/// OPINIÓN

Obama se impone a Romney en último debate, pero ¿será suficiente?

Silvia Ayuso - DPA

Una vez más, el demócrata Barack Obama no dejó pasar oportunidad la noche del lunes para atacar y desacreditar a su rival republicano Mitt Romney en el tercer y último debate presidencial estadounidense antes de las elecciones del 6 de noviembre.

Durante los 90 minutos de cara a cara en Boca Ratón, Florida, el mandatario usó todos los recursos a su disposición para tratar de dejar clara su valía como “comandante en jefe” frente a un contrincante que carece de experiencia en política exterior, tema central del encuentro: desde acusarlo de promover políticas “temerarias” y enviar “mensajes mixtos” a aliados y tropas a burlarse abiertamente de críticas de su rival por su intención de recortar el presupuesto militar.

“Usted mencionó la Marina y que tenemos menos barcos que en 1916. Bueno, también tenemos menos caballos y bayonetas, porque la naturaleza de nuestro Ejército ha cambiado. Tenemos esas cosas llamadas portaaviones (...) tenemos esos barcos que van bajo el agua, submarinos nucleares”, dijo Obama en uno de los momentos de la noche más comentados en las redes sociales.

Encuestas inmediatas tras el duelo, como las de las cadenas CNN o CBS, le dieron una vez más la victoria a Obama: 48 por ciento frente al 40% de Romney en el caso de CNN, y más pronunciada aún en el de CBS: 53-23 por ciento.

Pero la pregunta que nadie se atrevía a responder con contundencia es si esto será suficiente para recuperar el ritmo en las dos semanas que restan hasta la cita ante las urnas y asegurarse un segundo mandato demócrata.

Y es que, coinciden los analistas, aunque Obama también se hizo con la victoria en el segundo debate, celebrado una semana atrás, su desastrosa actuación en el primer cara a cara con Romney, a comienzos de mes, ha tenido un efecto tan devastador que no está claro si podrá recuperar la -ya de por sí débil- ventaja perdida en lo que queda de carrera electoral.

“Victoria técnica para Obama, pero ganó poco”, resumía el debate el columnista de “The Washington Post” Carter Eskew. Y eso que el periodista se reconoció como favorable al candidato demócrata.

La revista “National Journal” llegaba a una conclusión muy similar: “Obama gana el tercer debate pero Romney gana la temporada de debates”, tituló su balance final de los tres encuentros televisados de los aspirantes a la Casa Blanca.

“Mediante sus firmes actuaciones y el espectacular fracaso en el primer debate (de Obama), Romney se ha deshecho de un obstáculo importante: un número casi decisivo de estadounidenses creen ahora que es una alternativa viable a Obama”, justificaba la publicación su análisis.

Algo que parece confirmar la letra pequeña de los sondeos post-debate, que tampoco son demasiado tranquilizadores para el bando demócrata: si bien dieron como ganador a Obama cuando la pregunta era quién dio mejor imagen de comandante en jefe o de “líder fuerte”, la ventaja lograda sobre Romney -de menos de cuatro puntos porcentuales- no es como para bajar la guardia.

Sobre todo teniendo en cuenta que esta escasísima ventaja se da en un tema como el de política exterior, que ha sido un fuerte indiscutido de Obama y en el que la mayoría de los analistas coincidió en que Romney la noche del lunes no hizo, en líneas generales, más que corroborar las políticas seguidas por el demócrata.

“Por primera vez en esta campaña, preferiría estar en los zapatos de Romney en vez de en los nuestros”, admitió -bajo condición de anonimato, eso sí- un alto asesor de Obama, según el “National Journal”.

Una confesión que, de llegar a oídos de Obama, pondrá seguramente una nota más amarga aún a un duelo que para el demócrata ya tenía de por sí un aspecto personal triste: pase lo que pase el 6 de noviembre, el del lunes fue el último debate presidencial que protagonizará, ya que no puede aspirar a otro mandato más.

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