Santa Teresa Benedicta de la Cruz

María Teresa Rearte

“Como una Piedad... sin el Cristo” (*)

En el curso de la historia humana cada persona vive la suya. Así pasó con Edith Stein, nacida en Breslau, el 12 de octubre de 1891, en el seno de una familia judía. De quien la liturgia católica hace -anualmente- memoria el día 9 de agosto.

Estudió Letras germánicas, Historia y Psicología. Pero su mayor inquietud la experimentó por la Filosofía, que en ella se convirtió en una pasión que abarcó no sólo su intelectualidad, sino también su corazón. Y de este modo, su personas. Que la puso en el camino de la búsqueda de la verdad. A la cual finalmente encontró en Cristo, luego de leer la Autobiografía de Santa Teresa de Jesús, que la lleva a exclamar: “Esto es la Verdad”.

Convertida al catolicismo, en 1934 tomó el hábito carmelitano. Y cambió su nombre por el de Teresa Benedicta de la Cruz. El cual es toda una definición del sentido de su profesión religiosa. “En cuanto a mí, dice San Pablo, Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo”. (Ga 6,14). Palabras que bien pueden sintetizar la experiencia humana y espiritual de Teresa Benedicta de la Cruz, a quien el Papa Juan Pablo II canonizó el 11 de octubre de 1998. Y reconoce en ella a una “eminente hija de Israel e hija fiel de la Iglesia”. (**)

En un mensaje a la Priora del Carmelo de Echt, le dice: “No se puede adquirir la ciencia de la cruz más que sufriendo verdaderamente el peso de la cruz. Desde el primer instante he tenido la convicción íntima de ello, y me he dicho desde el fondo de mi corazón: Salve, oh Cruz, mi única esperanza”. Precisamente así, La ciencia de la Cruz, se titula la última obra que Edith Stein había empezado a escribir en agosto de 1941. Y continuaba elaborando cuando fue arrestada.

“Siguiendo el ejemplo de San Juan de la Cruz, toma también ella esta cruz, en la que reconoce la fe profunda y el destino sublime de su propia vida. Por el estudio de las obras del doctor Místico de la Iglesia, llega a concebir la Ciencia de la Cruz en su doble significado de teología de la Cruz y de escuela de la Cruz, es decir, como vida bajo el signo de la Cruz”. (***)

Las palabras de Ester, una hija de Israel, en tiempos del exilio en Babilonia, “Señor, date a conocer en el día de nuestra tribulación y fortaléceme” (Est 4,17r), son puestas por la liturgia católica en labios de Edith Stein, hija de Israel e hija de la Iglesia por el Bautismo, testigo de la fe en el siglo XX. Ella vivió su propia experiencia ante el peligro representado por el poder de un Estado totalitario, que puso en marcha un racismo de exterminio implacable y siniestro. “Al celebrar de ahora en adelante la memoria de la nueva santa, decía Juan Pablo II, no podemos menos que recordar, año tras año la shoah, ese plan de exterminio de un pueblo, que costó la vida de millones de hermanos y hermanas judios...” (**)

Ella, que buscó con empeño la verdad, escribió: “Ninguna obra espiritual viene al mundo sin grandes tribulaciones”. Teresa Benedicta de la Cruz las conoció.

Mientras se encuentra en oración en el Carmelo de Echt, el 2 de agosto de 1942 es arrestada por dos oficiales de la Gestapo. E internada en el campo de concentración de Drente-Westerbork (Holanda), junto con su hermana Rosa. El 7 del mismo mes y año son deportadas al campo de concentración de Auschwitz (Polonia).

Junto con su hermana, Edith muere en la cámara de gas de Auschwitz, el 9 de agosto de 1942. Sus cuerpos son enterrados en la fosa común. (****)

Una testigo, que más tarde logró escapar, ha dejado este relato: “(...) Mi impresión es que ella estaba interiormente consternada, pero no tenía miedo..., pensaba en el sufrimiento que aguardaba a los otros. Su figura aún me impresiona, cuando la recuerdo sentada en el barracón, como una Piedad sin el Cristo”.

Por naturaleza somos criaturas que dependemos de los sentidos. A las que es necesario recordar la vanidad del mundo. Las que son invitadas a recibir por la fe el mensaje que nace de la Cruz de Cristo. Y participar de la misma. Y encontrar por el amor la unión con Dios.

(*) Palabras de una testigo, que la conoció en el campo de exterminio.

(**) Beato Juan Pablo II: Homilia de la Misa de Canonización de Edith Stein.

(***) P. Fr. Romeo Leuven, O.C.D.: en Introducción a Edith Stein, “La ciencia de la Cruz”. Edit. Monte Carmelo. Burgos, 1994.

(****) Data oficial de la muerte, en “Gaceta Holandesa”, el 16/02/1950.

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Estaua bendecida por el papa Benedicto XVI en 2006 de Edith Stein, judía convertida al catolicismo y muerta en el campo de concentración de Auschwitz, canonizada en 1998 por Juan Pablo II. Foto: Archivo El Litoral