No alcanza sólo con multiplicar las toneladas

La cara oculta de la supercosecha

Ante la posibilidad de batir un récord y alcanzar las 110 millones de toneladas, el autor advierte que esa expansión debe ser acompañada en materia de logística, financiación, desarrollo de cadenas de valor y medio ambiente.

La cara oculta de la supercosecha

Postal repetida.

La excesiva dependencia del transporte en camiones se tradujo este año en un aumento de fletes del orden del 40% en pesos. Foto: Archivo


Horacio Busanello

CEO Grupo Los Grobo

Las estimaciones de una supercosecha de 110 millones de toneladas están generando expectativas positivas para la macroeconomía local que necesita del impulso de la agroindustria para mejorar su performance de crecimiento.

Una cosecha de esta magnitud a los precios actuales es una muy buena noticia pero tiene su cara oculta frente a un desarrollo integrado de la sociedad con asignaturas pendientes en materia de logística, financiación, desarrollo de cadenas de valor y medio ambiente.

Las 55 millones de toneladas de soja y las 28 millones de maíz proyectadas para 2013 representan un aumento del 35% sobre la campaña actual. Frente a este aumento de volumen, los costos de logística y cuellos de botella en materia de almacenamiento, carga, descarga y transporte prometen ser una verdadera pesadilla para el sector. Así, la excesiva dependencia del transporte en camiones se tradujo este año en un aumento de fletes del orden del 40% en pesos versus la campaña anterior mientras que el costo de espera de un barco creció en promedio un 25%. Para peor de males, el silobolsa, verdadera caja de ahorro del productor, aumentó un 30% con respecto al año pasado.

El desarrollo de alternativas logísticas más ágiles y eficientes como el transporte por ferrovías así como una mayor capacidad de recepción y carga en puerto son necesarios no sólo para tener costos más bajos sino también para construir un sistema más amigable con el medio ambiente reduciendo la huella de carbono del sector.

Por otra parte, financiar la compra a productores de estos valores de cosecha significará un verdadero desafío frente a la gradual desaparición de las líneas en dólares y la caída de las líneas cross border. La escasez de crédito obligará a agudizar el ingenio a la hora de cruzar el puente entre la compra/pago de granos al productor y la entrada/liquidación de las divisas por parte de los exportadores. Asimismo, el costo financiero se está haciendo sentir con fuerza con tasas de interés activas en pesos que subieron del 15% al 20% anual.

Es una pena que los saldos exportables superiores a u$s 30.000 millones por año generados por la agroindustria no puedan canalizarse al mercado de créditos y capitales para financiar no sólo la actividad actual sino una agresiva integración en la cadena de valor para producir más valor agregado para el país. Pensar mínimamente en sumar los u$s 10.000 millones anuales de la balanza comercial al mercado financiero local permitiría tener no sólo abundancia de crédito y tasas de interés mucho más bajas sino préstamos de largo plazo para transformar la industria con un tremendo efecto multiplicador en la generación de puestos de trabajo.

Es una tarea pendiente, tanto del sector público como del privado, desarrollar todos los eslabones de la cadena agroalimentaria y bioenergética. Exportar un kilo de maíz a granel significa generar 30 centavos de dólar mientras que transformar ese mismo kilo en corn flakes se traduce en 10 dólares o más de 30 veces de valor para el país.

Finalmente, cabe reflexionar sobre la escasa rotación de cultivos planteada para esta cosecha donde los proyectados 20 millones de hectáreas de soja avasallan los escasos 3,6 millones de trigo.

Frente a este aumento de volumen, los costos de logística y cuellos de botella en materia de almacenamiento, carga, descarga y transporte prometen ser una verdadera pesadilla para el sector