Un talento que trasciende al momento histórico

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Vivió 101 años; fue bailarina, fotógrafa y actriz. Más allá de su vínculo al régimen nazi, siguió filmando hasta los 97 años.

Nació en ALEMANIA apenas despuntaba el siglo XX, y vivió 101 años. Filmó los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 de forma magistral y maravilló con su cámara. Pero su cercanía con Hitler y el régimen nazi trascendió más que su particular forma de hacer cine. Una semblanza de Leni Riefenstahl.

TEXTO. ANA MARÍA ZANCADA

Fue una mujer valiente que tuvo que aprender a sobrevivir a sus errores. Inteligente y tenaz, sobrellevó con valentía todos los escollos que tuvo en su centenaria existencia. Fue protagonista y testigo de históricos momentos de la humanidad, que supo reflejar con exquisitez e inteligencia en la obra que legó a través de su trabajo.

Acusada de oportunista y, lo que es peor, propagandista del nefasto poderío nazi, su obra y su talento han sido ignorados y se ha tratado inútilmente de negar la capacidad creadora de esta mujer que eligió mal, en un momento trágico para la humanidad. Así y todo, su inteligencia y la calidad del trabajo realizado fueron un legado que no se puede ignorar.

Leni Riefenstahl nació en Berlín el 22 de agosto de 1902. Niña inquieta e inteligente, estudió danza en sus primeros años, pero cuando ya había comenzado a ganarse un lugar en ese mettier tuvo un desgarro en una pierna, lo que la obligó a dedicarse a otra cosa.

Ya era una bella joven, de expresivos ojos claros, con marcadas condiciones artísticas, y entró en el mundo del cine, protagonizando tres películas que la lanzaron al estrellato.

Pero era demasiado inquieta para actuar y ser dirigida solamente; así fue que en 1931 se lanzó a escribir, dirigir e interpretar su propio film, “Das blau Licht” (La luz azul) que asombró al mundo, incluido al propio Charles Chaplin, que tuvo elogiosas palabras hacia la joven creadora. En sus memorias, Leni se refiere a este primer trabajo: “yo estaba fascinada por los efectos que pueden alcanzarse con los cortes e imágenes. El estudio de montaje se convirtió para mí en un taller mágico. Fue orientándome cada vez más hacia la creación de películas. Al principio me resistía porque era actriz, pero me dominaba el deseo de crear algo yo misma”.

Pero el destino le tenía preparado un protagonismo que ni ella podía imaginar.

EL ENCUENTRO CON HITLER

En 1931, asistió a un mitín nacionalsocialista y quedó fascinada con la personalidad de Adolf Hitler. “Fue como si se abriera la tierra delante de mí”, confiesa en sus memorias. Entonces le escribió una carta manifestando su deseo de conocerlo. Hitler la citó inmediatamente y, allí, en un largo encuentro, ella le habló de sus proyectos, tratando siempre de mantener la necesaria distancia entre mujer y hombre.

Luego de ese primer encuentro, Hitler la invitó a varias reuniones en las que Leni conoció a Goebbels, quien también trató de seducirla. Al verse rechazado, se convirtió en su más encarnizado enemigo.

Pero Leni contaba ya con el apoyo del Führer. Este le pidió que se hiciese cargo de la cinematografía alemana. Así fue como ella cubrió la realización del Congreso del Partido nazi, en 1933.

El resultado fue “El triunfo de la fe”. Fue tal el entusiasmo de Hitler que le encargó otro, poniendo todo el material técnico y humano a su disposición. “El triunfo de la voluntad”, ya decididamente un documental sobre el nazismo, fue uno de los mejores documentales de propaganda que existen aún hasta el día de hoy.

LAS OLIMPÍADAS 1936

El tercer documental histórico, y que confirmó la genialidad de la Riefensthal, fue el referido a las Olimpíadas de Berlín, en 1936.

Hitler sabía que los americanos tenían todas las posibilidades de obtener más medallas; además detestaba la presencia de los negros en esa delegación. Pero necesitaba un documental que reflejase el esfuerzo del emprendimiento en su tierra y bajo su gobierno.

Asi fue como la cineasta emprendió lo que es considerado por los especialistas, una verdadera joya del documental y su obra cumbre. “Olympia” dura tres horas cuarenta minutos, y está concebida en dos partes. Se usaron cuarenta y cinco cámaras, una submarina, teleobjetivos, lentes hasta entonces desconocidos, casi sin voz en off, utilizando sólo la fuerza de las imágenes, con increíbles primeros planos de los atletas, contrapicados, travellings y cámaras lentas. En su afán de no perder ningún detalle, eterniza también la mueca de repugnancia de Hitler cuando el atleta negro Jessi Owens obtiene cuatro medallas doradas. Fue un montaje impecable que llevó más de dos años, con la consiguiente desesperación de Goebbels, que no dejaba de atormentar a Leni por el atraso.

La joven tuvo todo un equipo de trabajo a su disposición, levantó torres y se cavaron zanjas con cámaras en globos para las tomas aéreas. Fue un delirio fastuoso de recursos al servicio de esta mujer que, entusiasmada con su trabajo, no medía las consecuencias, ni veía nada más que no fuese su objetivo.

El resultado fue magnífico, y alabado años más tarde por cineastas de la talla de Fellini, de Sica y Ford Coppola, pero también significó algo así como su canto del cisne.

UNA SOBREVIVIENTE

Con la caída de Hitler, Leni fue internada en un manicomio para un tratamiento de “desnazificación” con electrochoques.

Finalmente, fue absuelta y puesta en libertad. Pero estaba en la ruina. Ni siquiera tenía copias de sus películas. Pero no era mujer de dejarse vencer. Tomó una cámara fotográfica y se marchó a África en 1966. En Sudán quedó fascinada por la belleza de los nubas, conviviendo con esta tribu durante 20 años. Publicó un libro con excepcionales imágenes. Luego, ya con 72 años, aprendió a bucear, reflejando bellísimas imágenes del mundo submarino.

En 1987, publicó un libro de controvertidas memorias. En él expresa que lo que premiaron en París en 1937, con la medalla de oro, “El triunfo de la voluntad”, fue un documental y no un filme de propaganda nazi.

Su energía y entusiasmo para su trabajo no la abandonaron en ningún momento. En 2003, recuperándose de una operación de cáncer y próxima a cumplir 101 años, planeaba editar un libro con fotografías de la Isla de Capri.

Leni Riefensthal, murió poco tiempo después, en setiembre de 2003. Fue sin duda un personaje de excepción. Inteligente, audaz, sobrevivió al bien y al mal, dando lugar a todo tipo de especulaciones con sus complejas relaciones y su innegable talento.

¿Fue sincera en sus comentarios? No lo sabremos nunca. Lo que sí es cierto es que, en su afán creativo sucumbió a las tentaciones del mal, encarnado en un siniestro personaje que puso a su disposición todo lo que un creador puede desear para realizar un sueño. No resulta para nada fácil juzgarla.

La Ministra de Estado para la Cultura de Alemania, Christina Weiss, tal vez fue la más acertada cuando declaró que la trayectoria de Riefensthal fue un ejemplo de la unión trágica de arte y política, y señaló que “nadie puede quitarle el mérito de haber descubierto medios fílmicos que se han convertido en canon estéticos”. Sus equivocaciones las pagó con el desprecio y el olvido de toda la humanidad.

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Riefenstahl en el papel que más le gustaba, el de realizadora.

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El documental sobre las Olimpíadas de Berlín (1936).

Fuentes consultadas

- Diario El País, España, septiembre 2002.

- Diario El Litoral, Juan Carlos Arch, 10 de septiembre de 2003.

- Diario El Litoral, 8 de septiembre de 2003.

- Diario La Nación, 10 de septiembre de 2003.

- “La mujer más perseguida y genial del nazismo”, Hugo Beccacece, en diario La Nación, 16 de agosto de 1992.

- “Memorias”, Leni Riefensthal, Ed..Lumen, Barcelona, 1992.

- Diario Clarín, 21 de julio de 2012.