De domingo a domingo

Las patéticas victorias del gobierno: los fallos sobre la Fragata y Clarín

Por Hugo E. Grimaldi

(DyN)

Como perro con dos colas, el Gobierno celebró en menos de 24 horas dos fallos de la Justicia a favor que deben haber contribuido probablemente a sacar de su ensimismamiento a la presidenta de la Nación, encasillada en pensar que los “fierros mediáticos” de antes estaban siendo reemplazados por los “fierros judiciales” para voltearla con “cuatro fallos”.

Tras las decisiones del juez Horacio Alfonso sobre la Ley de Medios y del Tribunal del Mar que liberó la Fragata Libertad, el Grupo Clarín y los fondos buitres no aparecen ahora como dos enemigos menos, ya que habrá otras instancias, pero el punto positivo de la situación es el cambio de aire que han logrado las autoridades, ya que ni la propia Cristina Fernández ni sus colaboradores se daban maña para manejar los sucesos tal como estaban.

La Presidenta, porque se había encerrado sobre sí misma y sus ideas, y el kirchnerismo como estructura porque cada vez que sucede algo complejo de resolver se repliega, se queda peligrosamente atado a los vaivenes emocionales de CFK y no resuelve ni habla, si así no se lo dicen.

Quién sino Cristina

Mucho se interpela a la oposición para que aparezca una figura convocante, pero el mismo conflicto o peor lo tiene el oficialismo.

Los que son de alguna confianza no son conocidos por la gente o integran la repulsa por las formas que sufre el gobierno nacional de parte de amplios sectores y los que tienen mejor imagen no son de confianza de ella. Por eso, se torna imperiosa una nueva reelección.

Igualmente, cada cuestión que hoy celebra el Gobierno tiene sus bemoles y hay chance de nuevos retrocesos, ya que no se trata de casos cerrados.

Desde la política, el fallo de primera instancia que le propinó el juez Alfonso al Grupo Clarín el día viernes en relación a la Ley de Medios tiene aristas bien definidas para marcar, ya que por su redacción el juez ha quedado más encasillado como militante que como magistrado.

Es lamentable que haya dejado estos flancos para la crítica, ya que de los jueces se espera ecuanimidad y apego por la Constitución.

Pero, aparte de sus apreciaciones de técnica jurídica, que seguramente serán discutidas en la apelación que harán los abogados ante la Cámara, lo de Alfonso fue manifiestamente panfletario.

Pero, además, y más allá de que en su escrito de 58 carillas se mostró en sintonía evidente con la filosofía de una Ley que para él “promueve” la libertad de expresión, su adscripción a la causa ideológica de Cristina fue muy clara.

De acuerdo al léxico presidencial, de algún modo Alfonso pasará a la historia por ser el primer juez “democratizado”, tal el propósito de los nuevos paradigmas de los que viene hablando la Presidenta.

Al respecto, se pueden marcar llamativas coincidencias. A la hora de minimizar los fallos de la Corte y de la Cámara Civil y Comercial que la habían resultado adversos, una encendida Cristina había dicho el domingo pasado en la Plaza de Mayo que el Poder Judicial no presenta tanto volumen de legitimidad como el Ejecutivo y el Legislativo porque sus miembros no tienen el aval directo del voto.

¿Multiplicidad de canales?

“Exigimos respeto a la voluntad popular. Si no se respetan las leyes que legalmente emanan” del Congreso, “de qué democracia estamos hablando”, arengó la Presidenta a la multitud.

Se supone que en circunstancias más reflexivas, Alfonso escribió: “El acierto o el error, el mérito o la conveniencia de las soluciones legislativas no son puntos sobre los que el Poder Judicial deba pronunciarse”.

Probablemente, por esa minusvalía que marcó CFK, el control de constitucionalidad no sea algo en lo que deban entrometerse los jueces, aunque Alfonso le dice al Grupo Clarín que para solicitarlo hay que demostrar otras cosas, tal como una “discordancia manifiesta” entre lo resuelto por el Congreso y los intereses afectados. Pero, inmediatamente después de marcar ese camino jurídico el juez se pone el traje de defensor militante de la Ley y añade que no puede existir esa “discordancia” porque no existe un “interés superior” al objetivo central de la misma que es, en última instancia, la “libertad de expresión”, a partir de la “multiplicidad de canales”.

Ni el senador Miguel Pichetto ha defendido la Ley de Medios con tanta enjundia. Absorbido por esa pasión o por las presiones de vaya a saber quién o quizás urgido por los tiempos, Alfonso describe las razones de cada parte con cierta lógica, pero en la parte de los “considerandos” arma un fallo nada claro desde lo estructural, casi desprolijo y a las apuradas, aunque también enrevesado desde lo argumental, en el que muestra poca ductilidad a la hora de mostrarse equidistante con las partes. Pero, además, él mismo confiesa que no iba a volcar en su escrito el análisis de las pruebas porque ésa “no es obligación del juzgador”, con lo que deja sin tomar en cuenta las tres pericias oficiales que el Grupo Clarín consideraba fundamentales para sustentar sus argumentos.

Alfonso no observa además en su fallo que el cable y las señales de contenidos propios no usan espectro radioeléctrico como la radio y la televisión, situación que sí necesita ser regulada por los gobiernos para evitar superposiciones. Dicho sea de paso, tampoco en materia de uso del espectro es muy prolijo el Gobierno, ya que hoy existen miles de radios que invaden las ondas de señales autorizadas y poco se hace por controlarlas. El cable es un soporte, como lo es el papel para los diarios y no debería ser objeto de limitaciones porque así se afecta la libertad de expresión. Pero, Alfonso mezcla todo, tal como lo ha mezclado la Ley.

Sobre el derecho a expresarse libremente habló el jueves por la noche el titular de Adepa, el periodista Carlos Jornet, quien reconoció que hoy en la Argentina “no hay censura” y que “subsiste un marco de libertad” para los medios, aunque advirtió que “los márgenes de esa libertad se vienen acotando peligrosamente... La libertad de expresión en la Argentina está siendo asfixiada, restringida, inhibida, como dijo días atrás la Iglesia Católica, en un lúcido documento. Periodistas y medios vivimos en libertad vigilada, en libertad condicional”.

La tirria de Cristina contra la Justicia tuvo un segundo round el martes, cuando se encontró en bandeja con el fallo por el caso de Marita Verón. “Nunca me imaginé esta sentencia”, dijo la Presidenta a la hora de anotarse, sin haber tenido aún a la mano los Fundamentos de los jueces, entre quienes rechazaron las 13 absoluciones que determinó la Cámara Penal de Tucumán, situación que derivó en marchas de repudio en todo el país y en tanta violencia en Buenos Aires, que hizo renunciar al Jefe de la Policía Federal.

“Me hago cargo de lo que digo: no tengo pruebas, pero no tengo dudas que cuando hay dinero de por medio puede estar el mundo tocando trompetas que no les importa nada”, denunció Cristina para pegarle a los jueces. ¿De quién hablaba la Presidenta ese día, cuando aún le duraba el shock por el fallo del 6 de diciembre que le aguó el 7-D? ¿Del dinero que puede hacer correr la mafia de prostitución para comprar magistrados o del viaje que hizo a Miami invitado por terceros el juez Francisco De las Carreras, el mismo que prorrogó la cautelar que protegía al Grupo Clarín?.

Un golpe a las fuerzas del mal

El otro fallo que le puso una sonrisa aun más amplia al Gobierno vino desde Hamburgo, ya que allí se ordenó la restitución sin más de la Fragata Libertad, a la que se reconoció de modo unánime como “buque de guerra” y “expresión de soberanía”.

El Tribunal que depende de la ONU, ordenó que, se la “aprovisione” para que pueda zarpar y que sea “desembargada” por la Justicia de Ghana, lo que agrega una segunda arista a la cuestión. Ese embargo había sido pedido por el Fondo NML-Elliot, uno de los litigantes también en la justicia de Nueva York, tenedor de bonos argentinos comprados a precio de remate, un “fondo-buitre” en la jerga financiera. “¡Buitres, no pasarán!”, se despachó el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, a través de su cuenta de Twitter, grito de guerra que muestra el grado de euforia que se vive en el Gobierno.

Para un régimen como el kirchnerista, que supone que la victimización le arrima adhesiones y por lo tanto es proclive siempre a mostrarse acosado por las fuerzas del mal, el doble respiro le viene bien por un rato, pero necesita acción permanente y enemigos por mantener.

Ahora, vendrán los tiempos en que deberá lidiar con los holdouts y con el fallo de la Cámara de Apelaciones neoyorquina para deslegitimar lo que pidió el juez Thomas Griesa y aquí, con las apelaciones que vendrán por la Ley de Medios y con sus propios embates para ir a la Corte por el “per saltum” o en la lucha para evitar que la apelación tenga “efectos suspensivos” que le vuelvan a demorar el desguace del Grupo Clarín. Ya llegará, pero este fin de semana no se lo quitará nadie.

Las patéticas victorias del gobierno: los fallos sobre la Fragata y Clarín

Las manifestaciones de repudio al fallo por el caso de Marita Verón pusieron en el tapete otra decisión judicial que vino como anillo al dedo al gobierno para criticar a la Justicia. La misma Justicia a la que ahora festeja. Foto: DyN