Señal de ajuste

Profanaciones

La nota

“Elementary” transcurre en Nueva York, donde a Holmes (John Lee Miller) lo asiste una acompañante terapéutica llamada Jane Watson (Lucy Liu). Foto: Gentileza Universal Channel

 

Roberto Maurer

El peor libro siempre tiene algo bueno, dijo Plinio, que no conoció las series de televisión. De “Elementary” es imposible rescatar algo positivo porque en su fundamento se encuentran la codicia, la falta de escrúpulos, la indiferencia por los derechos de héroes legendarios indefensos y la falta de imaginación enraizados en la gran industria del espectáculo. La serie estrenada por Universal (va los jueves a las 21) se suma a las incontables versiones inspiradas en el personaje de Sherlock Holmes creado por Arthur Conan Doyle. Desde su aparición, a pesar de la nitidez de su perfil, ha sido manoseado hasta llegar a esta desfiguración insoportable.

Ya en forma casi contemporánea, el novelista Gastón Leroux se apropió de Sherlock Holmes, lo llamó “Herlock Sholmes” y lo enfrentó con su personaje, el refinado ladrón Arsenio Lupin. Se pueden recordar acercamientos respetuosos, y aún enriquecedores por el punto de vista elegido, y sería el caso de “La vida privada de Sherlock Holmes” una comedia inolvidable que Billy Wilder dirigió en 1970.

En el cine, la imagen del actor inglés Basil Rathbone ya no puede ser removida y menos si se piensa en la más reciente versión de Guy Ritchie, donde el sedentario investigador se transforma en un héroe de súper acción de la familia de Bruce Willis. Sin embargo, en gran parte de las 14 películas que protagonizó Rathbone se sitúa a Holmes en la década de los ‘40, cuando fueron rodadas, e inclusive lo imaginan luchando contra los nazis. Con una pequeña cuota de decencia, en alguno de esos films se puede leer una justificación: se trata de personajes “eternos” y no pertenecen a ninguna época, aunque en sus aventuras originales hayan cabalgado entre ambos siglos y sin despegarse del talante victoriano que fue el punto de partida.

MODERNIZANDO

Los ingleses le dedicaron algunas series de televisión, con la fidelidad que corresponde a un héroe nacional, aunque en la última “Sherlock” la miniserie realizada por la BBC, también experimentó el proceso al parecer inevitable de “modernización”. La televisión norteamericana, con el desparpajo de las ex colonias, ya había adelantado las traiciones de “Elementary”, donde Sherlock Holmes opera en Nueva York y el Dr. Watson, su ayudante, es mujer. En una serie de 1983, si bien Watson era una mujer, al menos se trataba de la hija del doctor que revivía a un Sherlock Holmes que había sido conservado en una cápsula.

La citada miniserie de la BBC, especialmente su éxito en los Estados Unidos, despertó el interés de los norteamericanos que quisieron comprar su formato y luego se decidieron ir por la suya con “Elementary”, a pesar de algunas amenazas legales por violar el copyright. No pudieron prosperar: Sherlock Holmes, como concepto, no está protegido por ningún derecho de propiedad intelectual y por lo tanto es patrimonio de la Humanidad.

CUANDO SHERLOCK CONOCIÓ A JANE

Pero la Humanidad no siempre te trata bien, si aceptamos que la CBS forma parte de ella. En “Elementary” el personaje ha sido despojado de sus atributos victorianos, por lo tanto de su principal encanto, y aunque se encuentre dotado de un gran poder de deducción y sea un misántropo excéntrico, no resulta básicamente distinto de ningún otro de los numerosos detectives con una sobresaliente capacidad de observación que pueblan las series policiales. El escenario es Nueva York, hoy, y Holmes (John Lee Miller, un actor inglés que al menos usa el acento) acaba de salir de una institución donde se rehabilitan adictos, y su padre le ha asignado una acompañante terapéutica llamada Jane Watson (Lucy Liu), quien, a pesar de las reacciones hostiles del detective, se irá transformando en su asistente. Alguna vez fue cirujana -lo deduce Holmes antes de que se lo cuente- y tuvo que abandonar la profesión por un problema en la mesa de operaciones, lo que también deduce Holmes sin que nadie lo diga. Fue al principio y sería el equivalente del “veo que usted ha estado en Afganistán” que Holmes dirige a Watson apenas se conocen en la ficción de Conan Doyle.

Este nuevo Holmes ha sido asesor ad honórem de Scotland Yard en Londres, donde conoció a un policía neoyorquino que lo entusiasmó con los atractivos asesinatos que se cometen en la Gran Manzana, y que emigró para confirmar la eficacia de su sistema: “Yo observo, y luego de observar, deduzco”, afirma.

Sherlock Holmes no se acostaba con el Dr. Watson, como sabemos, pero no es descabellado esperar que en el futuro de este nuevo Holmes y Joan Watson haya una cama. Sin embargo, según dichos de los productores, ambos se limitarán a una relación profesional, amistosa y afectiva. Pero el camino platónico parece estar impregnado por la tensión entre dos seres que se sienten atraídos el uno al otro.

Naturalmente, los ingleses se sintieron ofendidos por estas profanaciones, y The Guardian se preguntó si no se trataría de una variante detectivesca de “Cuando Harry conoció a Sally”.