El trepador

El trepador
 

El trepador -o el trepa, para acortar camino, acción que está en su esencia- es una persona que está muy concentrada en avanzar por dónde y cómo se pueda. No está aquí con nosotros, meros mortales: está de tránsito -como todos, bah, pero con otra velocidad- y camino hacia algo mejor.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

En todas partes hay al menos un trepador agazapado. Ocasionalmente vive y trabaja con nosotros y hace más o menos las mismas cosas, con una -al menos- diferencia básica: él está muy concentrado en los próximos pasos, que visualiza como saltos, y vos, tontito, estás nomás viviendo normalmente y pensando en hacer bien las cosas del día a día. El está haciendo las de mañana, lo siento.

Por lo mismo, es absolutamente probable que encuentres al trepa un rato a tu lado, pero luego él seguirá su derrotero (bueno: su triunfadero; derrotero es el tuyo...) y vas a encontrarlo de nuevo en el camino pero como tu jefe o el jefe de algo en otro lado.

Vos te acomodás, te adaptás y tratás de ser eficiente; progresás modestamente con el mandato de la ética, del laburo y de la idea que te dejaron tus padres y tus abuelos: “piano, piano”. Este tipo en cambio, vuela. Vos vas caminando, él quiere avión. Vos vas por el camino correcto, él busca atajos; vos vas derecho; él derecho o torcido; vos a ritmo cansino; él, a pasos agigantados.

Al trepa te lo vas a encontrar de pronto en la oficina linda y desde allí te mirará a vos y a otros como vos que lo tenían hasta hace un rato en el escritorio de al lado.

Es probable que el trepa, en su camino hacia el más allá, te haya caminado la espalda, criticado por detrás, y es absolutamente posible que haya vendido como propia tu mejor idea. El trepa, por si no lo sabías, es un hábil recolector de retazos sueltos y sabe cómo “armarlos” para colocarlos luego, alta costura, en el lugar, en el oído y en el momento justo. De pronto, el trepa tiene un puñado de soluciones para la misma oficina de miércoles en la que ha venido “trabajando” todo este tiempo (incluso los miércoles).

El trepa no es un antipático (al contrario), ni un solitario. Es probable que el trepa comparta el asado o el after office; es probable que ocasionalmente se prenda en un fulbito cinco. Pero no son acciones constantes, por cuanto su verdadero interés es estar en un sitio más adelante del que está él y vos ahora.

El trepador, por definición es una persona que va hacia arriba (“cuanto más alto trepa el monito, el culo más se le ve”, dice el Indio Solari con su rancia poesía), con la salvedad de que encuentra o hace huecos y combina ascensor, soga, escalera, espaldas, alpinismo, aladeltismo o lo que pudiera impulsarlo unos metros más arriba. El trepador llegará antes. Y será tu jefe.

Si hace mucho que no ves a un trepador, te sorprenderá con su afabilidad, su sonrisa, su afectado interés por vos. Y te agasajará con una tarjeta personal en la que es multicoordinador de algo; neogerente gerenciador de gerencias gerenciables y otras cosas por el estilo. Su sueldo ya triplica el tuyo. Vos ves esa tarjeta que te entrega, ganador, leés y decís para tus adentros o tus afueras: ¿lo qué? Si en cambio el trepador siguió en la misma firma que vos, te vas a enterar dónde anda, porque ahora es el que te da órdenes. Quedate tranquilo: no son jefes forros -tienen un mínimo prurito culposo, pero pueden dormir igual-, básicamente porque no les interesa el trabajo ni bien ni mal hecho y de última están calculando el próximo paso o salto...

Y nos vamos yendo, che. Estoy viendo el modo de resolver quién escriba esto todas las semanas (con mi firma) y transformarme por fin en coordinador de coordinadores de tocoymevoyes. Mientras mido mis fuerzas, y me alisto para dar el salto. Y se termina esta nota arribista, findeañera, tipo corcho de sidra. Pum para arriba.