Personal Fest 2012

Un mapa sonoro del presente

La nota

Illya Kuryaki & The Valderramas repasó rítmicos clásicos y abordó el intimismo y la evolución en las canciones de “Chances”, su nuevo disco. Fotos: Gentileza Personal

 

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Luego de la fuerte grilla de la edición 2011, el Personal Fest tenía un gran desafío. Anunciado tarde en el año, debía competir además con la gran cantidad de shows y festivales internacionales. Además sufrió la baja a último momento de Fiona Apple, uno de los números más esperados, motivada por la muerte inminente de su mascota. Pero la empresa de telefonía y la productora Fénix Entertainment Group decidieron apostar a un line up para todos los gustos (con muchos que venían por primera vez) y la mística del encuentro, con sus propuestas de entretenimiento anexas. Dos escenarios alternaron en constante grilla unificada en el Club Geba de Palermo, y otros dos tuvieron sus propias programaciones.

Comienza la fiesta

Si en 2011 The Strokes y Beady Eye brillaron en el día 1, este año pareció un homenaje a ellos, ya que (con las excepciones del caso) las guitarras crudas y vintage y los bajos zumbones y machacantes fueron protagonistas.

Al rayo del sol, DeVotchKa, encabezada por el cantante y guitarrista Nick Urata, sorprendió a varios de los primeros en llegar. Su propuesta combina la canción rock con viajes étnicos que van del corrido mexicano al unza unza balcánico al estilo de la No Smokin’ Orchestra (violín, contrabajo, acordeón y tuba margarita incluidos).

Hablando de México, luego fue el turno de la chaparrita sin edad Natalia Lafourcade, quien mostró su apuesta a la canción al frente de una banda impecable y luciendo una voz muy expresiva, casi como una Mimi Maura adolescente. Fue y vino entre sus creaciones más viejas y su nuevo disco “Mujer divina”, donde redescubre la obra de Agustín Lara. “Se julietaveneguizó”, dijo un detractor.

Energía en canciones

El rock explotó de la mano de Divine Fits, la banda encabezada por los guitarristas y cantantes Britt Daniel y Dan Broeckner, propuesta alternativa y mutante que fue variando a través del show, arrancando con sonoridades potentes y directas que recordaban por momentos a The Strokes y Queen of the Stone Age, para terminar redondeando el set con algunas apelaciones post grunge, con algo de las baladas de Foo Fighters.

Donald Cumming, voz y guitarra de The Virgins, luce, canta, toca y se pone la vincha de Mark Knopfler. Y junto a su banda suma influencias varias, con slow tempos a lo Pink Floyd, guitarras bien Rolling Stones y bases bailables en el estilo de New Order, con una recepción dispar por parte de los presentes.

Los que sí calentaron el ambiente fueron los británicos The Cribs: con una inclinación sónica propia de los Sonic Youth, pero con marcada vocación cancionística, construyeron uno de los momentos cumbres de la noche, apoyados en su fuerza escénica, la batería de Ross Jarman y la potencia valvular de los equipos Orange de sus hermanos Gary y Ryan. Mientras tanto, Juanse cerraba el escenario Personal Música al ritmo de “Sucia estrella” o “Enlace”, y temas nuevos como “Colocado por el rock and roll” (sic).

La apuesta nacional fue Babasónicos, que regaron glamour con sus prendas pegadas al cuerpo y la voz dulzona de Adrián Dárgelos. Con su “disco-western-bolero-style” hicieron “mover la patita” a unos cuantos, de la mano de “Pendejo”, “Y qué”, “Putita”, “Deléctrico” y otros éxitos.

Finalmente subieron al escenario principal los esperados Kings of Leon, con su sonido de canciones directas, un trabajo de songwriting aderezado por capas de guitarras y teclados, siempre bajo una sensibilidad folk que se expresa tanto en la voz de Caleb Followill y sus bases por momentos acústicas, como en el aspecto “campirano” de los cuatro hermanos Followill (nacidos en Nashville, Tennessee, La Meca de la country music). Así recorrieron temas de sus diferentes discos, entre electricidad e intimismo, cantados por un público que se los sabía de memoria. “Ustedes los cantan mejor que nosotros”, dijo Caleb.

La noche cerró con el DJ neoyorquino James Murphy, quien se encargó de hacer bailar a los que todavía tenían piernas.

Viajes sonoros

La segunda jornada prometía ser más ecléctica. Así, la simpática Little Boots (Victoria Hesketh) salió a enfrentar el sol con su “discoelectropop” rabiosamente bailable, para sacarle la modorra a un pequeño grupo de fanatizados que la adora.

Ahí nomás hizo acto de presencia Clap Your Hands Say Yeah!, encabezada por el cantante y guitarrista Alec Ounsworth (gorra y pantalón con tiradores, como un chico pobre de Dickens) que salida del circuito universitario elabora un “nerdy rock” con algo de brit en las guitarras y voces por momentos desgarradas: una propuesta cancionística pero algo repetitiva para el oyente desprevenido.

A continuación llegó una de las sorpresas más agradables del festival: Dirty Projectors, una música incalificable, experimental, en base a ideas simples pero sofisticada en los ritmos, basados en la batería de Brian McOmber y la percusión de Haley Dekle, los increíbles arreglos vocales entre las voces de Olga Bell, Amber Coffman y Dekle (bonitas las tres, de paso) y lo que teje la guitarra de David Longstreth, cruzada con la otra guitarra de Coffman y las teclas de Bell. Para paladares exquisitos que puedan entrar en sintonía.

Si el año pasado dijimos que Soja (Soldiers of Jah Army, unos que volvieron entre tantos debutantes) era “una improbable banda de reggae con origen en el condado de Arlington, Virginia”, hoy podríamos decir también que son “los Counting Crows del reggae”. En la imagen, la voz y la guitarra de Jacob Hempill se nota ese sonido americano tan expresado en los ‘90, aunque también hubo lugar para canciones más roots (en las que el entrador bajista Bob Jefferson hace la voz más jamaiquina) y hasta un pasaje de batucada brasileña. A años luz del reggae argentino, no se explica la breve participación como invitado de Dread Mar I.

Bien arriba

La noche apuntó a los números centrales, y así se produjo la explosión: Molotov pisó el escenario con su fórmula de bases machacantes a cargo de Tito Fuentes en guitarra, Micky Huidobro y Paco Ayala en bajos y Randy Ebright en batería (aunque roten) y las voces de rap latino de los cuatro. En un show sin fisuras, hicieron delirar a la ahora sí masiva concurrencia con como “Chanwich a la chichona”, “Amateur” (con su homenaje a los Beastie Boys), “Chinga tu madre”, “Here we Kum”, “Voto Latino”, “Gimme tha Power”, “Frijolero”, y terminar en “Puto”. Energía, humor, “mexicanglish” y compromiso para calentar la recta final.

El cierre quedó a cargo de Illya Kuryaki & The Valderramas, el reunificado dúo integrado por Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, que combinaron la potencia de sus clásicos rap-funk-soul con las canciones de “Chances”, su flamante disco. Al frente de una multitudinaria banda plena de groove, y acompañados por un sugestivo cuerpo de baile, abrieron con “Chaco” y “Ula ula” (nuevo corte), recorriendo “Latin Geisha”, “Jugo”, “Expedición al Klama Hama” o “Jennifer del Estero” y momentos nuevos como “Funky futurista” o “Águila amarilla”, con dedicatoria a Luis Alberto Spinetta en las pantallas y nuevo despliegue de Dante como guitarrista.

“Coolo”, “Madafaka” (con los Molotov como invitados), “Remisero” y “Abarajame” hicieron delirar en el final. Tras la partida de IKV, los Festa Bros. arrancaron con su set electrónico para los que desafiaban la madrugada del lunes y el cielo que comenzaba a encapotarse.

La nota

Kings of Leon, la banda de los hermanos Followill, recorrió su discografía ante una legión de seguidores que lo estaba esperando.