas, como es la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), que tanto poder tiene en Washington.

No lo fue tras el intento de asesinato en enero del año pasado de la congresista demócrata por Arizona, Gabrielle Giffords, por parte de un joven perturbado que disparó indiscriminadamente durante un acto de la legisladora en Tucson, causando la muerte de seis personas, incluida una niña, y gravísimas heridas a la política.

Y no parece que vaya a serlo ahora, pese a que no faltaron voces que volvieron a reclamar un debate serio y sereno sobre el asunto y al más alto nivel.

Una voz en el desierto

“Quizá es hora de que las dos personas que quieren ser presidente de los Estados Unidos salgan a decir lo que van a hacer con esto, porque obviamente es un problema en todo el país”, dijo el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, en una entrevista con una radio local.

“Hay muchos asesinatos con armas todos los días; tiene que acabar”, continuó. “Éste es un problema real. Más allá de lo que opines de la segunda enmienda, más allá de lo que opines de las armas, tenemos el derecho de que los dos nos hablen en concreto, no con generalidades, específicamente: ¿qué van a hacer con las armas?”.

El influyente periódico de su ciudad, The New York Times, también aprovechó la masacre de este viernes para renovar su llamamiento a un mayor control de armas, tal como hiciera ya tras la tragedia de Arizona.

“Ya crea usted, como mucha gente perfectamente razonable lo hace, que la (segunda) enmienda le da a cada individuo el derecho a portar armas, o si usted opina, como nuestra página editorial lo ha defendido a menudo, que no lo es, no hay razón para ignorar la cuestión de un mercado de armas descontrolado”, dijo en su edición electrónica.

“Puede que requiera que cada parte ceda un poco, pero necesitamos la discusión”, reclamó el rotativo.

La también neoyorquina congresista demócrata Carolyn McCarthy, una reconocida promotora de mayores controles para las armas después de perder a su marido en un tiroteo en los ‘90, que además dejó herido a su hijo, volvió a implorar tras la tragedia de Colorado una reflexión sobre este tema.

“Como nación, no deberíamos seguir ignorando vías para evitar que tragedias como ésta sigan pasando en el futuro”, pidió.

Similares palabras había pronunciado tras el atentado contra su colega de bancada Giffords un año atrás. Pero, tal como recordaba hoy el diario “Político”, ninguna de las iniciativas legislativas para algún tipo de control de armamento que ha propuesto McCarthy desde entonces ha logrado siquiera llegar a ser discutida en el pleno.

/// el dato

A media asta

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emitió una orden para que las banderas ondeen a media asta en todos los edificios públicos del país y en sus representaciones diplomáticas en el extranjero durante cinco días, en honor a las víctimas de la masacre perpetrada en un cine de Colorado.

Solitario, brillante, asesino

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Los investigadores coinciden en que, desentrañar los motivos que llevaron a James Holmes a protagonizar la masacre, no será sencillo. Foto: Agencia EFE

Mientras la policía y el FBI recorrían la sala de cine en la que se perpetró la masacre de Aurora, televisiones y diarios han reunido testimonios que permiten dibujar un primer retrato del detenido por el tiroteo, el estudiante de neurociencia de 24 años James Holmes.

En el distinguido barrio de San Diego en el que creció, los vecinos lo recuerdan como un solitario. Ni siquiera sus compañeros del equipo de football se acuerdan mucho de él, según informaron los reporteros de NBC News.

De la época del instituto, una de sus compañeras lo recuerda como un “chico simpático”, aunque siempre le pareció extraño que le gustasen los villanos de las películas de superhéroes.

Holmes fue un estudiante brillante tanto en el instituto de San Diego como en la Universidad de California en Riverside, donde se graduó como uno de los primeros de su clase en neurociencia.

Después fue aceptado en un programa de doctorado en la Universidad de Colorado pero algo pareció estropearse hace un par de meses, lo que se tradujo en una impresionante baja de sus notas.

Según The Washington Post, uno de los miembros de la facultad de neurociencia de Colorado aseguró que inmediatamente pensó en Holmes cuando escuchó que se acusaba del tiroteo a un estudiante. Estaba “muy callado, extrañamente callado”, aseguró. Y parecía estar “socialmente aislado”.

“Siempre pensé que era un poco extraño”, aseguró otra estudiante a la NBC. “Algo me advertía que no me acercara demasiado a él, supongo que el instinto femenino”.

La naturaleza metódica de Holmes quedó reflejada también en los preparativos de su plan. El detenido parece haber borrado todas sus huellas de Internet, pues las búsquedas respecto a su persona en facebook, twitter y otras redes apenas aportan información.

Los testigos de la matanza -en la que murieron 12 personas y 58 resultaron heridas- lo describen como relativamente tranquilo mientras disparaba a su alrededor, antes de salir por una puerta trasera y entregarse sin resistencia a la policía.

Según los investigadores, el apartamento de Holmes estaba sembrado de una sofisticada red de explosivos, trampas y químicos que costará varios días desactivar. Mucho más tiempo llevará sin embargo entender las razones de su matanza (DPA).