CERTAMEN LITERARIO

Un estímulo para seguir apelando a la palabra

En la Escuela de Educación Media Nº 440 Simón de Iriondo se llevó a cabo la entrega de premios del XXIII Concurso Literario María Dolores Rioja de Torregiani, que todos los años organiza el Departamento de Lengua y Literatura de la institución.

De la Redacción de El Litoral

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La Escuela de Enseñanza Media Nº 440 Simón de Iriondo entregó los premios a los ganadores del tradicional certamen literario María Dolores Rojas de Torregiani, en el que participaron alumnos de la ciudad y alrededores.

Esta vez el jurado estuvo integrado por las profesoras María Hortensia Oliva, María Luisa Ferraris y Paulina Riera. En Ciclo Básico, categoría Lírica, resultaron ganadores: Emanuel Arza (escuela Pilares, primer premio), Elías Villalba (escuela Simon de Iriondo, segundo premio) y Candela Paciaroni (Escuela Industrial Superior, primera mención).

En Narrativa, resultaron ganadores Verónica Storti (colegio San José Adoratrices, primer premio), Fanny Ubiergo (Adoratrices, segundo premio), Virginia Clausen (colegio Hermanas Franciscanas de la Caridad, primera mención), Sebastián García (escuela Almirante Brown, segunda mención), Agustín Tourn (escuela de Artes Visuales Juan Mantovani, tercera mención).

En el Ciclo Superior, en Lírico, resultaron premiados: Irina Cervi (Escuela Industrial, primer premio), Victoria Cuello (colegio Nuestra Señora del Calvario, segundo premio), Camila Dellaferrera (colegio Nuestra Señora del Huerto, primera mención).

En Narrativa ganaron Sofía Ayala (Hermanas Franciscanas de la Caridad, primer premio), Germán Ullrich (Almirante Brown, segundo premio), Gianfranco Bruno (escuela Mantovani, primera mención), Florencia Tripichio (Hermanas Franciscanas de la Caridad, segunda mención), Franco Knaupp (escuela Simón de Iriondo, tercera mención).

Sobre Guillén

En esta oportunidad el eje de los trabajos giró en torno a la obra poética del escritor cubano Nicolás Guillén. La posición de este autor coincide con la afirmación de los valores culturales propios y la toma de conciencia de la “negritud” en los intelectuales y artistas africanos. El son de la rumba y del candombe se enciende en palabras con ritmo de tambor y sugerencias mágicas. Su poesía se caracteriza por la comunicabilidad de su mensaje, firmemente enraizado en lo popular. Denuncia la explotación y la injusticia social de la que son víctimas las clases populares de su tierra. “El objetivo de este reconocido certamen no es la competencia, sino fomentar la lectura y la escritura en los jóvenes, y favorecer la búsqueda de un espacio propicio para la expresión de la creatividad a través de la palabra literaria”, consignaron desde la institución que dirigen Alberto Roblero, Irene Arson y Graciela Pereyra (rector y vicerrectoras).

Este año se otorgó la Lira, premio itinerante, al colegio Adoratrices. La recibieron de manos de autoridades de la escuela Mantovani, institución que estuvo a cargo de la custodia durante 2011. Desde la escuela organizadora, agradecieron a los miembros del jurado, a las integrantes del Departamento de Lengua y Literatura y a las librerías que donaron los premios: Mauro Yardín, Palabras Andantes y Ferrovía.

El nombre

María Dolores Rojas de Torregiani nació en 1916 y no podía negar la impronta castiza que llevaba en el habla: era hija de españoles.

Cuando empieza a ejercer como profesora de Lengua y Literatura en la Escuela Normal, era estudiante de Letras en el antiguo profesorado de Paraná. Consciente de que su título no la habilitaba para dar clases en la secundaria, comenzó un largo trajín de colas en el Ministerio de Educación. Nadie la recibía, hasta que en una oportunidad el ministro de turno preguntó quién era esa mujer que siempre estaba sentada en un pasillo. Le explicaron qué deseaba, la escuchó y le permitió trabajar como profesora, a condición de que terminara la carrera.

Vaivenes políticos la dejaron cesante en 1955 pero, empeñada en su superación personal y su amor por la literatura española, recuperó su lugar y logró reubicarse. En 1968 ganó por concurso abierto la rectoría del Colegio Nacional, cargo que ejerció hasta 1988. Dejó su impronta por sus principios democráticos, convicciones sobre la educación oficial y su admiración por las ciencias humanísticas. Promovió la creación del Taller de Teatro, los encuentros de Teatro Estudiantil y el Museo Laureano Maradona, que reúne antiguas pertenencias del Colegio. También encargó la escritura de un libro con la historia de la institución a la profesora Natalina Miotti.

La sucedió el profesor Anselmo Molinas, quien llamó a las pioneras del concurso y profesoras de Lengua de aquellos días: Marta Ottolina, Margarita Migno y Norma Costa, las primeras organizadoras de este espacio.

En la Escuela de Educación Media Nº 440 Simón de Iriondo se llevó a cabo la entrega de premios del XXIII Concurso Literario María Dolores Rioja de Torregiani, que todos los años organiza el Departamento de Lengua y Literatura de la institución.

En esta oportunidad, el eje de los trabajos giró en torno a la obra poética del escritor cubano Nicolás Guillén. Foto: Amancio Alem

 

En primera persona

Primer premio en lírica, ciclo básico:

“¿Puedes venderme el aire que pasa entre tus dedos, que te golpea en la cara y te despeina? ¿Puedo comprarte la luz que cae en tu cara y te ilumina? ¿Puedo comprar la sombra del árbol donde nos besamos por primera vez?

¿Puedes venderme la arena que se te pega en los pies cuando corres despreocupadamente por la playa? ¿Puedo comprar el viento que te sacude el pelo y te entrecierra los ojos? ¿Puedo comprar los kilómetros que hay de distancia entre nosotros?”. (“Puedes venderme el aire”, Emanuel Arza, de Pilares).

Primer premio en lírica, ciclo superior:

“La tarde, abandonada,/ hasta se puede decir que oxidada,/ gime deshecha en lluvia.../ El resto, enamorados,/ El sacramento de un fuego callado/ Dejan al mundo fuera/ Y como él no les ofrece amor/ Se ponen a hacerlo ellos/ (sólo por imitar a la tarde...)”. (“Se ponen a hacerlo ellos”, de Irina Victoria Cervi, Escuela Industrial Superior).

Primer premio en narrativa, ciclo básico:

“Fui capaz de verme a mí misma congelar la mirada en la nada, me vi exhalar por última vez y luego, paz. Acerqué y toqué su hombro, me sorprendió sentir su piel. Se dio vuelta e hizo algo que jamás habíamos hecho, desde que nos conocimos. Me abrazó, fue un abrazo intenso, tierno y afectuoso. Luego, con mucha delicadeza me apartó un mechón de la cara, como el primer día, sólo que esta vez lo logró. Sonrió y acercó su rostro muy despacio al mío. Sus labios se posaron en mí. Parecía que nada era imposible. El tiempo se detuvo por siempre en la felicidad eterna de dos corazones latiendo como uno”. (“Un palpitar del corazón, gritando, aullando, con silenciosa voz”, de Verónica Storti, San José Adoratrices).

Primer premio en narrativa, ciclo superior:

“ ‘No fue tu culpa’. Susurra. Beso su frente y grito su nombre, pero él ya no respira. Y el bosque entero guarda silencio. Nadie a mi dolor responde, mis labios callan y mi voz se esconde ahogada en lágrimas. Cierro los ojos, y cuando los abro estoy allí nuevamente, sentada sobre la raíz sobresaliente de un árbol, mirando su cadáver con la flecha en mis manos. Porque nunca fue un sueño y nunca lo será, es real y está pasando ahora, por más que desee lo contrario”. (“Silencio, de Sofía Ayala, Hermanas Franciscanas de la Caridad).