Se rebelan los mansos

Los tiempos apuran a los plazos políticos. La producción lechera sigue levantando temperatura ante un escenario desfavorable que los lleva al quebranto, y reclaman soluciones estructurales.

Federico Aguer

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“La vida te la dan, pero no te la regalan. La vida se paga, por más que te pese. Así ha sido desde que Dios echó al hombre del Edén, por confundir lo que está bien con lo que le conviene”, dice Serrat.

Detrás de sus conveniencias ha ido la lechería, acomodándose como pudo a los cambios de reglas, y dejando de lado eso “que está bien”.

Y en ese resignar cotidiano, los tamberos vienen acumulando frustraciones. Porque les da bronca y los irrita hasta la exasperación que les digan una y otra vez que la “sobreoferta” es un problema, en vez de ser una oportunidad; y que el precio de su producción (al menos en Santa Fe) ya va por el segundo mes de baja: $1,545 x litro para la liquidación de junio ($ 0,011 menor a mayo y apenas $ 0.001 por encima de junio del año pasado). Con una inflación anual superior al 30 por ciento y en dólares para sus insumos, los números son a todas luces, deficitarios.

Esta semana se juntaron casi 300 tamberos en Suardi para apurar soluciones. Una convocatoria que habla de la realidad que aglutina a un sector históricamente disgregado. Hoy, incluso, la asfixia también es para los medianos. “Un productor con 4 tambos tuvo que vender 100 animales para cubrir el mes”, le dijo a Campolitoral un tambero que estuvo presente. “En la asamblea se respiró mucha bronca, un clima enrarecido que me asustó un poco”, agregó la fuente. Los presentes acordaron que la recomposición del precio debería trepar hasta los 30 centavos por litro, de lo contrario, “en un mes se cae todo”.

El lunes quedaron en reunirse con los referentes de la usina radicada en aquella localidad, y de no haber una mejora, volverán los bloqueos. Algunos, incluso, propusieron salir a las rutas. La industria, por su parte, insinuó no estar en condiciones de afrontar semejante suba, lo que no presagia buenas noticias precisamente.

Si el Gobierno nacional no quiere pasar la a historia como el período en el que colapsó la producción lechera en la Argentina, deberá asumir la trascendencia del momento y hacer aparecer el dinero para subsidiar la coyuntura, sentando las bases de una solución al problema estructural.

“Si a plazos o al contado la vida pasa factura, rebaña y apura hasta las migajas. Que si en cada alegría hay una amargura, todo infortunio esconde alguna ventaja”, repasa el catalán. Que la crisis sirva para “parar la pelota”, sentarse y asumir el compromiso de sentar las bases para un funcionamiento previsible de la actividad.