El 3 de octubre

Presentación del libro “Luna, espejo del tiempo”

María Guadalupe Allassia

La luna, con su luz, abrió las ventanas de madera colorida para dejar ensueños de luna helada, de luna creciente, de luna masticadora de pesadillas, de luna que atraviesa vidrios azules, verdes, amarillos, escarlatas, para producir los contactos traslúcidos de los insomnes que velan, infinitamente blancos, imaginando visibles e invisibles fantasmas, de cuerpos casi humo, con nombres constelados en la cosmovisión de la eternidad. ¿Es la luna humo de barrer sueños? ¿O es una piedra de jade, milenaria imantadora de pensamientos con música? Cuando las candelas y el aceite eran escasos, sólo ella, cocuyo luminoso y eterno, tornaba el aire tan claro que se podía hilar, tejer, pintar los sueños más extraños. Como decían los antiguos: “Si se pudiese destilar su luz, saldría de ella, agua maravillosísima”.

Tal vez, sea esa ollita de barro blanco donde se cuecen en nuestra América, los sueños de estrellas o de maíz. O simplemente, la luz lunar, que dibujó los enigmas circulares de antiguos llantos o ensueños perdidos, que abrió la creación de este libro, libro luna, luna, espejo del tiempo, casi enredadas las palabras como dulces higos devoradores de historias, que crecieron y se alimentaron entre el pan, el vino y la gente. Durante más de catorce años, este lunario de cuentos, relatos y otras rarezas y maravillas, errantes o distantes; cercanas en nuestros atardeceres rojos o siestas amarillas; o lejanas en los caminos de unicornios o sirenas y soles verdes, fueron escritas y publicadas en las páginas literarias del diario El Litoral. Agradezco tal espacio profundo y comunicador de mis emociones, que fueron soltando mis ensueños de llanura y membrillos y de secretos árboles purificados. Ahora, en esta primavera húmeda, con la luna de la sentencia persa que tanto amó Borges, presento el libro a mis amigos, a los hombres y mujeres que quieran escuchar historias que nunca ocurrieron, enredadas, sí, en los enigmas de nocturna seda y filigranas dormidas. Me acompaña, en la lectura, con gracia de artista infinita, Patricia Nin, con su arpa celta, arpa de hierba, que enciende, con la música, la luz malva de la palabra. Nos guía en la actuación, la lectura de Andrea Allassia, quien va abriendo las puertas mágicas: Puerta respiración de mariposas, Puerta del ángel fosforescente mirada de alondras, Puerta cabellera de guindos, Puerta del escarabajito de oro.

Dos excelentes notas precedieron esta presentación: Una, escrita por Luis Varossi, “Sutil hilo de luz en la noche” y la otra, “Cuatro puertas mágicas”, escrita por María Ruth Pardo Belgrano, reconocida escritora de Buenos Aires y presidente de la Asociación Argentina de Lectura. Agradezco tan excelentes comentarios para un libro casi sostenido por un ángel. La tapa es diseño de mi nieta, María Eugenia Allassia, quien también cayó en el hechizo de luna, “palabra de polen y boca enamorada”.

La cita es el miércoles 3 de octubre, en la Alianza Francesa, Boulevard Gálvez y Las Heras, a las 19.30

El cierre estará dado por la actuación del conjunto “Lo que somos” que soltará sus voces, vuelo de ángel mediante.

“Ya todo lo que falta será azul,/lo que ya necesita es florecer./Y eso es trabajo de la primavera” (Pablo Neruda).

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Los textos compilados en este libro de María Guadalupe Allassia fueron en su mayoría publicados en las páginas literarias de El Litoral.