8N ¿Ir o no ir a la plaza?

Remo Erdosain

Mesa de café

Abel dice que se va a retirar antes de la mesa porque quiere adelantar algunos trabajos del día.

-En casa ya nos pusimos de acuerdo: vamos todos a la plaza. Yo, mi mujer, mi hijo y mi nuera. También van los vecinos de la cuadra, menos el hijo de doña Rosa que milita en la Cámpora. Incluso la señora que trabaja en casa nos va a acompañar. -Te falta el perro -le dice Marcial sonriendo.

-A lo mejor venga, porque los que vamos a salir a la calle no somos salvajes, somos personas decentes y cuando las personas decentes salen a la calle, ni los niños ni los perros deben tener miedo.

-Con tantos gorilas juntos los perros no hacen falta- observa José-

-Para mi va ser una satisfacción saber que los gorilas somos muchos -agrega Marcial.

-Para mi va ser una satisfacción -replica Abel- que tanta gente de buena fe vaya a la plaza a defender la libertad.

-¿Y se puede saber qué libertad están defendiendo? -pregunta José, levantando un poco la voz- Nadie está preso, todos los diarios salen a la calle, hay libertad hasta para mentir y decir incendios en contra de la presidente. Y ustedes hablan de defender la libertad ¿No será que en lugar de defender la libertad lo que ustedes están defendiendo son sus privilegios, sus privilegios de ricos, de gorilas, de niños bien malcriados?

-Hay libertad en la Argentina -digo- una libertad que se conquistó y no es un regalo de ningún gobierno. Pero esa libertad está en peligro y hay que defenderla antes de que sea tarde, antes de que la presidente cumpla con su amenaza de ir por todo.

-¿O qué te creés que significa “ir por todo”? pregunta Marcial. Si no es marchar hacia la dictadura. Todas las libertades -agrega- todas las libertades hoy están en peligro: la libertad de expresión, las libertades individuales y políticas, la libertad de andar tranquilo por la calle, la libertad de viajar...

-Esa es la única libertad que les importa -acusa José- quieren irse a Miami y quieren comprar dólares, lo demás les interesa tres pitos.

-Que yo sepa, los que viajan a Miami son ustedes -dice Marcial- yo, voy a París o a Londres.

-Y que yo sepa -digo- el que compró dos millones de dólares valiéndose de informaciones confidenciales fue ese señor que ahora lo quieren transformar en prócer por decreto.

-Digan todas las chicanas que quieran -responde José- lo que no podrán refutar es que en esa marcha van a estar los amigos de los milicos, los gorilas del ‘55, las señoras gordas, los nenitos bien, los patrones de la soja y todos los vendepatrias de esta bendita tierra.

-Yo me conformo con que no estén en la plaza los fascinerosos de los sindicatos, las patotas de las barras bravas reclutadas por políticos oficialistas, que no estén los amigos de Jaime y Felisa Miceli, que no estén los narcotraficantes que les pagan las campaña electorales y que tampoco vayan los que blanquean sus riquezas con el juego y el turismo- dice Marcial.

-Yo me conformo -dice Abel- con que esté la gente decente, con que vayan sin necesidad de que les paguen un choripan o una botella de vino, que estén en la plaza personas que no se encapuchan ni amenazan a los vecinos, ni les cortan el tránsito en las horas picos; me conformo con que esté la Argentina que trabaja, estudia y progresa. El resto se los dejo a ustedes que los representan muy bien.

-Insisto -dice José- no es casualidad que hayan elegido el 8 de noviembre, la fecha del cumpleaños de Astiz y el aniversario de la muerte de Massera. Esos son los reales promotores de la marcha.

-Vos te referís a Massera -pregunta Marcial- ese almirante que se reunía con los Montoneros en París?

-Admitamos -digo- que en la calle se va a dar cita toda la derecha y la ultraderecha. Pero si así fuera, ¿acaso no tienen derecho a hacerlo? Admitamos que muchas de las consignas que se canten allí no me van a gustar. Admitamos que algunos de esos manifestantes sean violentos...admitamos todo eso, pero la pregunta que sigue sin ser respondida es la siguiente: ¿Que hizo y qué dejó de hacer el gobierno para generar tanto odio, tanta animosidad en su contra, para movilizar a sectores sociales que jamás se movilizan?

-Pusimos en marcha un proyecto de liberación y justicia social.

-No me hagas reir -dice Marcial- ustedes son unos chantas.

-La Argentina está mejor que hace diez años -responde José.

-Pero está peor que hace quince, cuando el que gobernaba era Menem- responde Marcial.

-Eso es lo que les gustaría a ustedes: volver a los tiempos de Menem -acusa José.

-No hace falta hacerlo -digo- porque el ochenta por ciento de los funcionarios de Menem trabaja con ustedes. Del mismo modo que más de la mitad de los funcionarios de la Alianza están con Cristina, empezando por Abal Medina y siguiendo por Nilda Garré y Chacho Alvarez.

-Pongamos un poco de orden a todo este lío -digo- convengamos que los que hoy van a la plaza tienen derecho a hacerlo. La Constitución y todas las leyes así lo autorizan. Convengamos que va a haber mucha gente, pero convengamos también que sería un error suponer que allí va a estar toda la Argentina. Convengamos, por último, que el gobierno si es inteligente tiene que prestar atención a lo que está sucediendo y tratar de descomprimir la caldera social, porque por ese camino vamos a un choque con resultados imprevisibles.

-Convengamos -repite Abel- que el gobierno en lugar de demonizar lo que hace a través de sus voceros, lo que hace es exasperar aún más los ánimos.

-Ustedes quieren para si todas las libertades, pero le niegan al gobierno el derecho a defenderse.

-El gobierno no tiene que defenderse -dice Marcial- el gobierno tiene que gobernar.

-Gobernamos porque para eso sacamos el 54 por ciento de los votos.

-Exacto -digo- sacaron el 54 por ciento, no el ciento por ciento. Por lo tanto lo que deben hacer es gobernar para todos y no para sus seguidores.

-Nosotros ganamos y tenemos el derecho a gobernar como mejor nos parezca. ¡Lo único que falta es que ahora los opositores nos digan cómo tenemos que gobernar! -contesta José airado.

-Nunca van a entender lo que es una república democrática -acusa Abel.

-Y ustedes nunca van a entender lo que es un gobierno popular -refuta José.

-Seamos claros -digo- el gobierno gana con sus programa y trata de llevarlo a la práctica, pero ese programa no puede ni debe ser la fundación de la nación, no pueden borrar el pasado, suponer que están descubriendo la pólvora. Y no debe ser así porque los procesos democráticos son en todos los casos una continuidad, una continuidad con reformas, pero continuidad al fin. Y tampoco debe ser así, porque ustedes no están fundando nada nuevo, no están haciendo nada del otro mundo. No son originales ni siquiera en sus vicios. Los jefes de ustedes lo único que pretenden es quedarse en el poder y disfrutar de sus beneficios. Lo demás es jarabe de pico.

-No comparto -dice José

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