Tribuna política

6 D: el pingüino está rengo

Enrique Escobar Cello

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Nada volverá a ser igual para el gobierno, el jueves 6 de diciembre, mientras una gaseosa nube tóxica (de verdad) pasaba por Comodoro Py y gran parte de la zona norte de Buenos Aires y el diluvio azotaba como pocas veces, la Justicia (así, con mayúscula) desinflaba las expectativas de la gran epopeya kirchnerista prorrogando los términos a su enemigo predilecto.

Tantos discursos amenazantes, tanta compadrada... ¡para que el tiro saliera por la culata!

Cuánto estaría resuelto si el matrimonio Kirchner hubiera aplicado todas las energías que gastó para voltear a un grupo económico (que hasta ahora no volteó), en resolver los grandes problemas de los argentinos.

A lo mejor no tendríamos tanta inseguridad, se podría haber afianzado la confianza de los inversores y tendríamos más puestos de trabajo para reemplazar los subsidios ¡En fin! Pero no fue así. Todo se centró en un objetivo menor, dentro de la gran problemática nacional: un grupo económico que desairó -parece- al señor Kirchner y se ganó su encono.

Kirchner llega a la presidencia de la Nación con un magro 23% de los votos. Su debilidad parecía irreversible. Sin embargo, él construyó poder. Con métodos cuestionables, pero lo construyó.

Finalizando su presidencia prorrogó por diez años la licencia de canal 13 y con posterioridad permitió la fusión de dos grandes empresas de cable, pertenecientes al mismo grupo. Los K estaban en buenos términos con el Grupo Clarín.

Cuando la crisis del campo, el señor Magnetto, a la sazón CEO del Grupo en cuestión, cometió la tremenda perfidia de seguir ejerciendo periodismo independiente, dándole correcta cobertura a ese crítico asunto.

A partir de entonces, el señor Kirchner trasladó su relación de (como escribiera Manuel Gálvez) adaggio a un allegro molto agitato. Toda descalificación era poca y todo ataque justificado, sin importar quién sufriera consecuencias colaterales.

Los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble (principal accionista del grupo que dirige Magnetto) sufrieron una inusitada persecución, no exenta de humillantes circunstancias, en un vano intento de demostrar que eran hijos de desaparecidos y se construyó una ley anti monopolio para desbaratar el mismo grupo que había sido favorecido poco tiempo atrás.

Con esa fascinante facilidad que tienen los K de reescribir relatos (propios y ajenos), los elegidos de ayer pasaron a ser los perversos réprobos del momento.

Así, esta guerra contra Clarín en particular y el periodismo independiente en general fue convirtiéndose en el principal objetivo del gobierno. Nada era (ni es) más importante que pasarles por encima, que aplastarlos.

Así, transcurridos años de ataques y aparentemente agotadas las instancias legales, el 7 de diciembre de 2012 sería el gran día. La epopeya K. Entrarían pateando puertas en las instalaciones donde anidaba El Mal. El señor Sabatella, montado en un pony, como un arrollador Sancho Panza, dirigiría las tropas salvadoras de la democracia.

Pero se les pinchó el globo. La Corte Suprema también demostró ser independiente; le paró el carro a las prepotentes pretensiones gubernamentales y ordenó a jueces y camaristas administrar justicia inmediatamente.

Pato rengo

Al presidente norteamericano que está finalizando su mandato y transita el breve período en el que entregará el poder al presidente entrante, se lo denomina “pato rengo”. Ha perdido poder entre su propia gente y su capacidad de decisión y maniobra quedó definitivamente acotada.

En Argentina, y haciendo uso de una analogía por el estilo, podríamos decir que nuestra presidente se ha convertido en un pingüino rengo.

Claro que acá, la renguera presidencial no obedece a ningún traspaso de poder a otro mandatario. Por el contrario, nuestra presidente está culminando su primer año de gobierno. Tres años al frente del Poder Ejecutivo la esperan aún.

¿Por qué entonces la renguera?

Creemos que la renguera empezó a pronunciarse el 8 de noviembre pasado, cuando la gente se hartó de tanta injusticia, inseguridad, corrupción y dependencia y salió a pronunciar su mortificación, llenando calles y plazas del país.

Veintiocho días después, el seis de diciembre, esa renguera se empieza a volver un poco aparatosa. Nuestra presidente se queda sin épicas que proponer.

Pero esa renguera presidencial no es incurable. Creemos que la presidente renguea por causas artificiales, no estructurales. Tiene piedras en los zapatos que no la dejan caminar.

Esas piedras son los obsecuentes que la siguen moviendo los rabos y aplaudiendo sus macanas y sus errores.

Si tuviéramos posibilidad de dirigirnos directamente a la señora presidente le diríamos que se saque esas piedras de los zapatos, que eche a la calle a esa morralla de obsecuentes y comience a buscar colaboradores insolentes, que se atrevan a decir “no estoy de acuerdo señora”. Porque “no estar de acuerdo”, si se sostiene con una argumentación válida, lejos de ser una actitud de motín, es una contribución al mejor logro de los fines perseguidos.

Que comience a escuchar a la gente y a resolver sus problemas. Que gaste energías en los aspectos positivos de gobernar, esto es: servir al pueblo que la puso en el sitio adonde se encuentra. Que entienda que la prensa no está para adularla, está para marcar errores e interpretar el sentir del público.

La gente que se manifiesta masivamente no está necesariamente equivocada porque no coincide con sus medidas de gobierno y con la conducta personal de sus colaboradores.

Cuando una aplastante mayoría se manifiesta no lo hace porque esté equivocada; las causas de que salga a la calle a manifestarse las encuentra en su heladera, que está un poco vacía, en el miedo continuo de ser asaltados, despojados y quizás muertos, en sus hijos, sin posibilidades de conseguir un trabajo razonable, en sus ingresos carcomidos por la inflación y en esos funcionarios corruptos que engordan desvergonzadamente sus bolsillos.

A lo mejor fueron equivocados como estos los que inspiraron a Pierre N. de la Chaussée a decir: “Cuando todo el mundo se equivoca, todo el mundo tiene razón”.