Cumple 96 años

 

Eterno Kirk Douglas

 

A veces se olvida que Kirk Doulgas sigue vivo. Con 96 años, con medio cuerpo paralizado pero con el sentido del humor siempre a punto, quien fuera “el hijo del trapero” pero acabara protagonizando títulos fundamentales como “Espartaco”, es historia viva del séptimo arte.

El actor celebra sus 96 años. Casi centenario, mantiene su sentido del humor y acude a galas como las del American Film Institute, que le ha rendido tributo, de la misma manera que recibió el Oscar honorífico o el Oso de Oro a toda una carrera en Berlín. Foto: EFE
 

De la redacción de El Litoral

Quizá junto a las hermanas Olivia de Havilland y Joan Fontaine, uno de los pocos supervivientes de toda una época, la de Hollywood dorado. Época de contratos de vinculación a uno u otro estudio, de absorción de talentos europeos escapando de los totalitarismos europeos y de profusión de ilustrados cineastas al servicio de un arte todavía joven, Douglas resumía en su propia peripecia vital ese “sueño americano”.

Issur Danielovitch Demsky nació en Amsterdam, Nueva York, el 9 de diciembre de 1916. Su nombre deja entrever la sangre que corre por sus venas (su familia era rusa judía) y creció en un gueto de pobreza con su humilde padre.

“El hijo del trapero”, como se autodenominó en su biografía, antes de rentabilizar en el cine su poderoso físico, subrayado por el famoso hoyuelo que heredaría su hijo Michael, se destacó en el deporte. El futuro “Espartaco” compitió en lucha libre en la Universidad de Saint Lawrence, lo que lo ayudaría a conseguir la beca para estudiar Arte Dramático, recuerda la agencia EFE.

Racial, agresivo, con un trasfondo tierno y con aptitudes más que destacables, radicalizó aún más su aspecto al enrolarse en 1941 en la marina estadounidense para luchar en la Segunda Guerra Mundial y, con el fin del conflicto, llegó moldeado como un hombre arrebatador.

LA LLAMADA DE MINNELLI

Vincent Minnelli acababa de ganar el Oscar a la mejor película por “Un americano en París” y estaba considerando un director de cine ligero, tirando a cursi. Casado con Judy Garland y con una homosexualidad que era un secreto a voces, se encontró con Kirk Douglas, que acababa de trabajar con Billy Wilder en “Ace in the Hole”, y desató el lado menos lúdico pero quizá más brillante de su talento.

Así llegó “The Bad and the Beautiful”, cáustico retrato de la industria de Hollywood, obra maestra absoluta del melodrama, prodigio de glamour y de inteligencia en el guión que acercó al Oscar de nuevo a Douglas.

Repitieron en “Tres amores”, pero sobre todo con “Lust for Life”, el apasionado y apasionante retrato biográfico de Vincent Van Gogh, contagiado por las atormentadas pinceladas del genio holandés, al que Douglas encarnó en la que probablemente fue su mejor interpretación.

Tercera, última e infructuosa nominación para el actor, que aún cerraría una cuarta colaboración con Minnelli en “Two Weeks in Another Town”, reverso todavía más oscuro de “The Bad and the Beautiful”.

HOMBRE PARA LA AVENTURA

Con el prestigio adquirido al lado de Minnelli, Douglas despegó como actor dramático y empezó a protagonizar grandes éxitos en todos los géneros: en la aventura, se acercó a Julio Verne en “20.000 leguas de viaje submarino”, fue uno de “Los vikingos”, junto a Tony Curtis (con la que ganó un premio de interpretación en San Sebastián), se dio al western junto a Burt Lancaster en “Gunfight at the O.K. Corral” y, por supuesto, se convirtió en el esclavo “Espartaco”.

Esta película iba a ser dirigida por Anthony Mann, pero Douglas, que era productor ejecutivo, sacó su lado más tiránico y lo despidió para poner a Stanley Kubrick, con el que se había llevado estupendamente en otra de sus obras maestras en esa década, “Paths of Glory”. Douglas se convertía así en uno de los mejores actores y protagonizaba algunas de las mejores películas de su tiempo.

Con su propio hijo, Michael, dándole el relevo en el cine y mientras su poderoso físico empezaba a retraerse, empezó a probar suerte en la dirección con títulos como “Scalawag” o “Posse”, que no tuvieron especial repercusión. Se dejó seducir por directores de la nueva hornada que admiraban su trabajo, como Brian de Palma en “The Fury” y “Home Movies”. Y, poco a poco, su estrella se extinguió hasta vivir de esa luz del pasado y sólo tintinear en el presente.

Un accidente de helicóptero en 1991 y una trombosis en 1994 empezaron a alertar al mundo del cine de que urgía hacer justicia con Kirk Douglas. El Oscar honorífico llegaría en 1995 y el Oso de Oro a toda su carrera en 2001. Incluso la simplona “Ir Runs in the Family”, con su hijo Michael, jugó a ejercer de testamento cinematográfico con mucho sentido del humor. Pero Kirk Douglas sigue, resiste. Cumple ahora 96 años y alimenta las sospechas de que quizá sea eterno.


El actor celebra sus 96 años. Casi centenario, mantiene su sentido del humor y acude a galas como las del American Film Institute, que le ha rendido tributo, de la misma manera que recibió el Oscar honorífico o el Oso de Oro a toda una carrera en Berlín. Foto: EFE

El actor celebra sus 96 años. Casi centenario, mantiene su sentido del humor y acude a galas como las del American Film Institute, que le ha rendido tributo, de la misma manera que recibió el Oscar honorífico o el Oso de Oro a toda una carrera en Berlín. Foto: EFE