En el Senado desempató Henn
tras un increíble ocho a ocho
La mayoría del PJ hizo todo lo necesario para no obstaculizar la ley que pedía Bonfatti. Colaboró abiertamente con el quórum, levantó sus manos para los dos tercios del sobre tablas y perdió la votación.
Luis Rodrigo
Con el desempate del vicegobernador Jorge Henn, actor central de la jornada legislativa de ayer, cayó el telón en el Senado.
Era casi medianoche de un jueves interminable. Desde el punto de vista de las circunstancias escénicas de la representación política, el final no pudo ser mejor.
Los senadores del oficialismo y la oposición, ordenados alfabéticamente, en votación nominal aceptaban o rechazaban el despacho llegado de Diputados. Y con el “sí” de los oficialistas y el “no” de los opositores las cosas lograron quedarse en un ocho a ocho que no merece otro calificativo que el de increíble.
Como manda el reglamento, el vicegobernador hizo repetir la votación. El artículo 201 busca agotar las posibilidades de que haya un desempate en las bancas, pero debe decirse que esa reiteración obligada restó dramatismo. Henn de todas formas recuperó la tensión.
En el recinto había 16 senadores, estaban todos los asesores, los cronistas parlamentarios y hasta unos pocos diputados que todavía no se habían marchado de la Legislatura. Henn desempató con voz vibrante en favor de la versión de la ley que pedía el gobierno.
Unos minutos después, cuando enfrentó a los periodistas y le preguntaron qué sintió en aquel momento, algo como un nudo se le coló en la garganta. Había logrado que se cumplieran los pronósticos de los últimos minutos anteriores a la decisión y que cada línea de lo que pudo parecer un guion, discutido hasta último momento, se cumpliera en el recinto. Para los que votaron y los que no lo hicieron (allí estuvo la clave de por qué ha perdido la mayoría) estaba en juego la gobernabilidad.
Caras tensas
Cuando Senadores se ocupó de la Reforma Impositiva, a las 23.30, el peronismo sonreía mientras el oficialismo estaba tenso. Y sin embargo, todo indicaba que estos últimos iban a imponerse por sobre aquéllos, a pesar de las matemáticas que se empecinan en decir que las mayorías tienen más votos que las minorías.
Entre los radicales sobre todo había caras de desagrado. Se sabe que las presiones de los dirigentes agropecuarios y de algunas industrias sobre sus celulares no cesaron en todo el día. Y que el Frente Progresista demoró su ingreso al recinto.
Hay senadores del PJ que votaron contra la ley salida de Diputados que juran -aún hoy- que pensaban que del oficialismo podía provenir alguna sorpresa. No fue así. Cada actor político cumplió su rol: el oficialismo hizo lo que necesita el gobernador Antonio Bonfatti y el peronismo se ocupó de que la aprobación de la ley según lo acordado en Diputados no tuviera ningún voto propio.
Ayer, fracasó el proyecto de ley que el Senado había votado por unanimidad el 29 de junio porque la oposición perdió tres votos: el de Hugo Pucheta (PJ-Vera) que se fue de la Legislatura alrededor de las 23, y los de José Baucero (PJ-San Javier) y Joaquín Gramajo (PJ-9 de Julio) que optaron por la abstención. El primero dijo que tomó esa posición porque sabía que así si el oficialismo se mantenía unido se permitía la sanción de la ley que da previsibilidad y gobernabilidad a la provincia. El segundo se retiró algo molesto del recinto sin hablar con los periodistas.