Fue ayer... y hoy

Crónica (posible) de una reelección

Teresa Sandoz

Pudo pasar así (o no). Él estaba ante la máxima autoridad del país y tras una pregunta, se le escapó. Dijo que sí... que le gustaría ocupar su lugar cuando terminara su mandato. Le hizo saber que gustoso accedería a la Presidencia si él se lo pedía.

Él ya era un exitoso gobernador de la provincia de Buenos Aires, con una importante gestión que había demostrado sus capacidades para gestionar y llevar adelante el proyecto político que los identificaba profundamente. Y esa inocente afirmación, que quizá mostraba claramente sus deseos más escondidos, fue su perdición. Los acontecimientos posteriores muestran gran cantidad de interpretaciones y versiones, algunas contrapuestas; pero esa afirmación lo perdió. Terminó acusado de traición, expulsado del partido y debió incluso exiliarse en Montevideo. Para comprender estos hechos debemos remontarnos al año 1948.

Empieza a hablarse de reformar la Constitución

En su Mensaje el Congreso en 1948 el Presidente Juan D. Perón había expresado: “...La evolución de los pueblos es permanente y si bien la estabilidad constitucional debe imponer un espíritu de prudencia ante toda reforma, es menester también, en favor de la perfectibilidad constitucional no aferrarse o excederse en el mantenimiento de prescripciones arcaicas o inconducentes, por haber sido sobrepasadas por el tiempo y por los hechos, al solo efecto de mantener un respeto y una prudencia que pueden ser perjudiciales para el pueblo y para la República”. (1) Para justificar su proclamada reforma constitucional el peronismo insistía en que debía adecuarse la Carta Magna a los tiempos que corrían de grandes transformaciones en el país, pero los radicales, principal oposición, sospechaban que el motivo real era el de crear las condiciones legales para la reelección de Perón. (2) En realidad desde que ingresaron al Congreso algunos peronistas presentaron proyectos de reforma constitucional como Eduardo Colom (1947), John William Cooke, Joaquín Díaz de Vivar y otros (1948). Pero el punto de partida de la nueva reforma fue la Ley 13.233 del 27 de agosto de 1948, que declaraba necesaria la revisión y reforma constitucional con el objeto de suprimir, modificar, agregar y corregir sus disposiciones “para la mejor defensa de los derechos del pueblo y del bienestar de la Nación” (Art. 1º).

El 5 de diciembre de 1948 se convocó a elecciones de convencionales triunfando ampliamente el Partido Justicialista, eligiéndose 106 convencionales peronistas y 48 radicales. Gambini en su libro “Historia del Peronismo” dice que “el convencional mas votado resultó ser el gobernador de Buenos Aires, coronel Mercante, con algo más de medio millón de votos; en segundo término quien sería su sucesor, el Mayor Aloé. Cámpora debió conformarse con el vigésimo lugar y resignar así sus aspiraciones a presidir la Convención” (3).

La Convención Constituyente se reunió en sesiones preparatorias en el caluroso verano de 1949, desde el 24 de enero al 16 de marzo.

Discusiones por la reelección presidencial

En el Mensaje al congreso de la Nación, del 1º de mayo de 1948, ya citado, Perón había expresado: “un solo punto resultó crítico en la Reforma y es la reelección presidencial, de la que soy contrario”.

En ese mensaje sostuvo que el impedimento establecido en el Art. 77 de la Constitución de 1853 era “una de las más sabias y prudentes de cuantas establece” dicha Carta; más adelante agrega: “En mi concepto tal reelección sería un enorme peligro para el futuro político de la República. Es menester no introducir sistemas que puedan incitar al fraude... (la reelección) sería una amenaza de males graves que tratamos de eliminar”.

Ocho meses después de lo dicho, con el proyecto de reforma en sus manos y la repercusión aún vigente del amplio triunfo electoral peronista, Perón ha cambiado de opinión. Dice: “El partido, aún contra mi voluntad, ha colocado la reelección en el proyecto y es indudable que, doctrinariamente, corresponde que sea así. A mi me han convencido a ese respecto. Ahora en el aspecto personal, se imaginan que me reservo la opinión en lo que a mi se refiere. Yo no solo no voy a poder aceptar una reelección sino que no creo que esté en condiciones de aceptar una segunda presidencia. Por esa razón, para mi, esto no representa ningún compromiso —le dice a sus convencionales— y agrega: Creo que en nuestro movimiento hay hombres que pueden reemplazarme con ventaja”.

Es bueno aclarar que en un primer momento la reelección presidencial no figuraba en ninguno de los anteproyectos de reforma que fueron presentados. Por lo que podemos decir que fue esta circunstancia la que hizo que la oposición concurriera a la Convención (4).

El sucesor natural de Perón

El coronel Domingo Mercante asumió la gobernación de Buenos Aires el 16 de mayo de 1946 con su vicegobernador Juan Bautista Machado, iniciando el primer gobierno peronista de la provincia.

Mercante había sido un personaje clave en la conformación del grupo de oficiales y sindicalistas que fue la génesis del peronismo (el mismo Mercante era hijo de un dirigente gremial de la Unión Ferroviaria que simpatizaba con el Socialismo); también impulsor de la liberación de Perón el 17 de octubre; su “amigo del alma”, testigo del casamiento de éste con Eva, a quienes prestaba su quinta de San Vicente —que luego les vendió—. La misma Eva en algunos de sus discursos había nombrado a Mercante como “el corazón de Perón”.

Entre 1946 y 1952 fue gobernador con un programa de gobierno nutrido por los aportes de los intelectuales de FORJA, que integraron su gabinete y cuerpo de asesores.

El mismo Perón en febrero de 1950 decía de Mercante: “los peronistas podemos decir con orgullo que este gobierno es una excepción porque nadie ha realizado en tan poco tiempo una obra tan maravillosamente fructífera... está marcando una etapa en la historia de nuestra República al frente del movimiento peronista”.

Versiones que tejen una historia

Remitimos al lector al comienzo de esta nota: “Hay quienes sostienen que Perón lo tentó y Mercante, ingenuo, admitió que lo seducía la idea de sucederlo” (5). Más todavía; se dice que de buena fe Mercante habia creído que Perón y Eva querían hacerlo presidente. Mercante era el presidente de la asamblea que debía modificar la Constitución y su más evidente sucesor. Según Rodolfo Decker, una figura histórica del peronismo y testigo de estos hechos, Perón no estaba interesado en un segundo mandato presidencial; esa actitud dubitativa o equívoca sobre la reelección que manifestó al comienzo hubiera alentado las esperanzas (secretas) de un grupo “evitista” que apostaba a la candidatura de Eva (aunque conocían el estado de su salud).

“El grupo peronista “Evitista” —entre los que figuraban Héctor Cámpora, José Visca, Rodolfo Valenzuela y otros— quería que el mismo Perón desistiera de su reelección para elegir a Eva Perón. Pero Eva salió al paso para desbaratar estos planes y mantuvo que Perón debía ser presidente otra vez” (6).

El mismo Decker aclara que fueron las “intrigas cortesanas” las que determinaron el rumbo de los acontecimientos. Al parecer Eva empezó a desconfiar de Mercante pues creía que estaba conformando el “mercantismo”; la periodista citada dice que éste, más “amplio y menos autoritario que Perón” hubiera podido ser el recambio natural y en una de esas “Perón no hubiera vuelto mas al poder” (7). Según una de sus biógrafas la “caída de Mercante dejó un vacío que solo Evita podía llenar” (8). Sus más fieles colaboradores, como Héctor Cámpora, Angel Miel Asquía y otros comienzan a organizar homenajes a Eva para su postulación pero la campaña oficial para proclamar la fórmula presidencial Perón-Eva Perón comenzó el 2 de agosto de 1951 cuando 200 sindicalistas de la CGT fueron a pedirle a Perón que aceptara la reelección acompañado de Eva.

Cabildo Abierto del Justialicialismo

Se realizó el 22 de agosto con un gran acto público efectuado frente al Ministerio de Obras Públicas. En el discurso inaugural el Secretario Gral. de la CGT, José Espejo, hacía alusión de una resolución del Consejo Superior del Partido Peronista que proclamaba la fórmula Perón-Perón, lo que fue aceptado por la multitud con una gran ovación.

Eva no respondió en esa ocasión y lo hizo el 3 de agosto por cadena Nacional de Radiodifusión comunicando la “decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi Patria quisieron honrarme”. La negativa sorprendió a los que la habían consultado previamente y el mismo Espejo diría mas tarde que la compañera Eva lo justificó así: “que no podía ser candidata porque no creía correcto componer una fórmula presidencial con un matrimonio” y abogó por la designación nuevamente del Dr. Quijano como vice. Un historiador que ya hemos citado expresa: “Sin embargo todos sabían que aún cuando ella se adjudicaba el renunciamiento, el veto provenía de las Fuerzas Armadas” (9).

Finalmente se dispuso que el Dr. Hortensio Quijano ocupara nuevamente el binomio presidencial a sabiendas de que éste estaba muy enfermo ya que falleció en abril de 1952, sin poder asumir sus funciones.

Los comicios para elegir sucesor del Dr. Quijano se efectuaron dos años después con el triunfo del almirante Alberto Teissaire y como bien dice el historiador ya citado “A esta altura todo olía mal. Unos meses después, el Presidente decía a los gobernadores: ‘Todo está podrido, todos están haciendo chanchullos’” (10).

Teisseire habría de resultar tan nefasto como Méndez San Martín. A la caída del régimen, acusó a sus compañeros ante las comisiones investigadoras de la Revolución Libertadora sin omitir un detalle. Y “cantó” tanto y tan bien, que los peronistas lo llamaban Antonio Tormo, un célebre folklorista apodado “el cantor de las cosas nuestras” (11).

Corolario

Volvemos a Mercante. Representó el primer gobierno peronista en la Provincia de Buenos Aires, entre 1946/52 con la realización de una importante obra pública, infraestructura escolar, construcción de hospitales regionales, etc. Su sucesor en el gobierno de Buenos Aires fue el mayor Carlos Aloé que al parecer motorizó un proceso (intenso) de “desmercantización” para algunos tan “aberrante” como arrancar las placas de los edificios u obras públicas construidas durante el mandato de su antecesor, llegando incluso a reinaugurarlas como si fueran propias. Además se perdió mucha documentación que dificultó a los estudiosos reconstruir aspectos del período. Para muchos el gobierno de Mercante merecería una revalorización de su accionar e incluso un homenaje.

No termina aquí: el sucesor de Mercante, Carlos Aloé le elevó a Perón un informe minucioso sobre lo que consideraba un “cuantioso despilfarro de los dineros públicos”; Perón ordenó la suspensión de Mercante del Partido Peronista y en 1953 el ex gobernador fue expulsado del Partido.

Mercante murió a los 74 años unas semanas antes del 24 de marzo de 1976.

Pasados tantos años y reconstruyendo este período de nuestra historia uno piensa: ¿no hubiese sido mejor que Mercante no abriera la boca?

1) Santos Martínez, Pedro, “La Nueva Argentina”, Memorial de la Patria tomo 1 Edic. La Bastilla, 1976, director Felix Luna., 2) Idem., 3) Gambini, Hugo “Historia del Peronismo” Planeta, pág. 377., 4) Santos Martinez, ob. cit., 5) Viau Susana “Nadie llega a presidente dando lástima2 Clarín 8/7/2012., 6) Santos Martínez, ob. cit., 7) Viau, Susana, cit., 8) Navarro, Marysa, Evita Edit. Corregidor, Bs. As. 1981, 9, 10) Santos Martínez, cit., 11) Dujovne, Ortiz Alicia “Eva perón, La biografía” Aguilar, pág. 267