Fábrica de tanino “El Quebracho S.A.”

El norte provincial fue protagonista de la producción del tanino, pero también de la explotación ilimitada de su materia prima, el quebracho colorado. Una reconstrucción de la época y el rescate de una figura central para la industria: Otto Franke.

TEXTOS. GLORIA DAYER DE VANETTI.

Fábrica de tanino  “El Quebracho S.A.”

Foto del año 1960, aproximadamente.

 

A cien leguas al norte de la ciudad capital, se extendía nuestro chaco santafesino. Esta región estaba incluida en las 200 leguas que el Gobierno de la Nación había otorgado a los hermanos Agustín y Justo Cabal para colonizar, con la condición de que cuatro leguas quedaran destinadas para los aborígenes.

Contaban con un establecimiento denominado “La sin nombre”, donde funcionaba la administración.

Antiguos pobladores daban cuenta de un hecho ocurrido a fines del siglo XIX en este lugar, de gran importancia para el país, pero que viene a sumarse a tantas otras versiones publicadas al respecto: los hermanos Cabal contaban, entre sus múltiples actividades, con un taller de curtiduría en pequeña escala que utilizaba como materia prima el cuero vacuno que producía el establecimiento. El referido taller estaba a cargo de un obrero de nombre Hermenegildo Cattaneo, de nacionalidad italiana. A través de una rudimentaria máquina que él mismo había construido, elaboraba el tanino que extraía de la madera del quebracho colorado, especie abundante en los bosques de esta región. Según referencias obtenidas, se trataría del primer ensayo de este producto en el país.

El diario “El Tribuno”, en su edición del 12 octubre de 1939, publica: “En cuanto al modesto curtidor de Fives Lille se cree que fue generosamente gratificado, con lo que inesperadamente rico, regresó a su país de origen sin saber a ciencia cierta la importancia que pudo tener para el mundo de su inocente ocurrencia de hacer hervir astillas de quebracho para extraerles el jugo y evitar las esperas de seis meses, reduciéndolas a un mes para curtir los cueros de su taller”.

En el año 1903, debido a dificultades financieras de los hermanos Cabal, pasó el establecimiento “La sin nombre”, con todos sus campos y hacienda, a ser propiedad de la Compañía de Productos Kemmerich. Esta empresa era poseedora de los establecimientos saladeriles de Santa Elena, en la provincia de Entre Ríos, y Mariano Cabal en el Departamento Garay, provincia de Santa Fe. En el año 1904, ésta contrata a Otto Franke y Cía. para que construya e instale una fábrica para la elaboración de tanino en la sección La Negra, a 13 km. al oeste de la estación Fives Lille.

Las industrias argentinas han tenido en Otto Franke uno de los auxiliares más poderosos; sería extenso enumerar su intervención en el progreso industrial del país.

Cabe consignar que en todas sus construcciones utilizaba válvulas, manómetros, cojinetes o anillos de la más grande perfección, carriles y grúas, construcciones para cargas y descargas automáticamente, compresores, bombas y demás accesorios, adquiridos todos en fabricaciones de gran crédito y renombre universal.

La firma de Otto Franke y Cía. comprendía todas las ramas de la actividad industrial, incluyendo las de ferrocarriles y vapores. Sus obras fueron sinónimo de garantía.

TRABAJO Y VIDA COTIDIANA

En el año 1907 la fábrica empezó a trabajar e inició la explotación de los bosques de quebracho colorado que abundaba en la zona.

En los alrededores de la misma se habían edificado viviendas que eran ocupadas por las familias de obreros que se desempeñaban en ella; ocupaban el sector oeste y eran pequeñas construcciones de madera de quebracho blanco que estaban agrupadas formando un cuadrado. Ocupaban una gran manzana, de allí que se denominaba “el cuadro”. Disponían de una proveeduría de carne de animales que se faenaban en el lugar y un almacén para el suministro de mercaderías primordiales para el consumo diario y la vida cotidiana, atendido por una familia de nacionalidad inglesa.

Por esos años había un grupo numeroso de población escolar y se desconoce quiénes iniciaron las gestiones para crear en el lugar una escuela primaria. Lo cierto es que con fecha 16 de julio de 1910, Inspección Seccional designa como director de la Escuela Nacional de El Quebracho al Sr. Juan Ruíz Díaz; pero abrió sus puertas en la planta urbana de Fives Lille (actual Escuela Provincial Nº6.051 de Jornada Completa María Esther Rodríguez de Elguezábal).

APOGEO Y OCASO

Los días en “el cuadro” transcurrían con gran actividad; los rollizos de quebracho llegaban en tren desde los bosques de Margarita y eran trasladados desde la estación de ferrocarril hasta la fábrica, en chatas tiradas por seis o más bueyes, que muchas veces debían saltear grandes dificultades al atravesar arroyos, cañadas y pantanos; disponían también de chatas remolcadas por zorras que, a través de vías, recorrían los 13 km. que unían los playones del ferrocarril, donde muchas veces quedaban depositados los rollizos, hasta la fábrica. Las zorras eran identificadas con distintos nombres como la rosa, el mosquito, etc.

En el año 1912, las intensas precipitaciones produjeron una gran inundación que anegó los campos y las instalaciones de la fábrica; el escurrimiento de las aguas era tan lento que debieron por largo tiempo abandonar los trabajos. Esto hizo que recién en 1915 retomaron la actividad, pero ya en forma transitoria y en menor escala porque, sumado a las inundaciones, habían agotado la materia prima.

En el año 1917 cerró definitivamente y trasladó a Río Arazá todas las maquinarias, llevando también a un grupo de obreros expertos en trabajos específicos.

Don Albino Zapata, un antiguo vecino del lugar que estaba trabajando en la fábrica al momento del cierre, contó que él formaba parte de los obreros que quedaron y recibieron la orden de desmantelar absolutamente todo, demoler lo edificado, desarmar las casas de madera y -entre otras cosas- derribar la chimenea. Ya habían terminado con la mayoría de las tareas encomendadas y en todo ese tiempo nadie había aparecido de la empresa, ni siquiera a pagarles el trabajo. Por otra parte, debían comenzar a demoler la chimenea sin contar con ningún elemento de seguridad: treparon hasta casi la mitad y no se animaron a seguir, por lo que decidieron dejarla en pie, con la seguridad de que ya nadie vendría a verificar sus tareas. Hoy, en un campo privado, se yergue como mudo testigo en medio de devastadas extensiones.

Triste legado de la historia perpetrado en nuestras tierras con la explotación que provocó el exterminio del quebracho colorado, con la anuencia de los ilustres gobernantes de aquellos años.

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FUENTES

- Libro Histórico de la Escuela Nº 6051 de Vera y Pintado, iniciado por la Sra. María Esther Rodríguez de Elguezábal en el año 1943.

- Diario La Nación, publicación especial en conmemoración del centenario de la Revolución de Mayo (1910).

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Lo que queda hoy de la antigua fábrica de tanino.

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Foto publicada en el diario La Nación en 1910 (gentileza CPN Juan Prieto)

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