LA PELEA DE MI VIDA

Nada nuevo sobre el ring

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Apenas un pasatiempo. Torsos musculosos, sudor, piñas pero poca imaginación para diferenciar el formato televisivo del cinematográfico. En un melodrama playito y previsible, los actores argentinos Mariano Martínez y Federico Amador interpretan a dos boxeadores rivales tanto en el ring como en la vida. Foto: Archivo El Litoral

Rosa Gronda

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Las películas de boxeadores cuentan con títulos clásicos y grandes directores, desde King Vidor hasta Scorsese con su “Toro Salvaje”, donde se impone un héroe popular y una épica fuerte. En el cine y en la literatura nacional contamos con “Gatica, el Mono”, de Leonardo Favio y con nobles relatos de Julio Cortázar o Abelardo Castillo, e incluso con la canción de León Gieco “Cachito, Campeón de Corrientes”, pero no es el caso de “La pelea de mi vida” que está más cerca del melodrama televisivo y efectista que de los relatos con intenso sustrato social vinculados con un imaginario de la clase obrera y la cultura popular.

El argumento ronda en torno a Alex (Mariano Martínez), un boxeador argentino aún joven y fuerte pero que supo de tiempos mejores. Al iniciarse la película lo encontramos autoexiliado en Colombia, sobreviviendo con combates arreglados de antemano por la mafia de las apuestas. Pero un día se niega a perder y eso sumado a que es un donjuán perseguido por guardaespaldas de un marido engañado, decide regresar al país luego de diez años. Así se reencuentra con su antiguo entrenador (Emilio Dissi) y amigos del gimnasio (entre ellos Mariano Argento, la revelación de “El hombre de al lado”).

Al retomar los vínculos con su pasado, el protagonista se entera de que ha sido padre durante su ausencia, que su novia abandonada falleció y su hijo biológico -que ya tiene ocho años- ha sido adoptado por su máximo rival en las cuerdas y en la vida.

La historia tiene ingredientes que hubieran podido conformar un buen melodrama deportivo pero el guión cae en la superficialidad y esquematismos tan previsibles que lo hacen ser apenas un pasatiempo con público cautivo por la popularidad de los actores y una temática atrayente.

Entre chivos y clichés

El filme no aporta novedades y menos alguna búsqueda que justifique su formato cinematográfico. A nivel actoral, poco hay para el lucimiento de veteranos como Emilio Disi y Mauricio Dayub bastante desperdiciados, así como de Mariano Argento que se limita a breves bocadillos sin comicidad. Los mejores momentos en cuanto a sonrisas giran en torno del protagonista infantil, el pequeño actor Alejandro Porro, que interpreta a Juani, el niño que deberá elegir entre un padre del corazón y un padre biológico.

Mariano Martínez y Federico Amador lucen una buena preparación para el rol de boxeadores pero están lejos del prototipo marginal del que suelen surgir los héroes del boxeo.

La película tiene su porción emotiva (la relación del niño con sus dos padres), su parte de romance (el personaje de Lali Espósito) y de acción (las peleas, siempre bien filmadas). Además del protagonista infantil, se destaca Federico Amador que no ocupa un lugar destacado en los afiches ni en los créditos. En cuanto a comicidad, es buena Lecouna como madrastra antipática y frívola.

El problema de “La pelea de mi vida” es que no existe el menor intento de trascender sus lugares comunes, trabajando sobre los estereotipos para reelaborarlos y potenciarlos. Solamente, se limita a transitarlos con pobres recursos. Apenas, cierto profesionalismo técnico, aunque el uso del 3D no se justifica demasiado. Resulta molesta mucha publicidad encubierta: desde algunas marcas y productos, hasta la promoción turística de lugares del Tigre como Puerto de Frutos. En el “debe” de la película también figuran una banda sonora artificiosa que se imposta cuando no es necesaria y una tendencia a las resoluciones inmediatas, que terminan de condimentar un plato insulso y sin épica más allá de las puntuales escenas sobre el ring.


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REGULAR

“La pelea de mi vida”

Origen: Argentina, 2012. Dirección: Jorge Nisco. Con Mariano Martínez, Federico Amador, Lali Espósito, Agustina Lecouna, Emilio Disi, Mariano Argento y Mauricio Dayub. Guión: Jorge Maestro y Federico Barenboim. Fotografía: Germán Drexler. Música: Claudio Waisgluss. Duración: 98 minutos. Apta para mayores de 13 años. Se exhibe en Cinemark.