Gloria Swanson

Una diva con el destino marcado

Debutó muy joven con Charles Chaplin y cimentó una carrera con más de setenta títulos en el cine.

La nota

Un rostro para el recuerdo.

 

Ana María Zancada

Desde sus comienzos el cine fabricó y asesinó sin piedad docenas de nombres, que aunque nadie lo notase, eran seres humanos con todas sus necesidades y sueños. Para el espectador sólo eran el rostro perfecto que nos contemplaba inmortalizado a través de la foto autografiada que merecía cualquier sacrificio para ser conseguida.

Desde siempre, la primera actriz ocupó un lugar importantísimo en la producción de un film y tal vez fue la responsable directa del éxito o el fracaso de la producción. Además, de ellas se tejían historias y leyendas que nada tenían que ver con sus vidas, prisioneras de estereotipos marcados por los mismos estudios que cosechaban pingües ganancias con ese mundo irreal, hecho de falsos brillos, celuloide y escenografías montadas a expensas de simulación y sacrificios personales.

El rol de primera actriz dramática o de la clásica ingenua, tenía riesgos crueles que a veces arrasaban con sus vidas sin miramientos ni piedad. Sobre todo las mujeres tenían en el espejo a su enemigo número uno. El peinado, el maquillaje, el vestuario, la mansión que habitaban, la forma de caminar, sus relaciones personales, sus romances, formaban parte del mito que había que mantener a toda costa.

Gloria Swanson fue uno de esos personajes que reinó en las primeras décadas de un cine norteamericano que ya comenzaba a ser un negocio millonario.

Nació el 27 de marzo de 1899, en Chicago. Su nombre verdadero era Gloria May Josephine Svenson y era hija de un soldado de ascendencia sueca. Desde chica tuvo facilidad para la interpretación. Su carrera comenzó en 1915, compartiendo reparto con Charles Chaplin. Ese año participó en siete películas. Fue una de las célebres bañistas de Mack Sennet, con sus mallas con volados que en ese momento eran una verdadera osadía. Pero ella sabía que su destino estaba más allá de una línea de coristas.

Una larga trayectoria

A partir de ese momento y por sesenta años, de una forma u otra formó parte de la leyenda de Hollywood. Un título que debemos recordar es “Queen Kelly”, en 1929, dirigida por el director vienés Erich von Stroheim, trabajo que vuelve a aparecer en su último trabajo, “Sunset Boulevard”, como una retrospectiva de su propia vida.

Tenía un carácter para nada fácil lo que le trajo no pocas discusiones con los directores de turno, causando problemas en las filmaciones.

Pero fue Cecil B. de Mille quien mejor pudo manejar sus caprichos de diva. El primer trabajo que los reunió fue en 1919, “A los hombres”. De a poco creció su fama, su rostro de expresión ambigua, sus ojos de una potente mirada y su cuidado vestuario. Digamos que se tomó muy en serio su condición de primera actriz. Su actuación trascendió la pantalla y posaba y actuaba dentro y fuera del set. En 1928 llegó su primera nominación al Oscar como mejor actriz.

Luego estaban sus matrimonios. Se casó seis veces, uno de sus maridos fue un marqués que conoció en Francia durante el rodaje de una de sus películas. Tuvo tres hijos, uno de ellos adoptado, y numerosos amantes. Tal vez el más famoso, fue el productor Joseph P. Kennedy, padre del que fue presidente de los Estados Unidos, John F.Kennedy. Con él fundó su propia productora Gloria Swanson Productions, en 1927.

En toda su carrera rodó más de setenta películas, fue tres veces nominada al Oscar, fue la primera actriz norteamericana actuando en Europa con “Madame Sans Gene”. Era una verdadera diva.

El cine sonoro

Todo parecía ir de maravillas hasta que hizo su aparición el cine sonoro. Gran cambio, cambio en el gusto, los costos, los actores.

La Swanson había estudiado canto y su voz no era muy chillona, pero su momento comenzaba a declinar. Era caprichosa pero no tonta. Siguió trabajando en radio y luego algo de teatro, gozando de la fama de sus numerosos trabajos. Tenía una buena posición económica y un nombre consolidado en la primera etapa de la industria del espectáculo.

Entonces, cuando ya muy buena parte del público adicto al cine había olvidado su nombre, realizó el inmenso desafío de interpretarse a sí misma en un soberbio trabajo en “Sunset Boulevard” (El crepúsculo de los dioses), dirigida por Billy Wilder.

Corría el 1950, Sunset Bvard. es una avenida que por su solo nombre evoca Hollywood. Wilder ideó una historia con mucho de nostalgia, misterio y dramatismo, donde descarnadamente deja al descubierto la soledad de una actriz en su ocaso. La persona ideal para el protagónico era la Swanson. Digamos que de alguna forma era un riesgo. Pero ella no puso reparos, una actriz con demasiada edad, olvidada por el público, soñando con el éxito de un retorno, viviendo entre los oropeles mustios de un pasado de gloria. Sus compañeros de cartel fueron el entonces joven William Holden, una jovencísima Nancy Olson, y el casi olvidado director Erich von Stroheim, en el film el único fiel que sigue al lado de la diva y le proyecta películas de sus años de esplendor. Entre ellas se puede ver un fragmento de “Queen Kelly”.

Una de las escenas finales de la película, con la Swanson descendiendo la escalera, las cámaras de los fotógrafos sensacionalistas mordiendo las migajas de una vida que se pierde en el nebuloso límite de la realidad y la ya casi perdida razón de una mujer que nunca aceptó el paso de los años, es antológica para la historia del cine. Fue su canto del cisne. Sus ojos enormes, desorbitados, su boca en un rictus, fueron la máscara que inmortalizó su recuerdo.

Por esa actuación tuvo una nominación al Oscar. La película tuvo once nominaciones, sólo alcanzó tres. Sin embargo es considerada una de las mejores realizaciones que produjo Hollywood.

Gloria Swanson fue una verdadera diva de un Hollywood que desapareció hace ya muchos años. Mujer de increíble resistencia física durante muchos años gozó de la fama. “Me siento como si hubiese vivido mil vidas y no hubiese acabado ninguna de ellas”, solía decir.

Murió en 1983, a los 84 años, mientras dormía en su departamento de Nueva York. Siempre lució espléndida. Los años no pudieron deteriorarla. Sus inmensos ojos verdes subyugaron hasta el final.

 

La nota

La actriz reinó en las primeras décadas del cine norteamericano.

Una belleza cautivante, su nota distintiva. Fotos: Archivo El Litoral

La nota
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Sugestiva y fascinante son términos adecuados para caracterizar a la actriz.

El afiche de una de sus tantas películas.

La nota
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Una foto autografiada, típica de la época dorada del cine.

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