EDITORIAL

Los desafíos de una población que envejece

El último censo nacional, realizado en 2010, reveló que en la provincia la población de 65 años y más alcanza casi el 12 %. De esta manera, el territorio santafesino se suma a una tendencia que se observa claramente en la Argentina y en numerosos países de la región y del mundo en los que el envejecimiento poblacional -que es considerado como tal cuando más del 10 por ciento de los habitantes supera los 65 años de edad- ya es un hecho.

La medición, realizada dos años atrás y que aún sigue arrojando pistas acerca de la composición y comportamiento demográfico, también puso de manifiesto una notable diferencia entre los datos obtenidos en las distintas regiones de la provincia: mientras que en los departamentos del sur la cantidad de habitantes longevos supera el 15 por ciento, en el norte -como en el caso del departamento 9 de Julio-, apenas es mayor al 7 por ciento, dato que muy probablemente se relaciona con las condiciones de vida que se registran en uno y otro extremo de la bota territorial.

Por otra parte, en las dos últimas décadas la composición interna de la población indica un aumento en la cifra de habitantes de más de 65 años y una disminución en la correspondiente a los jóvenes. De persistir esta tendencia -advierte el informe difundido por el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos- la población de Santa Fe se dirige hacia una pirámide poblacional regresiva.

Este cambio viene siendo abordado desde diferentes ámbitos y plantea numerosos desafíos, tanto a nivel económico, como familiar, social, sanitario y previsional. En este último caso, el impacto es evidente en la mayor cantidad de personas que se incorporan al sistema jubilatorio y, tal como se advertía en un informe publicado tiempo atrás por este diario, en la existencia de pasivos que ya tienen hijos en la misma condición.

A nivel sanitario, el desafío no es menor: la OMS dedicó el último día mundial de la salud a concientizar sobre la importancia de mantenerse sanos para llegar en las mejores condiciones a esta etapa de la vida, sin desconocer que existen afecciones y enfermedades que pueden complicar la autonomía de los adultos mayores.

Lo cierto es que el panorama general no difiere del que se observa en el contexto mundial: se estima que dentro de cinco años, por primera vez en la historia de la humanidad, habrá más personas mayores de 65 años que niños menores de 5, y se alcanzará una esperanza de vida sin precedentes.

Frente a esta perspectiva, conviene no perder de vista que, así como la jubilación marca para muchas personas el punto de partida hacia nuevos proyectos y aprendizajes -al menos cuando se cuenta con ese beneficio-, para otros significa el paso a una etapa de mayor dependencia y vulnerabilidad. Sin dudas, el acceso a programas que revaloricen a los adultos mayores, a un sistema de salud que los contemple y a actividades que los visibilicen, resultan prioritarios para afrontar los cambios que se plantean en el momento actual y se avizoran a futuro.