“Puentes Amarillos  me ayudó a abrazar y  a despedir a Spinetta”

Pedro Aznar, compositor y multi-instrumentista se presentó este mes en la explanada de la UNL, frente a miles de personas. Aquí, habla de su último disco “Ahora”, de su proceso creativo y sus búsquedas artísticas. También cuenta sobre “Puentes amarillos-Aznar celebra la música de Spinetta”, el dvd que se editará, fruto del recital-homenaje del 29 de abril en la Feria del Libro de Buenos Aires.

TEXTOS. MILI LÓPEZ. FOTOS. pablo aguirre

Con más de cien conciertos al año, y sacando a la luz su quinceavo disco solista, Pedro Aznar no se detiene. Lejos de repetirse y anclarse en fórmulas conocidas y exitosas, su búsqueda artística ha sido y es inquieta e incesante.

El rock, el jazz, la canción latinoamericana y la fusión nutrieron su música para crear un lenguaje propio. En esto de no repetirse, vuelve con este disco “Ahora” a su costado más rockero. “Es un digno heredero de Quebrado, toma la posta de ese disco y la lleva al próximo escalón, es un disco que está basado en la sonoridad de la guitarra eléctrica, y muchas canciones están diseñadas desde esa sonoridad”, cuenta Aznar.

Pareciera que Pedro ha estado siempre en el lugar y el momento preciso. Los años jóvenes del rock con Serú Girán, lo mejor de la escena del jazz contemporáneo con el Pat Metheny Group, los viajes por el interior del interior con la propuesta de Leda Valladares, y ahora la lucidez de un homenaje a Luis Alberto Spinetta como abrazo a su partida, por citar sólo algunos.

Cuando pareciera haberlo hecho todo, uno de los músicos más lúcidos de nuestro tiempo, apuesta a desaprender e ir jugando con la composición: “todo el disco lo trabajé sobre la afinación tradicional de blues, y eso también me ayudó a salirme de un cierto automatismo que es el de sentarse a tocar la guitarra y tener una secuencia de acordes favoritos y hacerlo mecánicamente, cosas que en lugar de hacerlo el corazón lo hace el cuerpo. En este caso, la propia canción me obligó a salir del automatismo para poder hacerlo con el corazón”.

Desde aquel regalo que recibió a los 7 años, “Revólver” de The Beatles, hasta sus más de 280 horas en el estudio de grabación para poder concretar “Puentes amarillos-Aznar celebra la música de Spinetta” (ver recuadro), Pedro ha transitado los caminos de la música con seriedad, profesionalismo y pasión. En sus palabras simples, “amo inmensamente lo que hago y la música me involucra emocionalmente y me da placer”.

POESÍA Y MÚSICA

“Ahora” está compuesto por 12 canciones de Pedro, nacidas en un retiro compositivo en un bosque a la vera del mar, en una casa en Mar de las Pampas. La música transita momentos de excitante potencia hasta la escena más íntima, haciendo un recorrido por temas como el amor, la vida y la trascendencia, enlazados por un hilo conductor que invita a vivir el presente firmemente.

“Me planteé hacer una suerte de experiencia donde la idea es la de componer una canción por día a pedido propio, como quien recibe una comisión de una obra. Me fui un mes a un lugar que me inspirara, donde me sintiera cómodo y conectado con el proceso creativo para estar al servicio de la poesía. Fue un mes de muchísima fluidez productiva, trabajaba de lunes a viernes, y apareció más de una canción por día”, cuenta.

Las partes vocales e instrumentales de Aznar fueron registradas casi en su totalidad en la casa del bosque. Un trabajo de composición y grabación, que imprime al disco una gran cuota de espontaneidad, donde la música permite la entrada accesible a la escucha. “Si bien esta idea de ir grabando y componiendo una canción por día me llevaba a no poder detenerme demasiado en los detalles, me tomé el trabajo de ir grabando lo que salía, en papelitos o grabando con el celular, pero ya pensando en dejarlo así como estaban. Es una manera de mantener el espíritu original con que las canciones fueron hechas, esa idea de espontaneidad...”.

- Además de esas tomas al momento de componer, grabaste en el mítico estudio Abbey Road, ¿cómo fue esa experiencia?

- Volver a Abbey Road fue como la vuelta del hijo pródigo (risas). Fue una idea que surgió en la mitad de la grabación del disco cuando aparecieron las ganas de grabar una orquesta de cuerdas para unos temas. Había estado en 1994 para el disco “David y Golliat” y había tenido una hermosa experiencia. Lo que tuvo de diferente es que, esta vez, yo dirigí la orquesta. Fue la tercera vez que asumo el rol de director, la primera vez fue para la música de una película, la segunda para mi disco Quebrado, las dos fueron en Buenos Aires, y esta vez fue en Londres, en otro idioma, representaba un nerviosismo mayor. Abbey Road tiene un valor emocional muy importante para cualquier músico, imaginate que ahí grabaron The Beatles y Pink Floyd, y grandes de la música clásica. Ese lugar no sólo tiene su mística sino que tiene un sonido extraordinario.

CUIDAR EL FUEGO

- El tema que da nombre a este disco plasma una idea que lo atraviesa, esta idea de vivir el presente intensamente, ¿cómo lo pensaste, qué querías transmitir?

- Eso tuvo que ver con circunstancias personales, con hechos que son en sí mismos tristes como el fallecimiento de mi madre, y el hecho de sentirte como suelto de la generación anterior te pone en un lugar en la vida muy particular. Es una sensación de intemperie, la fragilidad de la vida, la fugacidad de las cosas y a la vez es un recordatorio de tu propia finitud y de la responsabilidad que tenés con tu propia vida. Eso me puso en un lugar de intensidad y de potencia, ¿qué otra cosa hay que hacer que cuidar el fuego? En el sentido literal de encender un fueguito que te cobija y te da calor a vos y a los tuyos y en el sentido de cuidar el fuego que está aquí adentro -(pone su mano sobre el corazón)- y nutrirlo. Y esa es la tarea, ni más ni menos... El disco trata de eso, doblar la apuesta a partir de cosas que pueden ser en un principio tristes pero que te ayudan a sintonizar tu vida hasta el fondo.

- Estamos hablando de la importancia de vivir el presente intensamente y qué hecho más efímero es el encuentro del artista con el público donde cada recital es único. Después de tantos años de subir a los escenarios, ¿cómo vivís el vivo?

- Esto que decís de la fugacidad del encuentro desde el escenario es muy especial porque en esa cosa efímera en apariencia hay una tremenda hondura, hay un encuentro en el cual las canciones hacen su paso en el tiempo, en tiempo real. No pasa lo del estudio en que vos repetís varias veces una cosa, estás puliendo una talla; el estudio es más como el trabajo del escultor, es una representación tremendamente acabada de lo que estás buscando, es una obra de arte para que quede guardada y que vos la puedas sacar todas las veces que quieras y volver a escucharla. En cambio, en el vivo esa inmediatez te obliga a concentrarte en lo que está pasando aquí y ahora, porque estoy haciendo muchas veces una cosa que está repetida a su manera y, cuando me disperso, inmediatamente lo recuerdo. Y lo que recuerdo es: “no te olvides de este momento, porque esto está pasando ahora y el que se lo pierde sos vos”. Es energía pura, y esa es la magia que tiene el vivo.

“Puentes Amarillos me ayudó a abrazar y a despedir a Spinetta”

UN ROSAL EN MI JARDÍN

A lo largo de su carrera artística, Aznar ha indagado profundamente en la obra de los maestros del folklore latinoamericano, como el Cuchi Leguizamón, Violeta Parra, Chabuca Granda, Atahualpa Yupanqui, Chico César, entre otros, y a partir de ahí ha construido, adaptado y versionado las canciones a su manera.

“Los abordé porque son referentes de la música popular. Recuerdo que una enseñanza muy importante que me dejó un profesor de Boston, fue cuando me dijo que la mejor manera de entender el pensamiento de un improvisador es transcribiendo sus solos. Porque cuando nosotros lo escribimos podemos verlo explayado en una página, es como una radiografía de su pensamiento. Con Chabuca, con Yupanqui, con el Cuchi y muchos otros vengo haciendo este trabajo”.

Así, “A primera vista” (Chico César), “La Pomeña” (Leguizamón-Castilla), “El tunge le” (Eduardo Mateo), “María Landó” (César Calvo-Chabuca Granda), “Arriba quemando el sol” (Violeta Parra), se resignifican en la voz de Aznar, toman vuelo propio y abren caminos para que muchos conozcan estas canciones y estos compositores.

“Fue como un intento de apropiación, en el buen sentido de la palabra, de algo que no nos es propio porque está en nuestro jardín. Pero el hecho de que yo tenga un rosal en mi jardín no me hace dueño automáticamente de su belleza, tengo que aprender a observarlo. Y abordar a estos autores es también aprender sobre mí y construir un puente entre los que te escuchaban por la belleza de tu rock o de tu jazz y le mostraste el valor de estos maestros”.

“Puentes Amarillos  me ayudó a abrazar y  a despedir a Spinetta”

En la explanada del Rectorado, con sus músicos, presentó “Ahora” y repasó su repertorio en el marco de los 93 años de la UNL.

Ha estado siempre en el lugar y el momento preciso. Cuando pareciera haberlo hecho todo, uno de los músicos más lúcidos de nuestro tiempo, apuesta a desaprender e ir jugando con la composición.

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TENDER PUENTES INVISIBLES

“Perdí a mi hermano mayor -(silencio y ojos vidriosos es el retrato)-; en los últimos años tuvimos poco contacto, habíamos sido muy amigos en la década del ‘80 pero después nos perdimos el rastro...”, dice Pedro cuando se le pregunta por la partida de Luis Alberto Spinetta.

“Su música está presente en mi vida desde los 9 ó 10 años, ha sido una presencia muy fuerte en mi adolescencia y creo que es un ejemplo para los músicos, para los poetas, para los artistas en general, -toma aire y continúa- el vacío que deja es muy grande. Es un referente obligado para entender la cultura argentina de la segunda mitad del siglo XX. Nada menos que eso”.

“Puentes amarillos-Aznar celebra la música de Spinetta”, es el nombre del recital homenaje que Pedro ha brindado el pasado 29 de abril en la Feria del Libro de Buenos Aires. Un concierto multitudinario y emotivo, donde “los puentes se tendieron entre las canciones y la gente, un puente del cariño y el respeto hacia su legado artístico”.

Como fruto de este recital, el mes próximo saldrá a la luz el cd y dvd que contiene las 26 canciones que seleccionó Aznar, incluyendo dos compuestas juntos: el tema central de la obra de teatro “Lenny Blues” (inédita, hasta el momento), y “Alas de la mañana”. “Para mi, personalmente, haber podido hacerle este homenaje fue una manera de poder decirle 26 veces adiós, fue muy conmovedor, difícil de hacer, pero fue una bendición concretarlo porque me ayudó a abrazarlo y a despedirlo”.