Bajo el sol de Andalucía

La cautivante vida urbana de Málaga, el placer de recorrer la Costa del Sol y su paisaje, que se modifica, según la ciudad, entre playas y mesetas, y la historia que se adivina en calles y fortificaciones, en una recorrida por esta bella región de España.

TEXTOS Y FOTOS. GRACIELA DANERI

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Ronda, en las serranías de Málaga

 
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Almuñécar, sobre el Atlántico.

Era de noche cuando llegamos a Málaga y hasta el taxista que nos depositó en el hotel conducía pendiente del partido entre España y Alemania, por la semifinal de la Eurocopa. Cuando dejamos nuestras pertenencias en la habitación, Málaga ya era una fiesta, “la roja” había vencido a los germanos y la gente se había volcado a sus calles, con banderas, gorros y la casaca de la selección, saltando, cantando o recorriendo en autos La Alameda para festejar el triunfo que la ubicaba como finalista del torneo continental.

Málaga es una ciudad que cautiva, con su paisaje urbano y sus amplias arterias peatonales, donde concentra la actividad comercial. A pasos de éstas se encuentra, por ejemplo, su majestuosa catedral, construida entre 1528 y 1782, cuyos estilos arquitectónicos recorren distintas épocas. A la mañana siguiente, a la luz del día, pudimos apreciarla mejor y hasta advertir que cercana a ella, frente a la Plaza de la Merced, sigue estando también la casa natal de uno de los hijos dilectos de estas tierras, Pablo Picasso, hoy convertida en museo.

En la inmediaciones también permanecen las ruinas de lo que fue el Teatro Romano, anfiteatro que el emperador César Augusto mandó a construir en el año I aC, al pie de la Alcazaba, a un costado de la calle que hoy se denomina Alcazabilla. Es otro de los emblemas de la ciudad, como también lo es (o debería serlo, a criterio personal) un espacio con otro tipo de tradición, más bien gastronómica, que se encuentra situado enfrente, El Pimpi, una bodega, bar y tasca a la cual por las noches concurre una multitud de parroquianos. Su interior (típica construcción andaluza) está ornamentado con fotografías de famosos que la frecuentaron, posters de corridas y toreros de otras épocas; en sus estanterías predominan botellas de bebidas añejas, acaso de marcas ya inexistentes, y un sinfín de reliquias más. Y en su terraza, fueron unas cuantas las noches que saboreamos sus tapas, sus sangrías y su “vino de verano”.

FUENGIROLA

Estar en Málaga implica el placer de recorrer la llamada Costa del Sol, dedicar por lo menos una jornada a algunos de sus principales centros turísticos, como Marbella, Fuengirola, Torremolinos o, tierra adentro, Ronda.

Fuengirola era el sitio donde Isabel Martínez de Perón solía pasar sus temporadas estivales, allá por los ochenta (algún medio difundió que también tenía una propiedad por esas playas), pero ese fue un detalle sin importancia durante la mañana en que un autobús nos dejó en el centro de la ciudad. Típica ciudad veraniega, con sus vastas extensiones de playas y un Mediterráneo invariablemente azul donde legiones de turistas (o acaso lugareños) se someten al suave oleaje marino o al menos suave sol estival.

Las playas cubren una extensión de ocho kilómetros y se sitúan a orillas de una urbe moderna, a sólo 30 km. de Málaga. Hoy alberga a unos 70.000 habitantes, aunque aseguran que durante la temporada veraniega ellos ascienden a unos 250.000. La historia cuenta que fueron los fenicios quienes la fundaron, aunque después pasaron por ahí romanos, visigodos, bizantinos y, por supuesto, los árabes. Y como toda ciudad turística sus actividades giran en torno a este rubro, con sus hoteles, restaurantes, edificios de departamentos alineados frente al mar, que se desocupan cuando la temporada llega a su fin. Pero en general es una ciudad apacible, sin demasiado bullicio, donde la gente va en busca de tranquilidad, además de sol, arena y mar.

Ahí nomás, en el centro urbano, se halla la Plaza de la Constitución -donde se encuentra su principal iglesia, la de Nuestra Señora del Rosario-, que centenares de personas atraviesan constantemente o se detienen en los bares aledaños a degustar las proverbiales tapas.

LA PREDILECTA DEL JET SET

De las mismas características que Fuengirola es también Marbella, aunque acredita un aire más deslumbrante, con un “jet set” que suele sentirse atraído al lugar. No en vano notables figuras han pasado temporadas, entre las que se incluyen a Sean Connery, Audrey Hepburn, Julio Iglesias (inclusive hay una calle con su nombre), Deborah Kerr, Joan Collins, Mel Ferrer o el ex futbolista Claudio Caniggia con los suyos, amén de representantes de la nobleza española y europea en general.

La ciudad se divide en dos partes, la situada de cara al mar y la igualmente residencial que se eleva sobre la falda de su Sierra Blanca. Un episodio curioso nos sucedió durante la tarde en que regresábamos de la playa, ahora con el propósito de retornar a Málaga, ignorando donde estaba la terminal de autobuses. Al no encontrar a nadie capaz de indicarnos su ubicación, optamos por preguntárselo a un joven que se hallaba cargando cajas en una furgoneta, por lo que suponíamos que sería alguien del lugar. Y lo era, nos indicó el sitio de la estación, aclarándonos que estaba lejos y que si íbamos caminando debíamos hacerlo inevitablemente cuesta arriba, por estar en la zona alta. De todas maneras, nos preguntó cuándo queríamos ir y al decirle que en ese mismo momento, nos ofreció llevarnos en su vehículo, lo cual aceptamos. Lo insólito no terminó ahí: en el trayecto nos preguntó de donde éramos y cuando le dijimos que de la Argentina, él nos preguntó de qué ciudad (lo cual nos extrañó un poco). Al responderle que de Santa Fe, nos dijo entusiasmado: “Yo también soy santafesino”, (¡no!, no podía ser tanta casualidad), “pero del interior de la provincia -nos aclaró- de Los Amores. Hace unos años me fui a Italia nos contó mientras conducía su vehículo-, donde trabajé dos años, hasta que me surgió este trabajo en Marbella y aquí estoy desde hace seis”.

¿Ha vuelto a la Argentina?, le preguntamos, a lo que respondió que “todos los años paso allá las fiestas y regreso siempre con mi madre, que se queda tres meses conmigo”. Y así llegamos a la estación de autobuses, satisfechos con ese ameno encuentro, al punto que el agradecimiento a su atención nos hizo olvidar de preguntarle su nombre a ese comprovinciano tan gaucho.

UNA RONDA TIERRA ADENTRO

Alejándonos del Mediterráneo, subiendo hacia la sierras de la región, a unos 700 metros sobre el nivel del mar, y a un centenar de kilómetros de Málaga, se encuentra la ciudad de Ronda, otro pintoresco enclave andaluz, con una conformación geográfica completamente diferente a la que apreciamos sobre la costa. Precisamente ahí, en una de sus callejuelas serpenteantes, encontramos un pequeño comercio con el nombre de Carmen la de Ronda, que nos trajo el recuerdo de una película con el mismo título que circuló por los cines argentinos, con Sara Montiel como estrella.

La ciudad de Ronda se encuentra sobre una meseta y hoy tiene uno 36.000 pobladores, su propio casco histórico, su catedral Santa María la Mayor, que data del siglo XIV, su plaza de toros, que aseguran que es la más antigua de España, frente mismo a la Carrera Espinel, su arteria principal, la cual se extiende hasta la Plaza del Socorro, en el corazón urbano de la localidad.

El castillo del Laurel, por su parte, es una añeja fortaleza desde donde se obtiene una vista incomparable de sus sierras y valles, semejante a la observada desde el emblemático Puente Nuevo (así denominado, aunque se construyó entre 1759 y 1793), que une la parte histórica y moderna de la ciudad. Tierra adentro, Andalucía nos regala una imagen distinta de la Costa del Sol, pues la geografía y sus bellezas son otras, casi contrastantes con aquellas situadas a orillas del mar.

ALMUÑÉCAR GRANADINA

En Almuñécar ya salimos de la órbita provincial malagueña para entrar en territorio granadino, aunque las características de la ciudad poco difieren de las anteriores. Ella está sobre el mismo Mediterráneo y en épocas de fenicios, romanos y árabes fue uno de los accesos más importantes de la península. Hoy es una ciudad moderna que, de todas maneras, conserva el diseño urbanístico de su augusto pasado.

Almuñécar posee todo el encanto de los pueblos andaluces. De calles estrechas y serpenteantes, muchas de ellas empedradas, fue punto de encuentro de mercaderes y visires. Entre sus emblemas despunta el Castillo San Miguel, construido por los romanos en el siglo I aC, que posteriormente los árabes convirtieron en una estratégica fortaleza. De aquellas épocas perdura también El Majuelo, parque arqueológico y botánico que, además, preserva las ruinas de los saladeros, donde por entonces los nativos salaban los peces rescatados del mar.

Una soleada costanera bordea la urbe en su conjunto y en uno de sus extremos asoma el monumento a uno de sus paladines: Abderraman I, príncipe de la dinastía omeya que vivió en el siglo VI, dominando la región y siendo en el año 756 el primer emir de la ciudad andaluza de Córdoba.

Estos y muchos otros sitios y paisajes, así como la gran cordialidad de su gente, nos enamoraron de Andalucía, a la que habíamos conocido años anteriores, en invierno, pero que en el reciente verano europeo mostró todo su soleado esplendor y la calidez de sus noches. Prometimos regresar...

Estar en Málaga implica el placer de recorrer la llamada Costa del Sol, dedicar por lo menos una jornada a algunos de sus principales centros turísticos.

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Los andaluces se enorgullecen de la cultura que en su tierra dejaron los antepasados árabes.

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Una vista de Ronda.

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Catedral de Málaga, a la que llaman “La Manquita” porque, en su tiempo y por falta de recursos, no se llegó a terminar una de las dos torres que la debían flanquear.

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Ruinas del Teatro Romano, Málaga, que dominan la ciudad..

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El Pimpi, bodega, bar y tasca (tradicionalísimo de Málaga); atrás una mujer con atuendo de andaluza.

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La playa de Marbella, sobre el Mediterráneo.

ZAMBRANO Y CAMUS

Otros detalles de Málaga: su moderna estación ferroviaria lleva el nombre de la filósofa y ensayista malagueña María Zambrano, discípula de Ortega y Gasset, y en uno de los sitios de La Alameda (donde pasa a denominarse avenida Andalucía), hay una glorieta con el nombre de Albert Camus.