VALERIA Y CAROLINA SACCO

“Tenemos que comprometernos con nuestra calidad de vida”

La concreción de espacios para talleres de cocina natural es la herramienta que encontraron para difundir información y su propia experiencia sobre la salud y los alimentos. Lejos del consumo y más cerca del bienestar.

Ana Laura Fertonani

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El grupo ya casi está listo, no se esperaban tantas personas en el taller de cocina natural coordinado por las hermanas Sacco, Carolina y Valeria. Es sábado por la tarde y antes de comenzar a enseñar a combinar los alimentos inauguran la ceremonia del encuentro con un café de cebada, unos scones de harina integral y pasas de uvas, seguidos de otros bocados dulces y salados, sabores nuevos y ricos.

Las hermanas hace cuatro años que vienen proponiendo espacios de aprendizaje e información sobre una alimentación rica, saludable y posible, desde la experiencia. La primera que dio el paso fue Valeria cuando hace 13 años dejó de comer carne simplemente porque su organismo la rechazaba y comía muy mal. “Los nutricionistas me decían que volviera a la carne, entonces reforcé en lácteos y estuve alimentándome unos cuantos años muy mal por desinformación, hasta que di con Néstor Palmetti (www.nutriciondepurativa.com.ar) y él me informó de cómo debía combinar los alimentos. Cometemos muchos errores por no saber, aumenté 14 kilos”, cuenta.

Varios de los presentes son vegetarianos, inclusive veganos (basado en el respeto por los animales), algunos muy jóvenes. Una abuela cuenta que su nieta de 5 años no quiere comer carne y pregunta con qué se reemplaza. Ellas contestan: “La carne no se reemplaza, no necesita ser reemplazada porque todo lo que consumimos tiene proteínas, calcio, hierro”. La alimentación que proponen está basada en cereales, legumbres y verduras, “es una alimentación muy económica”, aseguran.

“Hay muchas tendencias que salieron ahora que estaban como escondidas: vegetarianos, veganos, macrobiótica, alimentación crudívora, que han ido demostrando que el hombre puede vivir sin comer carnes, y sin harinas”, señalan en diálogo con El Litoral.

BENEFICIOS

—¿Cuáles fueron los beneficios del cambio de alimentación?

Valeria: —Lo que más me sorprendió es cómo modifica las emociones, influye en el carácter, ni hablar de la vitalidad, tu cuerpo responde mejor a las condiciones climáticas extremas, desaparecen el estrés y la depresión. Salís del consumismo, cambian los parámetros, cambia todo. Estamos acostumbrados a comer como un trámite, y el alimento es la base, somos lo que comemos, entonces respetemos la naturaleza y respetemos el momento de comer. Tenemos tanta conciencia a la hora de comprar un par de zapatos, una campera, todo para el exterior y no tomamos conciencia de que lo que comemos es realmente lo que va a hacer que tengamos salud, un buen cuerpo.

Ellas llaman la atención sobre la alimentación de cada uno y sobre todo la de los niños: “Es práctico abrir un paquete y darle chizitos a los chicos, una gaseosa, pero le estamos generando una carga de toxicidad muy grande e innecesaria. Hoy los chicos tienen enfermedades grandes a escasa edad. No nos detenemos a pensar lo que estamos haciendo con nuestras vidas”.

La propuesta que promueven tiene que ver con la calidad del alimento, que sea orgánico, no transgénico, sin pesticidas, que tenga nutrientes por lo tanto que no esté refinado, y que tampoco tenga conservantes, ni colorantes, ni aditivos. “Estos agregados no están dados en función de la salud del consumidor”, sostienen y proponen que cuando uno va al súper lea las etiquetas y vea la cantidad de componentes que se consumen -por ejemplo- para un agua saborizada: “Tiene 17 componentes, necesitan 17 componentes para saborizar el agua y no necesitamos tomar agua saborizada”, sentencia Carolina. Ella siguió los pasos de Valeria junto con su marido y su hijo: “Cuando lo conocimos a Palmetti tiramos todo lo que teníamos industrializado de las alacenas y decidimos consumir natural y nos conectamos con productores, gente que ni sabíamos que existía, que cosecha y trabaja para la calidad de vida. Entonces paguemos lo que vale su trabajo y valoremos porque nos están cuidando”.

Las Sacco en sus talleres dan una serie de recetas “posibles, saludables y ricas”, tendientes a realizar cambios graduales como usar azúcar mascavo o integral, sal marina, incorporar las harinas integrales, también las algas “que son maravillosas”. “Proponemos una cocina flexible, porque sabemos que no es fácil; si uno se pone muy estricto termina peleado con el mundo, generando mal clima o abandonando esos cambios”.

“Nos llama la atención la cantidad de jóvenes interesados en el cambio de alimentación con tendencia a ser vegetarianos y veganos, y eso es muy bueno, porque lo mejor es cuando la gente toma conciencia antes y no llegar a un estado de enfermedad para tomar conciencia”.

Información

Los espacios de taller de cocina natural se concretan una vez al mes en distintos lugares. Los interesados pueden comunicarse al teléfono 4890753; e-mail:[email protected].

/// EL DATO

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Carolina y Valeria, lejos de los productos industrializados, enseñan a hacer leche de almendras, avena y quinoa entre otras propuestas naturales.

Foto: GENTILEZA CAROLINA Y VALERIA SACCO.

Desde la experiencia

Saben que los talleres y propuestas de información y difusión están construidos desde la experiencia: Valeria ya había decidido hacerse cargo de su salud y terminaba de hacer una dieta de depuración cuando tuvo un accidente de tránsito muy fuerte, con fractura expuesta de tibia.

“El problema fue que el hueso estuvo mucho en el asfalto y la pierna tenía cantidad de bacterias, al estar tan complicada tuvieron que sacar mucho hueso y tenía pocas probabilidades de salvarla, por una infección muy grande. Convencida de que ‘tu alimento sea tu medicina’ y de que ‘tu medicina sea tu alimento’, seguí el proceso: cuando salí del sanatorio reemplacé los antibióticos, anticoagulantes, el refuerzo de hierro, todo por alimento. Me hice un cronograma de hierbas y alimentos que necesitaba mi cuerpo para recuperarse. Fundamentalmente me preocupé más por el intestino que es la base, mi sistema inmunológico, que tenía que funcionar muy bien y sacar todas las bacterias que estaban dando vuelta. Después sí me preocupé por el calcio: me faltaban 3 cm de hueso para regenerar y tenía que soldar de nueve maneras distintas para que la pierna puede estar bien. Y lo hice, todo con alimentación, sin consumir un lácteo por supuesto. Todo con semillas de sésamo, almendras, hojas verdes, la raíz de maca que tiene mucho calcio, el té verde que es un maravilloso anticoagulante y realmente los médicos no lo podían creer. Esto no es magia, es un proceso largo, estuve dos años, me lo tomé con paciencia y conciencia de saber que lo podía hacer”.

“El accidente me llevó a comprobar que se podía; la gente tiene otras alternativas para sanarse. Hay enfermedades que aunque te digan que es de por vida no son de por vida, se curan, todas se curan, pero hay que hacerse cargo”.