Tomada, con récord de permanencia en el cargo

Ministro que da consejos

Carlos Tomada es generoso. Le enseñó al reo José Pedraza cómo conservar su gremio y ahora aconseja “cuidar el empleo”. Del tema sabe: lleva más de 110 meses de ministro.

b.jpg

Carlos Tomada

Foto: Archivo El Litoral

Sergio Serrichio

[email protected]

La reciente advertencia del ministro de Trabajo, Carlos Tomada, de que “hay que empezar a cuidar el empleo” es, aunque indirectamente, el reconocimiento oficial más claro de que el “Modelo” oficial está en aprietos.

Si se la toma literalmente, es una frase de perogrullo. Pero en un gobierno que niega los problemas, recurriendo incluso a la falsificación estadística, y cuando los reconoce los atribuye a fuerzas enemigas (la oligarquía, el neoliberalismo, los medios, “la derecha”, etcétera) o fuera de su responsabilidad o control (por caso, el “mundo que se nos cae encima”), se trata de una admisión importante.

La frase viene, además, cargada de autoridad. Aunque en 2011, fue compañero de fórmula del senador Daniel Filmus en las elecciones porteñas, Tomada lleva más de 110 meses ininterrumpidos al frente de la cartera laboral y es, junto a su par de Planificación, Julio de Vido, el ministro de mayor permanencia en su cargo desde el retorno de la democracia. El hombre sabe “cuidar su empleo”. Y hasta da recomendaciones al respecto, como hizo con José Pedraza, titular de la Unión Ferroviaria (UF) y acusado como “autor intelectual” del asesinato del militante trotskista Mariano Ferreyra, a quien aconsejó cálidamente cómo preservar su conchabo.

Trayectoria

El 14 de enero de 2011, a menos de tres meses del asesinato de Ferreyra, ya identificado el autor material y la cadena que llevaba a Pedraza como “autor intelectual” del crimen, Tomada, en una jugosísima conversación, que consta en los expedientes de la investigación judicial, le dio al titular de la UF un par de consejos sobre cómo retener la conducción del sindicato en las elecciones que se avecinaban y que posteriormente Pedraza ganó, ya desde la cárcel.

No se sabe si Pedraza asistió a algunos de los “actos culturales” de la agrupación kirchnerista Vatayón Militante, pero inquietudes no le faltan: era “secretario de Cultura” de la CGT moyanista, cuando ésta estaba en buenos términos con los Kirchner. De hecho, la UF de Pedraza y los camioneros de Moyano fueron los principales beneficiarios, en 2006, de un arreglo pergeñado por el gobierno de Néstor Kirchner que los hizo socios a partes iguales (el 9,5 % cada uno) en la titularidad del Ferrocarril Belgrano Cargas, junto al grupo Roggio, Franco Macri y sus socios chinos. Por esa participación, se calcula que la UF y el gremio de los camioneros manejaron más de 500 millones de pesos de subsidios entre 2006 y el año pasado.

Además de culto y rico (fue apresado en su piso de 200 metros cuadrados en Los Faros de Puerto Madero, el edificio más alto de la Argentina), Pedraza siempre eligió bien a los abogados de su sindicato: no sólo lo tuvo a Tomada, sino también a su actual viceministra, Noemí Rial, e incluso al ex esposo de ésta, Héctor Rodríguez, ex ministro de Trabajo de Carlos Menem. En suma, Pedraza nunca estuvo mal asesorado. Y Tomada nunca olió mal los vientos del poder sindical. Ahora, en cambio, está oliendo problemas.

a.jpg

José Pedraza

Foto: EFE

En números

La preocupación oficial es entendible. Según los datos oficiales, hacia el fin del primer trimestre, el total de empleos aumentó 0,6% respecto de igual período de 2011, apenas 56.000 empleos, insuficiente para absorber la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo. Si la tasa de desempleo no aumentó, fue simplemente porque cada vez más gente deja de buscar empleo. Con toda seguridad, los números del segundo trimestre serán peores.

El problema no es nuevo, pero se ve agudizado por las dificultes fiscales. Si bien la creación de empleos en el sector privado fue vigorosa en la primera etapa de la recuperación tras el colapso de la convertibilidad, hace rato perdió impulso. Por caso, del 23% del aumento total del empleo verificado entre 2003 y 2010, 18 puntos ocurrieron entre 2003 y 2007. El problema es más serio aun, ya que entre 2007 y 2011 el ritmo de crecimiento del empleo en el sector público duplicó al verificado en el sector privado: 26,8 vs. 13,4 por ciento. De resultas, ya el año pasado el empleo público total alcanzó los 2,4 millones de personas.

A su vez, dentro del sector público, el mayor aumento del empleo se dio a nivel provincial y municipal, en ambos casos más del 30 por ciento. No es que la Nación haya sido tímida: el empleo en los bancos nacionales y en las empresas públicas aumentó en ese período 81 y 67%, respectivamente. A lo que debe sumarse que el salario promedio del empleo público total es 13% superior al salario promedio del sector privado registrado (esto es, en blanco).

Perfiles

Las planillas de “distribución funcional del ingreso” publicadas por el Indec a fin de junio pasado echan más luz sobre el perfil de los conchabos públicos: el sector donde más creció la “masa salarial” fue el de “Medios de Comunicación del Estado” (53%), seguido por “Poder Legislativo” (49,5%).

Esas mismas planillas muestran la anemia del crecimiento del empleo privado. En el “Modelo productivo de matriz diversificada con inclusión social” del que se ufana la presidenta, la principal rama de “empleo manufacturero” pasó a ser el ítem Panaderías (no es una broma), seguido de cerca por Matanza de Ganado (frigoríficos). Y no tanto porque las panaderías empleen ahora más gente, sino porque en los últimos tres años, los frigoríficos echaron más de 4.000 personas, tributo a las políticas esclarecidas del secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

Desde 2007, la anemia en la creación de empleo privado, aún en años de alto crecimiento, fue enmascarada por el Estado. Pero tras más de un quinquenio en que el gasto público creció más del 30 por ciento anual, las finanzas públicas flaquean. El gobierno nacional recurrió a cajas de liquidez, como la Anses (que administra los reestatizados fondos que habían acumulado las AFJPs), el BCRA y hasta, recientemente, los “programas especiales” de las obras sociales sindicales. Además, por supuesto, del invisible “impuesto inflacionario”.

Ni las provincias ni los municipios tienen esos recursos. Y por eso una simple cuestión administrativa, como el pago de aguinaldos, se está transformando en un drama para gobernadores e intendentes en todo el país.

De ahí, los dichos de Tomada. Un hombre que, de cuidar el trabajo y asesorar, evidentemente sabe.