Alpa Corral, el encanto de lo simple

ALPA CORRAL01.JPG

El pueblo del sur cordobés es una gema en el cordón serrano de la provincia mediterránea. El río. Los cerros. La playa. Las estrellas. Las comidas. La paz. El silencio. Una ventana de este mundo en la que el tiempo se detiene.

 

TEXTO Y FOTOS. JUAN MARTÍN ALFIERI.

“De arribita llegando al valle / se ve el pueblito de Alpa Corral / y a su lado va con su serpentear / aquel río manso que es un manantial”, la serena cadencia de los versos de esta zamba escrita por Juan Francisco Fruttero son fiel reflejo de la paz y la tranquilidad de esta hermosa villa de las sierras del sur cordobés.

Alpa Corral, que en voz quechua significa Corral de Tierra, se alza en la falda oriental de las Sierras de los Comechingones, a la altura de Merlo, San Luis. Queda a 70 kilómetros al noroeste de Río Cuarto y a 196 kilómetros al sur de la capital provincial. El río Las Barrancas lo acaricia a lo largo de 7 kilómetros generando a su paso inmejorables paisajes serranos.

Antítesis del húmedo y caluroso verano litoraleño, Alpa Corral es óptimo para descansar y renovar energías. Es una gema serrana poco conocida y, por ello, aún conserva la magia de lo que se “quedó en el tiempo”. Debilidades o fortalezas, como quiera analizarse, este pueblo no tiene complejos de cine, ni shoppings, ni cajeros automáticos. Tampoco se obnubila por las luces del teatro de revista, ni por multitudinarios festivales de música. Allí no hace falta preocuparse por el cambio de divisa, ni por las tarjetas de crédito, ni homebanking; las compras se hacen cara a cara, mirando a los ojos, tentándose por las texturas y los aromas. Smog, reloj y celular no cuadran en el vocabulario cotidiano.

Alpa Corral conserva el encanto de lo simple. Es un “Valle de ensueño” que invita a reencontrarse con la naturaleza, a desenchufarse de la vorágine citadina, a inflarse el pecho con aire fresco, abrazarse a la tierra y hacerse uno con el río. Alpa Corral emociona por ser sincero, franco y transparente, como el abrazo de un amigo. Será de ahí que se construye su lema insignia, “Conocerlo es volver”.

RÍO, PLAYAS Y OLLAS

Cristalino y por tramos caudaloso, el río Las Barrancas es la principal opción para disfrutar del día. Formado por la fusión de El Talita y Las Moras, su cauce ofrece variadas opciones en toda su extensión. Si la queremos sencilla, hay playas en pleno centro del pueblo en las cuales mojar los pies, tomar mate y comer raquetas. Ahora bien, no hace falta transitar mucho para encontrar espacios paradisíacos, solitarios, cuasivírgenes, que nos permitan relajarnos aún más. Dar con esos lugares es tan sencillo como no claudicar en su búsqueda.

Pensemos que el río corre de oeste a este y tomemos como eje el Balneario. Desde allí, aguas arriba nos dirigimos hacia la Unión de los Ríos. En ese tramo de unos 5 kilómetros nos encontramos con El Codito y Los Sauces Colorados, a los que se accede directamente desde el camino, y otras bellezas naturales enclavadas en las sierras como La Gruta de la Virgen de Lourdes, La Olla y Las Tres Hermanas, a las que debemos llegar descendiendo algunos metros por las laderas. Más arriba, pasando la Unión, el camino nos regala una cuesta vertiginosa que nos sirve de balcón para apreciar una panorámica impresionante dominada por la abundante vegetación autóctona, con fondo de escenario protagonizado por Los Pinares. De allí, el Tobogán del Vado mediante el que se accede directamente a El Talita.

Regresemos al eje del recorrido para dirigirnos hacia el este, río abajo. La bienvenida a este sendero nos la da El Cajón, cañón de inmensas rocas que da cuenta del incansable trabajo que Las Barrancas ha hecho a lo largo de miles de años. La verdadera postal, escena inolvidable, es la que obtenemos si nos paramos en el añil Puente Colgante y miramos este paisaje desde el cielo. Siguiendo el curso del agua, nos encontramos Las Turbinas, la Barranca de los loros, La Usina y, finalmente, Villa Jorcoricó, un pintoresco emprendimiento urbanístico de mediados de siglo pasado. Vale destacar que a todos estos puntos también se puede acceder a pie descendiendo por la sierra por el sendero vecino al Cementerio Municipal.

VALLE DE AVENTURAS

Complementando la propuesta del río, podemos disfrutar de nuestra estadía en el pueblo entregándonos a múltiples actividades recreativas y deportivas. Las más comunes tienen que ver con las exploraciones a pie o en bicicleta como la que se puede vivir desde la cima del Cerro Blanco, el pico más alto del valle desde el cual se divisa hasta las vecinas localidades de San Luis. En este mismo sentido, otras opciones son travesías en camionetas y cuatriciclos, cabalgatas guiadas, pesca deportiva de truchas, avistaje de animales en su entorno natural y recorridos culturales por la Capilla Hambaré, construcciones ancestrales y restos de la cultura comechingona plasmados en pictografías que trazaron en cuevas. Para los amantes de los deportes extremos, el Puente Colgante permite practicar puenting con una caída libre de 45 metros y en Las Tres Hermanas se vive la adrenalina de la tirolesa a través de un largo recorrido sobre el vacío.

ESTRELLAS, GASTRONOMÍA Y FOGÓN

La noche alpacorralence es un cheque en blanco para que el portador lo complete a gusto y placer. Claro que es posible disfrutarla cenando en restaurants y fondas, terminándola en bares o en el pub-boliche del pueblo. En este sentido, la oferta no es muy amplia, pero existe y es buena.

Ahora bien, qué mejor que estar en el valle y reconfortar el paladar con un chivo serrano a la estaca, un cordero asado o una buena carne cocinada al disco. ¿Que no tenemos los instrumentos? En Alpa Corral se consiguen. ¿Que no sabemos cómo hacerlo? En Alpa Corral nos lo enseñan. Sólo es cuestión de voluntad y de sumergirse en el espíritu solidario del pueblo. Estas propuestas gastronómicas invitan a desatar la charla sin apuros y a saborear el silencio, bajo un firmamento estrellado como en pocos lugares se puede ver.

Otra excelente opción es, extremando medidas de seguridad, culminar la noche con un fogón playero. Con guitarra, amigos, el momento se disfruta mejor con alguna bebida espirituosa como un fresco melón con vino blanco.

RUTA A LA GEMA SERRANA

Hasta no hace mucho tiempo, Alpa Corral no aparecía ni en el Google Maps. Ahora con sólo tipear el nombre en cualquier GPS digno, saltan guías para todos los gustos. Nos tomamos el atrevimiento de esbozar una hoja de ruta confiable y certera para atravesar los 539 kilómetros que separan Santa Fe del “Valle de ensueño”.

Desde hace 5 años, y tras varios lustros de promesas incumplidas, se comenzó a terminar el camino de asfalto que arriba al pueblo desde su flanco sureste. Desde nuestra capital, lo primero que tenemos que hacer es tomar la RN19 hacia el oeste hasta llegar a San Francisco. Luego debemos atravesar la ciudad hasta tomar la RN158 hasta Río IV. Al llegar, es necesario abordar dos rotondas: en la primera debemos girar a la derecha, hacia Córdoba; en la segunda, a la izquierda, hacia Villa Mercedes (RN8). Tras escasos kilómetros, debemos doblar a la derecha en la RP30 rumbo a Achiras. 42 kilómetros después, aparecerá el cartel hacia la gema: “Alpa Corral”. La senda nos invitará a tomar hacia la derecha para transitar los últimos 32 kilómetros por la RP23. Imposible perderse.

Alpa Corral,  el encanto de lo simple
DSCN7714.JPG

Río abajo, en Villa Jorcoricó. Un grupo de amigos descansa alejado del mundo.

LA TIERRA, EN FAMILIA

Curiosamente, Santa Fe y Alpa Corral están unidas en la historia por un apellido común. Allá por 1582, en los inicios de lo que luego se transformaría en la villa, Gonzalo Martel de Cabrera -hijo de Jerónimo Luis, fundador de Córdoba- recibió una merced de tierras en el río Cuarto al casarse con María de Garay, casualmente, hija del fundador de Santa Fe y Buenos Aires. Las tierras, siempre en familia.

Alpa Corral,  el encanto de lo simple
Alpa Corral,  el encanto de lo simple

Río arriba, en Las tres hermanas. Uno de los espacios clavados en medio de las sierras.

+info

http://www.alpacorral.com

http://www.alpacorral.net