Toronto, capital mundial del inmigrante

Carlos Vernazza (*)

Canadá, el segundo país del mundo en superficie detrás de Rusia, es, a su vez, tres veces y media más grande que la Argentina. Allí viven apenas 33 millones de personas, con este agregado: el 80 por ciento habita en una franja situada a no más de 250 kilómetros de la frontera con los Estados Unidos. La razón es muy simple, es la única zona donde el clima no llega a ser polar. En el país de los hielos, las coníferas y los cereales existen dos idiomas: inglés y francés. Los argentinos, para ingresar, necesitamos un visado, pero el trámite es rápido y sencillo.

Entre sus ciudades, Toronto tiene la particularidad de ser hospitalaria como ninguna otra en el planeta, ya que la mitad de sus pobladores no nació en Canadá. Con esta característica sólo se le asemeja Miami, que tiene un 40 por ciento de extranjeros.

Toronto, también llamada “la buena”, está situada en Ontario, el principal estado del país y es la más parecida a una metrópoli de una superpotencia. Su arquitectura y modos de vida no tienen mucho que ver con las ‘francesas’ Montreal y Quebec. Es la capital económica y cultural de Canadá y es también es la más poblada, con 6.300.000 personas. Allí se encuentran la cuna de la moda, la gastronomía y la diversión. Su festival de cine, que se hace cada septiembre, tiene fama mundial, porque es donde se filma la mayoría de las películas del país.

La ruta más larga del mundo

Canadá tiene un gran atractivo para los que disfrutan recorrer en auto, ya que con 7.800 kilómetros de asfalto, posee la carretera más extensa del mundo, que va de Vancouver a Saint Johns. Hacer este camino lleva aproximadamente treinta días, porque vale la pena detenerse en paisajes deslumbrantes como la cadena de las Rocallosas y el inimitable Parque Nacional Banff, entre otros.

Al contrario de Australia y de Nueva Zelanda, también descendientes de ingleses, en Canadá se circula por la derecha y el sistema numérico no es con millas, sino con kilómetros. Otro pequeño detalle: su código internacional de teléfono es el 1, el cual comparte con Estados Unidos, un caso único.Pero si usted es un amante de los trenes y quiere hacer un recorrido similar, podrá tomarse el Transcanadiense, que demora cuatro días para cubrir los 6.350 kilómetros de vías. La formación tiene todas las comodidades y techos panorámicos de cristal para disfrutar de los interesantes poblados por los que pasa. Si le gustan las compras, puede quedarse un día en Edmonton, donde funciona el shopping más grande del planeta.

Ciudad multicultural

Toronto es multicultural por una razón muy simple, aquí viven inmigrantes de 165 países y de 158 etnias. Hay muchos italianos y latinoamericanos, pero prevalecen los chinos, que como sucede habitualmente tienen su barrio propio. Por algo en idioma hurón Toronto significa “lugar de encuentro”.

En la Argentina, por su parte, aumentó mucho la inmigración de países vecinos. Según el último censo, entre nosotros viven 550.000 paraguayos, 345.000 bolivianos, 192.000 chilenos, 157.000 peruanos y 116.000 uruguayos. El Museo Royal, entre otros, es una fuente de cultura inagotable para el visitante. En lo referente a la arquitectura tiene varios motivos para jactarse, como por ejemplo su torre de televisión de 553 metros, que durante treinta y cinco años, hasta el 2010, fue la más alta del mundo. Dicen los que la frecuentan que en un día sin nubes, y con la ayuda de prismáticos, se pueden ver las cataratas del Niágara, ubicadas a 125 kilómetros. Pero este periodista no tuvo esa suerte.

Hablando de las cascadas, una manera interesante de ir hasta ellas es en barco, a través del lago Ontario. Los pocos viajeros que lo hacen en invierno tienen una recompensa extra: allí, en el límite entre Canadá y Estados Unidos, se practica patinaje sobre hielo, debido a que la temperatura desciende hasta los 30º bajo cero. Además, como si esto fuera poco, a fines de diciembre se realiza el Festival de las Luces, donde las cataratas son iluminadas por tres millones de bombillas.

Hockey, pasión nacional

Otro orgullo de los toronteses es que son la capital del hockey sobre hielo, una pasión nacional. El básquet es su segundo deporte, pero el fútbol está muy lejos del entusiasmo popular. También se enorgullecen del Rogers Centre, el estadio multideportivo situado junto a la torre de televisión, que fue el primero en poseer techo retráctil y un hotel de 348 cuartos, setenta de los cuales tienen vista hacia el campo. Para movilizarse por la ciudad puede hacerlo mediante el transporte público, que es un verdadero lujo en eficiencia, puntualidad y limpieza.

Toronto, como ya mencionamos, se encuentra en el pujante estado de Ontario. Este, si fuera un país independiente, ocuparía el lugar 40 por su producto bruto interno. Como referencia, la Argentina ocupa el lugar 27.

El valor de esta región es enorme ya que alberga 6.500 fábricas. Allí las inversiones son fáciles de conseguir porque forma parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) y por su cercanía con la superpotencia.

Bajo tierra

Al revés de lo que podría imaginarse, los millones de inmigrantes no forman guetos con sus connacionales, sino que es un enjambre hiperactivo que se relaciona sin mayores dificultades.

La criminalidad es muy baja, la menor de Norteamérica. Un ejemplo palpable lo tuvieron quienes vieron la película documental de Michael Moore, Bowling for Columbine, donde el director estadounidense muestra que en una ciudad canadiense, cercana a su vecino del sur, las casas permanecen sin llave y las bicicletas están en las veredas sin candados.

Otra notable curiosidad que ofrece Toronto, al igual que Montreal, es una construcción obligada por sus bajísimas temperaturas. Se trata de una “ciudad subterránea” para subsistir en el invierno, la cual reúne todo tipo de comercios. Tiene una extensión de 28 kilómetros y es un lugar insólito en el mundo.

(*) Ex subdirector de El Tribuno.

Toronto, capital mundial del inmigrante

La torre de televisión de 553 metros fue durante treinta y cinco años, hasta el 2010, la más alta del mundo. A su izquierda, el famoso estadio Rogers Centre. Foto: Archivo El Litoral