Con “The Master”, de Paul Thomas Anderson

Venecia sumergida en la reflexión

La película protagonizada por Joaquin Phoenix desplegó un planteo agreste sobre el fanatismo y el sentimiento de pertenencia.

El estreno de la película contó con la presencia de las actriz Madisen Beaty, el actor Philip Seymor Hoffman, la productora Joanne Seller, el director Paul Thomas Anderson y el protagonista, Joaquin Phoenix. Foto: EFE

La película protagonizada por Joaquin Phoenix desplegó un planteo agreste sobre el fanatismo y el sentimiento de pertenencia.

 

De la redacción de El Litoral

Era la favorita o, al menos, una de las más esperadas y “The Master”, de Paul Thomas Anderson, ha desplegado en La Mostra un planteamiento tan agreste sobre el fanatismo y el sentimiento de pertenencia que ha dejado al público en un insólito estado de reflexión que sólo puede conducir a premio.

“The Master”, el maestro o también el amo, explora, por una parte, la búsqueda de un sentido a la existencia y de domesticar a la bestia que nos convierte en inadaptados y, al mismo tiempo, describe con desazón cuán vulgar puede llegar a ser la arenga que llene ese hueco que a veces motiva y otras desestabiliza, sostiene la agencia EFE.

Paul Thomas Anderson, capaz de crear los clímax más duraderos del cine actual, al retratar ese rebaño del que forma parte el protagonista de “The Master” deja sin pastor al espectador, de la misma manera que no ha querido ofrecer respuestas a esa parroquia que ha abarrotado la rueda de prensa.

Así, ha descrito su filme con conceptos generales, como “historia de amor entre dos hombres, no tanto como padre e hijo o amo y esclavo, sino como casi el amor de sus vidas”, en una comparecencia escurridiza en la que el protagonista, Joaquin Phoenix, ha desaparecido momentáneamente, se ha fumado un cigarro y ha hablado a un metro del micrófono, sin llegar a contestar nada.

El placer más instantáneo

Phoenix, en cambio, es sobre la pantalla el placer más instantáneo e indudable, con una magistral interpretación que lo convierte en opción más que clara a la Copa Volpi al mejor actor, en el papel de un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial que no encuentra sitio ni satisfacción en momentos de paz.

Es entonces cuando halla bálsamo en una secta y en ese amo interpretado por Philip Seymour Hoffman, que lo guía y le da respuestas, que lo libera del yugo del pensamiento.

“Cada día, nos levantamos y pensamos que nos gustaría no vestirnos, ir desnudos por la calle y tener sexo con quien nos apetezca. Pero no podemos hacerlo y por eso todos buscamos algo o alguien que nos domestique”, ha explicado el ganador de un Oscar por “Capote”.

El director, que también ha contado para su película con Amy Adams, había retratado en su anterior película, “Pozos de ambición“ (“There will be blood”), el capitalismo como una religión, y ahora recorre el camino de vuelta al entender el negocio de una secta cuya seña de identidad es la vulgaridad y volubilidad de sus preceptos.

Anderson ha reconocido sin pudor que su inspiración fue el comienzo de la iglesia de la Cienciología, aunque ha matizado que no sabe cómo funciona en la actualidad.

Y teniendo en cuenta su amistad con un miembro de esta iglesia, Tom Cruise, al que le dio un papel de fanático en “Magnolia”, la pregunta no ha tardado en llegar. “Sí, sigo siendo amigo de Tom y sí, le he enseñado la película, pero lo demás queda entre él y yo”, ha dicho Anderson.

Pese a estar ambientada en los años cincuenta, la cinta puede tener una lectura actual o, más bien, atemporal, según el cineasta.

“No tengo una bola de cristal ni hablo de una crisis espiritual inminente. Creo que la crisis espiritual nació a la vez que la espiritualidad”, ha explicado el ganador del Oso de Oro en Berlín con “Magnolia”.

Y, finalmente, en la cuestión técnica, Anderson evoluciona hacia la apariencia del cine clásico y el perfeccionamiento del plano secuencia (y rueda, además, en 70 milímetros), mientras las capas de su cine son cada vez más solapadas, hasta el punto de que “The Master” escapa a toda sentencia inmediata y pide una pausa introspectiva a un mundo que se resume en un twitt y que quiere informar de las cosas al instante.


Decepcionó Terrence Malick

El maestro Terrence Malick ha errado esta vez su tiro “hacia la maravilla”, que es como titula su nuevo filme, “To the wonder”, una ambiciosa y multilingüe búsqueda de la intangible naturaleza del amor que fue recibida con abucheos y algunos aplausos en la Mostra de Venecia.

El realizador, que ya tiene un Oso de Oro en Berlín por “La delgada línea roja” y ganó la Palma de Oro el año pasado por “El árbol de la vida” (“The thin red line“), busca unir a esa vitrina el León de Oro con este filme, protagonizado por Ben Affleck, Olga Kurylenko, Rachel McAdams y con un pequeño papel de Javier Bardem.

Como era de esperar en él, se ha ausentado de todo tipo de presentación oficial del filme, pero como no es tan habitual en el realizador de “Días del cielo” (“Days of heaven“) y “Malas tierras“ (“Badlands“), su genio tampoco acaba de aparecer en su película.

A Venecia tampoco han venido ni Bardem, por estar rodando con Ridley Scott en Londres -explicación dada por los productores del filme de Malick-, ni Affleck, ni McAdams.