La inventiva poética puesta a jugar

La inventiva poética puesta a jugar De “Poemas en blanco”

Foto de Miguel Grattier.

 
 

Por Diego E. Suárez

“Poemas en blanco”, de Fernando Sánchez Sorondo. Vinciguerra. Buenos Aires, 2012.

Poemas en blanco, décimo poemario de Fernando Sánchez Sorondo, reafirma la coherencia de un discurso poético erigido sobre ciertos tópicos (las epifanías cotidianas, la cuestión religiosa, la ausencia materna “mi madre que para variar / había muerto”-, y del intimismo de una entonación melancólica a medio camino entre la confesión cordial y la reflexión irónica: “Como quien está por llegar / a la cumbre / y se resbala / y está a punto de caer / al precipicio / de una pesadilla // así se nos escapa / el poema / el día / la verdad / la sed / la memoria”.

Predominan los versos breves -algunos sólo de una palabra-, que exigen un ritmo pausado de lectura, aunque sin pérdida de musicalidad: “La suma / de las partes / no me da / tu risa / no me da / tus verdes / tu océano / tu voz / yo te beso / en total / yo te escribo / márgenes / te subrayo / puertos”. Cada línea es así un pequeño peldaño encabalgado con el siguiente; a medida que bajamos por el poema, ascendemos al sentido.

En algunas páginas aparecen engarzadas otras voces: “Mayo con otra letra / serena / noctámbula // “estando ya mi casa / sosegada” // veo pasar la muerte / por la otra vereda / de memoria”. La expresión entrecomillada pertenece a Sor Juana Inés de la Cruz, pero no hay aclaración al respecto. Lo mismo sucede cuando nos topamos, por ejemplo, con palabras de Antonio Machado, Pablo Neruda o Émile Cioran, como si el poeta hubiese desdeñado cualquier indicación, dejando que la tradición literaria deje sin alarde sus huellas en la escritura (en definitiva, si reparamos en ello, todas y cada una de las palabras del libro fueron empleadas por un sinnúmero de hablantes precedentes).

El enfoque sobre la cuestión religiosa guarda cierto parentesco con la filosofía perenne. Términos propios del cristianismo se entrelazan con alusiones al judaísmo, al hinduismo, al I-Ching, en consideraciones que amplían la mirada sobre el ser y el mundo. Pero no todo es ascetismo metafísico. Si bien en casi la mayoría de estos poemas se percibe entre líneas una sonrisa paródica que matiza el tono melancólico, hay algunos en los que se hace explícita la inventiva poética puesta en juego (o mejor dicho, puesta a jugar). Como cuando lo íntimo particular se vuelve una vía de acceso a lo trascendente: “Teníamos una tía / así / loca por suerte /... / Raquel igual / tan ella siempre / y tan dispuesta al otro / al viaje / la risa / la desmesura / el olvido / dejarse anteojos / el celular / hasta a sí misma / en casa ajena /... / son gente ángeles / sostienen / el mundo / para que no se caiga / de aburrimiento”. Quien más, quien menos, tiene en su haber vital (o desea) una tía Raquel a la cual agradecerle por distraer a la muerte, con mil / y una noches / fantásticas.

En Estravagario, Neruda nos dejó esta sugerencia irreverente: “De cuando en cuando y a lo lejos hay que darse un baño de tumba”. Luego de leer estos Poemas en blanco, podríamos reformular: “De cuando en cuando y a lo lejos hay que darse un baño de poesía” (y si es con las sales “Sánchez Sorondo”, mejor).

De “Poemas en blanco”

Por Fernando Sánchez Sorondo

la víspera es quien levanta

o baja el pulgar de las cosas

solamente ella existe, la vida no

ella define el bien y el mal

la excelencia o no de las artes

y las letras la felicidad el tiempo,

los viajes los movimientos marítimos

si una mujer será nuestra amante

o la mejor amiga enamorada

(y no correspondida)

somos el día antes el pensamiento

que sopló en nosotros

nuestra forma como un dios

el sentimiento que inspiramos

al sentimiento

la idea a la idea el labio al labio

la palabra a la palabra

la lengua el beso

y también lo que no somos

el héroe a quien no dimos la victoria

el ladrón que no nos llevó

a la cárcel el millonario

que nos mira con curiosidad

el asceta que sigue de largo

y somos a veces hoy por ejemplo

lo mejor de lo que podríamos ser

* * *

este silencio que seremos

este sonido dado vuelta

de los ojos infantiles,

del blanco, de las manos,

del cuidado, de la fe

este silencio que tachamos

con palabras

contra el que hacemos

el amor, la guerra, hijos;

construimos edificios,

destruimos, nos enojamos,

y, orgullosos, lo cubrimos

con banderas y declaraciones.

contra la “buena nueva”

que nos trae, elegimos

las noticias, las yemas sucias

de los diarios;

contra su anunciación,

las encuestas, el día a día

de los emails.

sin embargo no logramos

acallarlo: este silencio

tendrá siempre

la última palabra