A contramano

Rubén Ferrero, presidente de CRA

 

La política agropecuaria en la Argentina y en particular la que tiene que ver con la comercialización de granos va a contramano de la tendencia mundial, siguiendo la impronta oficial de “profundizar el modelo”. Desde 2006 la creciente intervención estatal significó transferencias millonarias del sector productivo a otros actores de la cadena. Esto se tradujo en un estancamiento y baja del volumen de la producción de granos, debido al creciente riesgo que en la comercialización soportan los productores.

En el resto del mundo los países líderes en el comercio de granos llevan adelante programas específicos en materia de comercialización, cuya finalidad es correr de la escena al Estado para dar lugar a la iniciativa privada.

Sucede en Australia, con el desmantelamiento de la Australian Wheat Board; en Rusia, con el proceso de privatización de la United Grain, y en Canadá, donde se eliminó el poder de monopolio de la Junta Canadiense de Trigo y se redujo la carga regulatoria sobre los productores.

Aquí la máxima oficialista de profundización del modelo se hizo sentir en el mercado de granos con una “politización” que se traducirá en el mediano plazo en mayor riesgo y menor valor para toda la cadena comercial.

La resolución 3342/2012 prevé un régimen informativo -complementario al establecido en la resolución 2750- respecto de las existencias de granos, cereales y oleaginosas no destinados a la siembra y requiere a los productores declarar la superficie productiva correspondiente a cada grano con anterioridad al traslado y la comercialización. El incumplimiento del régimen de información obstará al expendio de las cartas de porte, así como a la obtención del Código de Trazabilidad de Granos y a la registración de los contratos y operaciones.

Claramente, la resolución implicará una retracción en la logística productiva. La incertidumbre trasladará su efecto negativo a los precios, y el productor terminará pagando los costos de la improvisación.

La Argentina necesita y merece mostrarse al mundo como un proveedor competitivo y confiable. Tiene con qué, el resto es una decisión política. Ojalá prime la sensatez; sería bueno para todos.