Fábula de la ardilla y los lobos

Wilfredo Culasso.

DNI. 8.484.283.

Señores directores: Un médico tuvo una invitación para aprender, pero...

Había una vez un país muy bello, grande, con lindos bosques habitados por ardillas que vivían tranquilas trabajando incansablemente. Poco a poco fue llenándose de otros animales que les hicieron la vida desdichada.

Es la historia de una ardilla llamada Yeye, un adulto mayor, que vivía solo, casi un viejo pero que todavía seguía gozando de su trabajo, el cual fue disminuyendo con el tiempo, a causa de que algunos animales llamados comadrejas le fueron usurpando su lugar.

A pesar de eso, con alegría, todos los días veía crecer a sus ardillas hijas y nietas. También veía que otras ardillas más jóvenes lo imitaban y trabajaban con él.

Mientras tanto Yeye no prestó atención a que una manada de lobos fue acaparando su hermoso lugar; algunos de estos se dedicaban a robar todo lo que las ardillas juntaban con trabajo; otros robaban y las mataban sólo por instinto, y la intranquilidad comenzó a imperar en el bosque.

Entonces, en un lugar de animalitos trabajadores y buenos, ya habían aparecido las comadrejas y los primeros lobos.

Yeye sabía qué esperar de ellos, pero nunca se imaginó que había lobos disfrazados, tan malos como los otros, pero protegidos por otros animales para él desconocidos, los corderos del sur... así se hacían llamar.

Un buen día a Yeye le dijeron que viajando lejos podía tener la fórmula para prolongar la vida de sus amigos, pero tenía que pedir permiso.

Fue a un árbol muy grande y lleno de carteles donde animales mandados por los lobos le dijeron que por su labor no podía salir del bosque, que volviera cuando tuviera un trabajo bajo las órdenes de lobos... Qué tontería, pensó Yeye: cómo voy ha conseguir eso siendo viejo y no conociendo a ningún lobo importante. Se volvió triste a su árbol y derramó una lágrima de impotencia...

No obstante, animado por muchas ardillas, emprende su desafiante viaje.

Yeye sintió que no estaba solo, que sus amigas, las ardillas, compartían el mismo dolor.

Y que desde ese hermoso bosque se quedaron expresando en grandes grupos la frustración de todos y cada uno de ellos. El llanto de Yeye no había sido en vano.

“A pesar de las dificultades de tu bosque, no te dejes anular por quienes suponen que te dominan”.