Al margen de la crónica

Lucha de musas

Un grupo de luchadores enmascarados se reúne cada lunes de septiembre y octubre en un bar de Lima para batirse a golpes de tecla sobre un cuadrilátero e intentar gestar el mejor relato, en tan solo cinco minutos, para así tener la oportunidad de publicar un libro.

Así es “Lucha Libro”, un campeonato de improvisación literaria donde se da rienda suelta a la creatividad literaria con lo más espectacular del “catchascán” (lucha libre peruana) según explicó su creador Christopher Vásquez.

Enmascarados, los 32 participantes suben al escenario y se sientan frente a una computadora para redactar un cuento breve que además debe incluir tres palabras que sólo conocen antes de ponerse a escribir.

A sus espaldas, el público sigue detenidamente el proceso creativo en una pantalla y valora la fluidez con la que se crea el relato, mientras un árbitro presenta a cada concursante por su seudónimo de lucha, su procedencia, su edad, su altura, su peso y su escritor favorito.

Lucha libro “se creó para incentivar la escritura pero también ha generado una lectura espontánea del público, ya que la gente está muy atenta y hasta algunos tienen sus favoritos y les animan con pancartas”, comentó Vásquez.

Como marca la tradición del “catchascán”, los perdedores deben despojarse de su máscara y revelar su identidad frente al público, lo cual según su creador “requiere verdadero valor”.

El premio para el ganador es publicar su libro bajo el sello de la editorial limeña Mesa Redonda.

“Este campeonato rompe el mito de que la literatura es algo encriptado y dirigido solo a cierta gente”, valoró Vásquez.

“Por lo general las mujeres hablan del amor o la desilusión y en cambio los chicos tienden a la ciencia ficción con muchos zombies, locos y psicópatas. Se trata de una carta bien variada porque también hay concursantes con 60 años cuyo imaginario es más denso”, apuntó el promotor.

Uno de los concursantes es “Locomotion”, quien se presenta como “el asesino de las musas”, en clara referencia a uno de sus libros favoritos “El perfume”, de Patrick Süskind.

“La literatura me odia, me manda las peores ideas posibles y por ello me convertí en un asesino serial de musas. Cuando escribo, mi historia sale primero y la creatividad me viene después porque esas musas siempre llegan tarde”, explicó.

Quizás por ello fue derrotado por “Deceo”, una luchadora ataviada con una actitud beligerante en el escenario, pero con una fluidez ininterrumpida ante el teclado.

Así, sin más golpes que los representados en sus narraciones, estos peculiares luchadores exhiben su agilidad mental para un público ávido de la literatura más espontánea, esa que aunque enmascarada o anónima siempre resulta la más genuina y natural.