Entrevista exclusiva

“Volví con una mano atrás y otra adelante, pero en libertad...”

Tras cumplir una reclusión de 4 años y 10 meses en una unidad carcelaria española, Carlos Ríos se radicó en el sur de la Argentina para trabajar en una usina y enseñar boxeo. Convencido de haber pasado una etapa aleccionadora, está seguro de poder rehacer su vida.

“Volví con una mano atrás y otra adelante, pero en libertad...”

Reflexivo. Ríos habló de todo, con la entereza y la claridad que siempre lo caracterizó. Agradece infinitamente a todos los que lo ayudaron ha superar su situación en España y lo están haciendo también ahora, en su reinserción en la sociedad argentina. Foto: Agencia Santo Tomé


Sergio Ferrer

El relato es fluido y lo suficientemente pausado como para seguirlo sin perder ningún detalle. El que habla es el ex boxeador y ahora entrenador de boxeo Carlos Alberto Ramón Ríos (41 años), quien estuvo pasando unos días de vacaciones en Santo Tomé después de un período de trabajo en el sur del país, para ser más precisos en Río Turbio, provincia de Santa Cruz.

Hasta allá se fue el pasado mes de enero, convocado por su amigo Alberto René More, otro púgil santafesino, después de haber recuperado su condición de hombre libre, hecho que se concretó el 19 de diciembre de 2011, tras pasar un período de unos 4 años y 10 meses de reclusión en España, la gran parte de ese tiempo en el Centro Penitenciario La Moraleja, unidad carcelaria ubicada en Dueñas, provincia de Palencia.

“Estoy trabajando en una planta generadora de energía, una usina que está construyendo el gobierno de la Nación, situada en la zona de Pico Truncado y un lugar llamado Veintiocho. Allí hay varias empresas trabajando y yo estoy en una de la más grandes (Infa), como ayudante de cocinero. Creo que hasta septiembre seguiré así, pero en octubre es más que probable que deje la cocina y empiece como ayudante de soldador, dentro de la misma obra; ahí se gana un poquito más y se trabaja más, pero ya es otra cosa”, describe Carlitos al iniciar la charla.

“Cuando llegué de España, el 21 de diciembre pasado, sólo tenía lo puesto; volví con una mano atrás y otra adelante, pero en libertad, que es realmente lo que más importa”, expresa a continuación.

“Se extraña un montón”

“Tuve que empezar otra vez y me duele mucho, porque con todo lo que me pasó, venirme desde tan lejos y encontrarme sin nada, es como tener que volver a aprender caminar”, expresó con tristeza.

“Es que se extraña mucho la familia, especialmente la vieja y los chicos, pero yo sabía que ahí donde estoy ahora podía comenzar una nueva etapa de mi vida y por eso tomé la decisión de irme al sur”, acotó.

“Esto que me está pasando ahora también es muy importante para mí, porque me permite transitar nuevamente por la calle, por la buena senda. Conocí gente nueva, que me valora como soy y está dispuesta a ayudarme”, completa.

“Con More y un muchacho de Rafaela, Carlos Algarañaz, estamos trabajando en el gimnasio municipal de Río Turbio; como el boxeo allá está flojo, medio abandonado, entre los tres lo queremos levantar”, resalta Carlitos, sin dejar de mencionar que en ese lugar tienen aproximadamente 80 personas, muchas de ellas chicos que quieren hacer sus primeras armas en el viril arte de los puños.

“De todas maneras, lo que hacemos por ahora es lo que podríamos llamar boxeo recreativo, porque no tenemos licencias como técnicos federados; no obstante ello, a veces sale alguna pelea para los pibes que son aficionados en Chile y allá vamos. Con una revisión médica, un electroencefalograma y un fondo de ojos te los dejan pelear”, añade.

Cuestiones de convivencia

“Allá, lo peor, o lo más bravo es el maltrato entre compañeros de trabajo; ése es el principal problema que se le puede presentar a aquellos que te quieren subestimar, como a mí me pasó con los colombianos en 2010, en la cocina”, analiza Carlos, que salió perjudicado de dicho altercado, ya que lo sacaron unos meses del módulo de respeto (para reclusos de buena conducta) y lo pasaron a uno común (“ahí estuve conviviendo con tipos muy peligrosos, violadores, asesinos, de todo un poco”, comenta), aunque luego pudo lograr que se revisara su situación y lo devolvieran donde estaba.

“Los chabolos en los que vivíamos son celdas para dos personas; nunca tuve compañeros peligrosos y por lo general estuve con paisanos, acotumbrados a llevar esa vida”, sigue explicando. “Lo importante es superarte día a día, haciendo talleres y trabajando; por eso hice cursos de agricultor y de electricidad, aunque a éste no lo terminé porque empecé en la brigada de la limpieza, lo que me permitía recorrer toda la penitenciaría; también estuve trabajando con aberturas de aluminio (unos cuatro meses) y obviamente de ayudante en la cocina”, concluye.

Por su conducta, la pena original le fue reducida a 6 años y fracción. Pudo salir antes, beneficiado por una serie de disposiciones internas del penal, llamadas hojas meritorias. En octubre de 2013, si él lo quisiera, podría volver a España como hombre libre.