Tribuna de opinión

2001- 2012 ¿nada cambió?

Dr. Mario Pilo (*)

La cuantitativamente sorprendente manifestación espontánea del 13 de septiembre parece haber agotado las reflexiones políticas, pero siempre hace falta el análisis sociológico, que es diagnostical, pues no existe la “casualidad” en los procesos sociales, sino una “causalidad” multifacética.

La primera conclusión es que sectores sociales más que significativos y plurales han expresado su “indignación moral frente al Sistema”, un catalizador asociado con la idea de “cambio socio-político”, para nada “golpista” (el golpismo tiene dueños y trabaja corporativamente), sino “revolucionario” en aquel sentido de “cambio”.

Hace años que no se observaba tal movilización, al menos desde 2001. Las fuertes protestas sobre la 125 tuvieron dirigentes, propósitos puntuales y acotaciones de sectores sociales. Algo similar paso con las movilizaciones Blumberg.

Pero esta “asonada” para nada “sediciosa” se plantea desde las llamadas “redes sociales” y sorprende aun a los “comunicadores sociales” sistémicos, que no pudieron anticipar, sólo reaccionar.

Recuerda la “primavera árabe” -en “homenaje” a la “primavera francesa del 68”- que se autoconvocó y cuestionó al Sistema y sus Regímenes.

En segundo lugar, se advierte, una vez más que los pueblos reaccionan, se unifican ante el “miedo social”. Pero no ante la imposición propuesta del “miedo” (“yo o el caos”; “temor a Dios y a mí...”) sino ante el “miedo a tener miedo”, lo que priva de Democracia, de República y de Derecho.

Los líderes institucionales -Presidenta, v.g.- no necesitan imponer “miedo”. Necesitan imponer la autoridad legal democrática, sin demagogias autoritarias y populistas.

Si un líder carismático (¿Cristina Fernández?) necesita imponer miedo a sus subordinados “aplaudidores” y a sus súbditos “clientelistas”, es porque advierte que le han perdido respeto, admiración y lealtad, bases del carisma.

Una vez más, en esta Argentina “pendular”, la Política fracasa en su representatividad, y las instituciones se ven desbordadas por su ineficiencia.

No es, tampoco, “casual” que figuremos, según Transparencia Institucional, en el lugar 122 entre 190 países encuestados de “mala calidad institucional”. Lo que “no funciona”, “no sirve” (Tomas Edison) y los pueblos se dan cuenta.

Este global cuestionamiento debería servir a la interna de nuestros partidos políticos institucionales, como dice la propia Constitución Nacional, que deberían dejar de mirarse el ombligo, mientras se desfuncionalizan.

Recordemos que “el saber y la verdad, hablan y dialogan. La ignorancia y el error, gritan y descalifican”.

(*) Docente de sociología; ex concejal (UCR); ex Conadep; vicepresidente de la Asociación Civil Anticorrupción.