Estreno en Buenos Aires

Javier Daulte hace de “Macbeth” una experiencia impactante

Héctor Puyo

Télam

La versión de “Macbeth” que Javier Daulte montó en el Teatro San Martín mantiene la historia y los parlamentos originales de William Shakespeare, pero ostenta sin duda el sello del director.

Eso implica que puede no gustarle a los puristas, que esperan que las brujas sean brujas y no tres bonitas chicas que danzan, que el bosque de Birnam sea representado con ramas verdaderas y no por cilindros metálicos que surgen de las profundidades del escenario y que los protagonistas sean mayores en edad.

Para su empresa, elige a una pareja protagónica de distinto origen -Mónica Antonópulos ganó un Martín Fierro por la telenovela “El elegido”; Alberto Ajaka viene del Rojas y fue elogiado por “Ala de criados”- y tuerce levemente el eje de la tragedia, al punto de que una fuerte crisis de Macbeth parece fruto de alguna sustancia alucinógena.

Para ello despliega una escenografía de apariencia industrial (de Alicia Leloutre) que le da un tinte expresionista a lo visual y se vale de música y sonidos electrónicos (de Diego Vainer) que le dan una funcionalidad muy válida a la obra. Al mismo tiempo suprime algún personaje y fusiona otros, y si bien el texto no sufre cortes significativos, algunas partes -en particular el asedio de las brujas- suplen parlamentos por la muy estética coreografía de Carlos Casella.

Como se sabe, el protagonista es empujado por su esposa hacia el reinado de Escocia a través de un camino de sangre que implica un regicidio -del rey Duncan, que lo acaba de nombrar barón-, la persecución de sus hijos Malcolm y Donalbain, la muerte de Banquo, otro aspirante al trono, de su mujer y su pequeño hijo.

Todo transcurre a través de una atmósfera oscura en la que la superstición hace su trabajo, ya que la sombra que persigue a Macbeth desde un principio es el conjuro de las brujas, que le dejan sin embargo un resquicio para la duda.

Allí es donde la tragedia de Macbeth se cruza con la de otros personajes del autor -Hamlet en particular- que terminan víctimas de la fatalidad por más esfuerzo que hagan por huir hacia adelante, ya que cualquiera sabe que “contra el destino nadie la talla”.

Un gran espectáculo

Daulte, uno de los más activos y notorios teatristas de su generación, con experiencia en varias disciplinas, armó un gran espectáculo donde sus más de 20 actores y actrices -algunos a cargo de más de un papel- se deslizan sin tropiezos por andamios y escaleras en un crescendo dramático finamente tramado.

Dentro de un elenco correcto, vestido por Mariana Polski con ropas atemporales e incluso traje y corbata en los personajes no militares, hay muy buenos trabajos de Joaquín Berthold, Alberto Suárez, Emiliano Dionisi, Fabio Aste, Agustín Rittano, Ezequiel Rodríguez, Leonardo Saggese, Francisco Pesqueira, Javier Niklison, Marcelo Pozzi y Julián Calviño.

Como curiosidad, el especialista en stand up Martín Pugliese aporta un intermedio humorístico en el que salta en el tiempo hasta los tablados actuales y cumple con lo que Alfredo Alcón reclamaba hace un lustro ante Télam, que los personajes chuscos fueran repuestos en los textos shakespeareanos, prolijamente cercenados de ellos por la moralina de los traductores.

Hay, además, cinco trabajos más que destacables: el de Mónica Antonopulos, como esa Lady Macbeth muy bella y joven que se luce en la escena de sonambulismo; el sensible William Prociuk -de las huestes de Daulte- como el dubitativo Donalbain; Luciano Cáceres, un actor en franco crecimiento, como Macduff; Julieta Vallina, conmovedora como Lady Macduff y seductora como Hécate, y Alberto Ajaka como el protagonista. Ajaka puede provocar controversias por su desbocada interpretación, con una dicción al más puro estilo “actor de Mauricio Kartún”, con algo de cómico de balneario, con barquinazos vocales repetidos, pero no hay que olvidar que sus antecesores Ulises Dumont y Norman Briski son dos ejemplos de actores siempre excedidos para bien.

“Macbeth” se ofrece en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín (Corrientes 1530), de miércoles a domingos a las 20.30.

La nota

Los esposos de la gran tragedia shakesperiana son en la escena Mónica Antonópulos y Alberto Ajaka. Foto: Gentileza Teatro Municipal San Martín