Una política para prevenir las caries

“Fluorar el agua es una medida de salud pública”

Lo aseguró Andrea Obregón, directora provincial de Odontología, para explicar por qué el gobierno provincial, después de cinco años, volvió a fluorar el agua potable.

De la Redacción de El Litoral

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Tras cinco años de interrupción, la provincia de Santa Fe volvió a fluorar el agua potable como una acción preventiva de salud pública. “Este tipo de medidas son pensadas cuando las patologías tienen una prevalencia que afecta a la mayor parte de la población, como es el caso de la caries. Entonces se piensa en fluorar el agua como una estrategia universal de llegada a todos, sobre todo a los más vulnerables desde el punto de vista socio-económico y de acceso a los servicios”, explicó Andrea Obregón, directora provincial de Odontología.

Una investigación realizada por la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) reveló que gracias a la fluoración del agua aumentó la cantidad de niños de 7/8 años sin caries: del 45 % en 1994 al 70 % en 2001. Además, los niños de 12/13 años sin caries se incrementaron del 12 % en 1994 al 25 % en 2001.

“Un miligramo de flúor por litro de agua, que es la dosis definida por ley y por todos los informes técnicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), produce un efecto preventivo sobre la caries”, afirmó Obregón y agregó: “Fluorar el agua es una medida de salud pública para una población que varía mucho en el acceso a los servicios y a las pastas fluoradas -que puede recetar el odontólogo- por la dificultad económica”.

Proceso de fluoración

El Ministerio de Salud de la Nación se encarga de comprar el flúor, que proviene de Canadá, Bélgica o China, y de distribuirlo a las provincias.

En la planta de Aguas Santafesinas (Assa) se lleva a cabo el proceso de potabilización del agua: desde su extracción del río hasta su conversión en agua apta para el consumo. Durante este proceso el agua va perdiendo los gérmenes, gracias a diferentes procedimientos y al agregado de productos químicos, como cloro y cal.

La cantidad y concentración de cada uno de estos productos lo determina el laboratorio de planta, según la calidad del agua. “La empresa tiene un contrato de concesión, por el que tenemos que cumplir con la ley provincial 11.220, que define los parámetros de calidad del agua”, explicó el ingeniero Emilio Cepero, gerente de calidad de Assa.

El agregado de flúor es un paso más dentro de la potabilización. La planta cuenta con un lugar especial para almacenar las bolsas de 25 kg. Un operario por turno es el encargado de pesar la sal de flúor y de disolverla con agua en las cubas con agitadores. Así se produce una solución de sílico fluoruro en agua, que es conducida al punto de inyección, donde las bombas son las encargadas de dosificar la cantidad precisa.

“Es un sistema muy confiable porque el operador pesa una cierta cantidad de sal de flúor, la disuelve en una cuba y el volumen de agua con la concentración va siendo dosificado. No se corre el riesgo de que una bolsa se caiga adentro de la cuba. Está todo controlado”, precisó el ingeniero.

Consultado acerca de la cantidad de flúor que se le agrega al agua, detalló: “La cantidad que toma la ley provincial y el contrato de concesión es la que establece la normativa de la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS)”.

La OMS establece un valor guía para el ajuste de los fluoruros en 1,5 mg/litro como máximo. En la planta de Assa se coloca 0,8 mg/litro.

Cepero explicó que para la empresa dosificar flúor es “un gran esfuerzo”. “No es un proceso simple: hay personal afectado las 24 horas del día y hay que mantener los equipos funcionando (bombas dosificadoras, agitadores, balanzas)”, indicó y remarcó: “Pero además de cumplir con nuestro contrato, consideramos que tenemos una función social de mejorar la calidad de vida de la población que recibe el agua fluorurada”.

Desde que se retomó esta política de fluoración del agua, se escucharon algunas voces en contra. Consultada al respecto, Obregón reconoció: “No son mentiras los efectos que se dicen del flúor en dosis elevadas. Las sustancias pueden ser tóxicas en función de la dosis que se administre. Pero no hay ningún estudio que pruebe que 1 mg por litro produzca ningún efecto contrario al que estamos buscando, que es el preventivo”.

Para la funcionaria, quienes rechazan esta medida están desinformados acerca de la responsabilidad tanto del Estado provincial como del nacional y de la OMS. “Hay más de 2.000 ensayos probados sobre la efectividad del flúor, sin ningún efecto contraindicado ni dañino para la salud”. E insistió en que el porcentaje aplicado en el agua potable es la recomendada y que se realiza la “vigilancia química” para controlar que la dosis que sale en la canilla es la correcta.


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Antecedentes

La provincia de Santa Fe comienza con la fluoración del agua potable en 1969 y se convierte en una de las primeras de Latinoamérica en efectivizar esta medida. En 1975, se sanciona la Ley Nacional 21.172, que prevé la provisión de las sales fluoradas por parte del Estado nacional para que las provincias que cuentan con plantas potabilizadoras pongan en marcha esta política pública de prevención. Luego de varias interrupciones, en 1994 la provincia comenzó a fluorar las aguas en las plantas de potabilización que abastecían las ciudades de Rosario, Villa Gobernador Gálvez, Granadero Baigorria, Reconquista y la reanudó en la ciudad de Santa Fe.

“Esto se realizó hasta 2007, cuando se suspendió la fluoración del agua porque Nación no entregó más el producto. Ahora, lo vuelve a suministrar y se retoma la fluoración”, explicó el ingeniero Emilio Cepero, gerente de calidad de Assa.