Perdió una ocasión muy propicia para colgarse en los primeros puestos...

El laberinto de Colón

En un torneo donde el que propone generosamente no siempre es el que gana, el equipo de Sensini es uno de los que sufre cuando lo espera uno bien armado. Colón jugó mal con la pelota y Racing, más táctico, lo aprovechó.

El laberinto de Colón

De pie: Mugni, Pozo, Raldes, Alcoba, Caire y Bastía. Agachados: Achucarro, Bernardello, Gigliotti, Urribarri y Moreno. Prácticamente fue el equipo que le hizo cuatro a Vélez. Sin embargo, a Racing no le pateó una vez al arco. Foto: Luis Cetraro

 

Enrique Cruz (h)

Voy a expresar algunas conclusiones de lo que, humildemente, creo que ocurre en el fútbol argentino:

* 1) Es extremadamente competitivo, muy físico y táctico.

* 2) Generalmente, los equipos menos avezados, los que más se cuidan y los que se paran con actitud más contragolpeadora, son los que más partidos ganan.

Esto, que como casi todo lo que ocurre en fútbol se convierte en materia opinable y sometida a juicios diferentes, encuentra apenas lógica en la tan mentada regularidad. El único equipo de Primera que consiguió esa regularidad de rendimiento, fue Newell’s. No hizo muchos goles (apenas 11), pero sólo le marcaron 4. Y de esos cuatro goles recibidos, tres fueron en un solo partido (ante River en el Monumental). Esto no hace más que abonar aquel viejo axioma futbolero que indica que los campeones no son los que más goles hacen sino los que menos goles reciben. Generalmente es así.

Pero vayamos a Colón. Hay algo que la gente pondera de este equipo de Sensini y que no se le reconocía al de Sciacqua, hace un año atrás. Y es el juego. Este equipo tiene una propuesta futbolera que llena más. Pero esto no tiene directa incidencia en las matemáticas. Y hay causas.

Hasta la fecha transcurrida, Colón era el equipo más goleador del torneo (15 tantos en 9 partidos), pero en contrapartida recibe muchos en su propio arco (13 en los 10 que se disputaron). Y luego de ese buen arranque en el que estuvo puntero hasta el partido ante River —que estuvo muy cerca de ganar—, el equipo fue recibiendo de a dos goles por cotejo, algo que se interrumpió el sábado, aunque tampoco pudo llegar al objetivo de cerrar los 90 minutos con el arco en cero.

Una de las frases más escuchadas en el vestuario sabalero luego de cada partido, es la que señala que “somos un equipo frontal, abierto, que va a buscar el partido generosamente”. Esto es verdad, pero muchas veces se encuentra con un doble escollo insalvable: 1) la postura más cautelosa del rival; 2) la falta de definición.

Por ejemplo, ni Racing ni Newell’s le jugaron a Colón como lo hizo Vélez. Ante Newell’s, a Colón le faltó la contundencia que tuvo frente a Vélez. Y con Racing, el equipo cayó en una trampa futbolera bien tendida por el rival, que con dos líneas de cuatro bien definidas y en pleno retroceso, le fue quitando espacios y generando mucha confusión e imprecisión cuando el equipo quiso avanzar y ejercer ese tan mentado y deseado protagonismo.

Los tres primeros goles que le hizo Colón a Vélez, partieron de pelotazos desde mitad de cancha o más atrás de ella. Y el cuarto fue casi un contragolpe. Todo esto se debió a la postura más abierta del rival. Conclusión: Colón se mueve mejor cuando el contrario sale a atacarlo que cuando lo esperan y lo contragolpean.

De esto se trata el laberinto sabalero. El de preferir que salgan a atacarlo en lugar de tener enfrente a un rival más cauteloso; el de no saber si es mejor la búsqueda frontal y generosa del arco rival o hacer lo que propicia la mayoría, que es resguardarse un poco más y asumir un rol más contragolpeador.

Como pasa con el campeonato, Colón sufre lo que ocurre en la mayoría de los partidos, donde no siempre gana el que más tiempo tiene la pelota, sino el que aprovecha espacios y situaciones para facturar en la red adversaria.

Todo esto no lo digo por lo que pasó el sábado, aunque algo tiene que ver. Soy un convencido de que Racing vino a hacer el negocio, a mezquinar protagonismo con la pelota y a tratar de “enroscarlo” a Colón. Zubeldía dijo que “jugamos un partido excelente”, pero lo dirá estrictamente por lo táctico. La planificación le salió bien porque se encontró con un rival que cayó muy fácilmente en ese embrollo. Sin inteligencia ni claridad para atacar, Colón se prestó al jueguito de Racing.

/// análisis

Una lección

Angel Sánchez (x)

Una vez, Juan Carlos Loustau me dijo: “Tu error es darles una oportunidad más a los jugadores, porque seguramente ellos no lo van a hacer y te van a hacer pedazos cuando te equivoques”. Tenía razón.

Salvo en muy raras excepciones, los jueces somos los chivos expiatorios de las derrotas y los fracasos. Esto me vino a la mente cuando observé cómo Germán Delfino perdonó al jugador Villar. Éste debió ser expulsado del campo de juego en Colón-Racing. Tuvo dos situaciones: una en el primer tiempo cuando fue al piso y lesionó a un adversario y en el segundo tiempo una mano grosera.

Ambas jugadas se dieron cuando ya estaba amonestado y Delfino prefirió desentenderse de la situación. Esto afectó claramente la valoración de su arbitraje, que fue regular.

(x) El ex árbitro le dedicó una columna en La Nación a la actuación de Germán Delfino en el partido entre Colón-Racing en el Centenario.