Se quedó con la edición Nº 81 sin discusión

Colón lo ganó de arco a arco

Desahogo sabalero

El fútbol del equipo de Sensini fue mucho más que el corazón del equipo de Pumpido. El tándem Curuchet-Moreno fue imparable y el arquero Perafán evitó la goleada.

Darío Pignata

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Si la espina que debía sacarse de adentro era la de agosto del año pasado, Colón le pagó a Unión con esa misma moneda: un 2-0 inapelable de ésos que duelen como todo clásico en esta ciudad. Porque si bien Unión hace medio año que no gana y por momentos parece una máquina de perder puntos, el de ayer no fue un golpe más aunque estadísticamente así parezca en medio de esta crisis que parece no tener fin para los tatengues. Del otro lado, por la bronca acumulada al no poder ganar ninguno de los dos clásicos en la temporada pasada, el desahogo sabalero fue con todo y lo festejó tanto como un campeonato con miles de hinchas saltando al césped y varios miles más festejando en las calles hasta las primeras horas de hoy lunes.

El partido fue un déjà vu del que se jugó hace un año y pico en la misma gramilla del Centenario: un equipo jugó el partido y el otro lo sufrió. Y a la hora de las recetas que eligió cada uno, Colón puso fútbol e individualidades desequilibrantes; Unión sólo ganas y corazón para evitar un papelón en la chapa final.

El clásico, al haber un ganador, casi que “obliga” a tener que buscar una figura de Colón que se suba al podio a la hora de elegir los mejores. Pero si este partido fuera uno más y no un clásico, la figura de la cancha sería sólo Perafán, un arquero que tapó cinco jugadas mano a mano de gol en toda la tarde y evitó la goleada.

Del otro lado, el Colón del clásico se pareció bastante al que arrancó bebiéndose los vientos en las primeras fechas del Inicial y se distanció mucho de esta imagen híbrida de los últimos partidos que lo alejaron de la punta, lo sacaron de la Sudamericana y hasta lo dejaron sin chances en la acumulada para la próxima Copa Libertadores.

El tándem Moreno-Curuchet fue determinante a lo largo de toda la tarde y allí están las figuras de Sensini en el derby. Más abajo, Raldes atrás, Mugni por su calidad para definir y Prediger hasta que tuvo nafta.

Lo de Unión con diez fue hasta más digno —desde lo futbolístico, no en la actitud—

que con once después de la casi amateur expulsión de Lugo con la patada descalificadora a Curuchet. Éste es el otro tema que Unión deberá analizar en serio cuando cure o cierre el dolor de la herida por el clásico. Si deportivamente hace medio año que no se gana un partido es porque se cometieron errores groseros a la hora de tomar determinaciones futbolísticas, entre ellos traer como refuerzos jugadores que están lejísimo de las exigencias del profesionalismo en Primera División.

Unión es el peor equipo en las dos tablas porque es el peor equipo de todos en la cancha. Y su gente se da cuenta de esto, por eso alienta sin parar y hubo muy pocos insultos, en realidad casi nada para la peor campaña tatengue en el profesionalismo de AFA. Porque el hincha, que sabe de fútbol, se da cuenta que no le puede pedir a muchos de estos jugadores lo que no pueden dar: calidad técnica y desequilibrio para marcar diferencias.

Cuando Colón perdió el clásico en agosto del año pasado, la crisis se llevó puesta la cabeza de Marito Sciacqua y marcó un divorcio en la relación hinchas-jugadores sabaleros que recién se terminó de recomponer ayer. Así es el clásico en esta bendita ciudad con forma de pelota. Guste o no, coincida o no, es así.

Ahora, más allá de saber qué “coletazos” dejará el derby, Unión tiene un problema no menor: además del clásico, el equipo va perdiendo de a poco la categoría que le costó sangre, sudor y lágrimas recuperar después de ocho duros años en el ascenso.

Colón lo festejó como un campeonato, con miles de hinchas invadiendo el campo de juego y con los jugadores “pegados” al alambrado cantando con la gente. Lo ganó bien el equipo de Sensini que acertó con el once inicial y recontra-acertó con los cambios.

Colón se liberó, una temporada después, de esa famosa mochila pesada que habían resultado los dos clásicos. Era pesada en serio. Se notaba, a pesar del medio año sin ganar del rival de turno, en el silencio respetuoso en las horas previas. Si no resultaba tan pesada esa carga sabalera y si no hubiera estado la gran figura de Perafán, además de ganarlo de arco a arco seguramente Colón habría goleado.

Pozo desde adentro. Y los miles de hinchas sabaleros en las tribunas del Cementerio de los Elefantes después de que el zurdazo de Lucas Mugni se clavara contra el caño bajo izquierdo de Perafán. Pozo fue requerido dos veces y tapó ambas: en el primer tiempo a Franzoia y en el complemento a “Tarrito” Pérez en una pelota complicada. El “1”, que recibió cuatro goles en los clásicos de la temporada pasada, se sacó la espina con este grito. Foto: Amancio Alem

11-2 Ping-pong

A la hora de contabilizar las jugadas netas de gol cuando se las puede considerar realmente “de peligro” frente a los arcos, la TV Pública que mostró este Colón-Unión a todo el país contabilizó once llegadas para el equipo de Sensini —se incluyen los dos goles— y apenas dos para el de Nery Alberto Pumpido.

El gran capitán

Iván Moreno, que llegó a perder la titularidad contra Vélez en Liniers, volvió a transformarse en jugador determinante en un clásico. No le tocó marcar esta vez, pero asistió a Mugni en el primero, le puso una pelota de gol en la cabeza a Gigliotti y lo hizo revolcar a Perafán. Otro más que se sacó la mochila pesada de encima en Colón. Foto: Amancio Alem

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