Infernal

Crimen y revuelta

Redacción de El Litoral

Un hombre mató a otro y al acudir la policía al llamado de los familiares de la víctima tropezó con un inusitado cuadro de violencia callejera.

Al crimen consumado ayer en Villa Constitución le siguió la reacción de los vecinos que divididos en dos bandos se atacaron mutuamente y se volvieron después contra bomberos y policías.

El occiso, informaron voceros de la fuerza, fue identificado como Marcelo Lezcano, un hombre de 33 años de edad que vivía en la casa 66 de un barrio de emergencia conocido como Bajo Cilsa.

La patrulla del Comando Radioeléctrico reunió los primeros datos y salió en busca de los principales sospechosos y desde la casa 74 se llevaron a Miguel Mendoza (54).

No obstante, adentro del inmueble había quedado su hijo Carlos (22) a quien los allegados a la víctima atribuyen el disparo mortal que alcanzó el pecho de Lezcano. Esto motivó la reacción de los vecinos que atacaron a pedradas la casa de los Mendoza, pero la respuesta no se hizo esperar y comenzaron a escucharse los disparos de las armas.

Luego dado el cariz que tomaba el enfrentamiento, arribaron otros móviles de la Unidad Regional VII, pero los uniformados fueron recibidos a pedradas.

Por tal motivo, la policía impedida de actuar, hizo fuego con postas de goma para lograr disuadir a los más exaltados, retirar el cadáver de la víctima y detener al principal sospechoso. No obstante, las fuentes consultadas hoy dijeron que, lejos de retroceder, de entre los protagonistas del tumulto partieron disparos de armas de fuego contras las patrullas.

En el mismo momento, comenzaba a arder la casa 74 donde resistía Carlos junto a los suyos, pero los bomberos avisados de la intención llegaron rápidamente.

Cuando los uniformados creían tener la zona bajo control, los vengadores de Lezcano regresaron sobre sus pasos ya atacaron los bomberos cuando lograban extinguir las llamas.

Sin embargo, el fuego comenzó nuevamente porque algunos vecinos comenzaron a arrojar envases cargados con sustancias inflamables sobre el techo de la vivienda. Mientras esto ocurría, tres móviles de patrulla resultaron dañados y un oficial del Comando cayó al recibir un ladrillazo en la cabeza.

Finalmente, los servidores públicos en medio de ese cuadro confuso y violento lograron el objetivo que se había fijado; pero en el interín, los atacantes de la casa de los Mendoza se dieron tiempo para quemarles el auto, un Peugeot 504 estacionado en los aledaños.