A treinta años de su muerte

El 19 de abril de 1956 Grace dejaba su protagonismo en el cine para convertirse en la princesa de Mónaco. Su vestido fue diseñado por Helen Rose y llevó cuatrocientos metros de tela.

Aquí cuando se comprometió con Rainiero de Mónaco. Su belleza la transformó en ícono de la moda.

Espléndida, en 1970.

Ana María Zancada

La vida de Grace Patricia Kelly bien podría ser el argumento para una historia de ficción o un cuento de hadas.

Conoció la fama a través de su trabajo como estrella de primera magnitud, ganó premios, era muy hermosa, con una dosis medida de talento, pero poseedora de una innata distinción, tuvo romances con casi todos los actores con quienes compartió cartelera.

Pero el destino le tenía reservada una vuelta de tuerca. En 1955, estando en Cannes, conoció al príncipe Rainiero, por entonces un solitario soltero que andaba en busca de una mujer adecuada para compartir el trono monegasco. La relación comenzó con un intercambio epistolar que duró siete meses. El 25 de diciembre de 1955, Rainiero visitaba la mansión de los Kelly en Filadelfia, ante la sorpresa del clan, que a diferencia de la rígida intransigencia a veces rayana con la desesperación frente a los numerosos affaires de la aparentemente fría Grace, esta vez dieron su aprobación.

Los detalles de la concertación matrimonial no fueron exclusivamente románticas. Hubo arreglos, contratos, la dote, el examen ginecológico para certificar que Grace podría concebir hijos. En plena preparación, Grace tuvo que cumplir con su contrato para terminar de rodar “Alta Sociedad”. Tal vez no tomó conciencia de que era su despedida de un mundo para entrar en otro. El rodaje terminó el 6 de marzo de 1956 y el 4 de abril se embarcó para Europa. A bordo del Constitution, iba una multitud de amigos y su familia completa.

El 18 de abril se celebró el matrimonio civil y al día siguiente en la catedral monegasca, la ceremonia religiosa fue transmitida en directo a nueve países europeos con presencia de seiscientos invitados y dos mil periodistas acreditados. El vestido de Grace fue diseñado por Helen Rose y llevó cuatrocientos metros de tela. El jueves 19 de abril de 1956, Grace Patricia Kelly dejaba su protagonismo cinematográfico para convertirse definitivamente en su alteza serenísima Grace Kelly, princesa de Mónaco.

Era un cuento de hadas en el siglo XX que no terminaría como los cuentos tradicionales “vivieron felices y comieron perdices”.

La vida de palacio fue demasiado exigente para esta mujer acostumbrada a la libertad que con su profesión había conseguido.

Un nuevo rol

El 2 de mayo de 1956 se hizo pública la noticia. Rainiero y su esposa esperaban su primer hijo. Grace cumplía a la perfección con su rol. También la imagen de Mónaco iba tomando un nuevo cariz con su presencia. El turismo se incrementó al igual que el movimiento del Casino. Ya no era simplemente el paraíso de los que intentaban evadir enojosos impuestos. La gracia, la distinción, el glamour de Hollywood convirtieron a Montecarlo en una nueva meca del turismo frívolo y sofisticado.

Mientras, la otrora estrella hollywoodense se transformaba en la perfecta anfitriona de un país de cuentos de hadas. Grace, con su acostumbrada distinción vendía una bella imagen de Mónaco, sin dar la impresión de que realmente estaba vendiendo algo. Era como una inyección de vitalidad para ese pequeño principado que una vez Somerset Maugham había definido como “un lugar soleado para gente sombría”.

El 23 de enero de 1957 nació Carolina Luisa Margarita convirtiéndose en la presunta heredera. El 14 de marzo de 1958 nació el esperado varón, Alberto Alejandro Luis Pedro. Las fotos oficiales de entonces muestran a la familia feliz. Los ojos de Grace Patricia todavía brillaban.

La jaula de oro

Tal vez ella pensó que todo iba a ser diferente. O tal vez no llegó a dimensionar todo lo que dejaba atrás. Sin saberlo cerró una puerta que no podría volver a abrir. Lo cierto es que nunca dejó de soñar con un retorno a ese mundo que la consagró como una de las mujeres más bellas.

Hitchcock intentó un contacto. Había demasiados problemas, incluso contractuales pendientes con la MGM. Finalmente todo quedó en la nada y Grace tomó conciencia de una realidad que la golpeó. Nunca más podría volver a su antigua vida. Entonces volcó su actividad a la obra social. Organizó una fiesta de Navidad para todos los niños de entre tres y doce años que se convirtió en un acontecimiento anual. Visitó enfermos, ancianos y huérfanos. En 1958, Rainiero la nombró presidenta de la Cruz Roja y se fundó un hospital que lleva su nombre. Así nació el baile anual que gracias a sus amistades con Hollywood comenzó a contar con la presencia de distinguidas y célebres figuras.

Pero el destino no quiso brindarle una felicidad completa. Grace sufrió dos abortos que la sumieron en una profunda tristeza que trató de mitigar con alcohol y tranquilizantes. Hubo una mejoría cuando nació su tercera hija, Estefanía María Isabel. Pero la mirada de Grace ya no tenía el brillo de años anteriores. Una notoria melancolía se fue apoderando de su expresión. Su sonrisa luminosa desapareció para siempre. En las pocas entrevistas que concedía, eludía elegantemente las respuestas directas: “He tenido momentos felices en mi vida, pero no creo que la felicidad sea un estado perpetuo: mis hijos me dan muchas alegrías y mi vida aquí me ha dado muchas satisfacciones en los últimos diez años”. Ni una sola palabra para su esposo.

La tristeza

Luego el tiempo pasó y los hijos crecieron, con una indomable rebeldía que excedió las posibilidades de cordura y control de los padres. La boda de Carolina con el play-boy Philipe Junot, matrimonio que duró menos de dos años; Estefanía fue una adolescente imposible de manejar, negándose incluso a estudiar. “Es la más rebelde de mis hijos”, confesaba Grace. Trató de anotarla en un Instituto de Diseño de Modas pero la joven se negó, confesando que había decidido estudiar en la escuela para pilotos de carrera, como su novio, Paul Belmondo, el hijo del actor. Su madre se opuso rotundamente. Estefanía amenazó con irse a vivir con el joven. Su matrimonio se deterioraba a ojos vistas. La gente murmuraba que el Príncipe tenía amantes. Grace pasaba mucho tiempo en París. La comida y la bebida se transformaron en su refugio.

Sin embargo en septiembre de 1976, Grace hizo un regreso triunfal al mundo del espectáculo, con ocasión del Festival Internacional de Edimburgo, una serie de recitales de poesía que se celebraron en varias capitales europeas. Pero tuvo que abandonarlos en 1982, al comenzar a sufrir fuertes dolores de cabeza que a pesar de los estudios realizados no lograron un diagnóstico.

La tragedia

Finalmente el 13 de septiembre de 1982, sucedió el trágico accidente. Era una mañana soleada y clara. Grace se encontraba con Estefanía en la villa familiar de Roc Agel. Se subieron al Rover 3500, discutiendo como siempre. El chofer se ofreció para conducir, pero Grace lo desobligó ubicándose ella al volante. Iniciaba así el último viaje de su vida. ¿Habrá recordado en alguna de las numerosas curvas, aquella romántica escena vivida con Gary Grant, precisamente en esa carretera, mientras filmaba “Para atrapar al ladrón”? Nunca lo sabremos. El Rover, a una velocidad de 80 km.por hora se precipitó por el barranco en una curva, cayendo 13 metros, atravesó la copa de un árbol, chocó contra el suelo, siguió bajando unos 30 metros, volvió a golpear contra las rocas, antes de dar una vuelta campana para finalmente detenerse. Grace, con fracturas, heridas y varios golpes en la cabeza, parecía una muñeca rota. Estefanía sólo sufrió ligeros cortes y raspaduras. Un camionero que viajaba tras ellas declaró que el conductor del vehículo aparentemente perdió el control, y al tratar de enderezarlo se precipitó al vació.

¿Qué pasó realmente? Nunca se aclaró del todo. ¿Iba Grace discutiendo con su hija? ¿Tuvo un desvanecimiento?

Grace fue trasladada con premura al hospital de Mónaco, pero el diagnóstico fue rotundo. Los daños cerebrales eran irreversibles. Ante el consentimiento de la familia, Grace fue desconectada de la máquina que la mantenía con vida. El 14 de septiembre se diagnosticó su muerte. Eran las diez y cuarto de la noche. La vida de Grace Kelly se tronchaba a los 52 años.

Durante tres días el ataúd permaneció en la catedral de Mónaco. El día 21 fue enterrada en la cripta de los Grimaldi, junto a los miembros de la familia de su esposo. La lápida no menciona su condición de princesa, sólo: “Gracia Patricia, esposa del Príncipe Rainiero III, murió el año del Señor 1982”. Rainiero nunca pudo superar la muerte de su esposa.

El mundo había perdido un mito, una hermosa mujer, que intentó ser feliz, viviendo un cuento de hadas.

Notas:

Grace Robert Lacey Edit.Atlántida 1995.

Grace Kelly Donald Spoto Lumen 2011.

Su magnífica belleza atraía la mirada de quienes estaban cerca de ella.

Fotos: Archivo El Litoral

Su paso por el cine fue también noticia. Aquí, junto a James Stewart, en “La ventana indiscreta”.

Para la posteridad, junto a sus tres hijos: Carolina, Alberto y Estefanía.

Su filmografía

Grace Patricia Kelly nació en Filadelfia, el 12 de noviembre de 1929.

Su filmografía tiene los siguientes títulos:

“Catorce horas” (1951).

“Solo ante el peligro” (A la hora señalada) (1952).

“Mogambo” (1953). Candidata mejor actriz de reparto.

“Crimen perfecto” (1954).

“La ventana indiscreta” (1954).

“La angustia de vivir” (1954). Oscar mejor actriz.

“Los puentes de Toko-Ri” (1954).

“Fuego verde” (1954).

“Atrapar al ladrón” (1955).

“El cisne” (1955).

“Alta sociedad” (1956).

En tiempos de felicidad, con dos de sus hijos.