Reseña de la temporada

Reina mágico y extrovertido

Redacción de El Litoral

EFE

Un fallo estruendoso en la final mundialista de Daegu, sus recurrentes molestias en la espalda, un cierto desaliño en las marcas y la abierta insubordinación de su compañero de entrenamientos, Yohan Blake, habían dibujado un signo de interrogación sobre el futuro inmediato de Usain Bolt.

Sin embargo, el astro jamaiquino puso en 2012 las cosas en su sitio. Se estaba preparando para los Juegos Olímpicos de Londres: de otro modo no se explica que, con antecedentes tan alarmantes, Bolt sacara a relucir la misma enorme superioridad de siempre en la hora suprema, cuando sobre la pista se ventilaba la gloria olímpica.

El “bólido jamaiquino”, siempre contenido cuando otros le proclamaban leyenda viva del atletismo por sus gestas en los Juegos de Beijing 2008 y, un año después, en los Mundiales de Berlín (tres oros y tres récords mundiales, en ambos casos), dieron rienda suelta a su refrenado discurso después del nuevo triplete olímpico: ahora sí, se considera una leyenda.

A la hora de la verdad, Blake, que le había derrotado unas semanas antes en los campeonatos nacionales de su país tanto en 100 como en 200 metros llanos, se achicó y no fue rival en el estadio Olímpico de la capital británica.

Sólo un keniata de piernas casi tan largas como las suyas, David Rudisha, le hizo sombra con su nuevo récord mundial de 800 metros llanos (1 minuto 40 segundos 91 centésimas), al cabo de una valiente carrera casi en solitario.

Todo sucedió el mismo día: el último jueves del certamen olímpico. Rudisha, de 23 años, disputó la atención del público al mismísimo Bolt, justo el día en que el sprinter derrumbaba las puertas de la leyenda.

Bolt revalidó su título del hectómetro con la segunda mejor marca de la historia: 9 segundos 63 centésimas, a sólo cinco centésimas de su récord mundial. Y también el de 200 metros llanos, con 19 segundos 32 centésimas, pero no quiso despedirse de Londres sin batir un récord.

Entonces, el sábado 11, último día de atletismo en el estadio, puso un bello remate con su sexta medalla de oro olímpica al frente de un relevo formado, además, por Nesta Carter, Michael Frater y Yohan Blake, que regaló al público un récord mundial de 4x100 (36 segundos 84 centésimas).

Consecuencia directa

Como no podía ser de otro modo, por cuarta vez (como en 2008, 2009 y 2011), Usain Bolt fue proclamado atleta mundial del año. Esta vez, en la Gala de Barcelona, donde la Iaaf celebró su centenario.

Junto al extraordinario velocista, fue galardonada la estadounidense Allyson Felix, que recibía por primera vez el cheque de 100.000 dólares. Tres veces campeona mundial de 200 metros llanos, conquistó, al fin el título olímpico y, formando parte del equipo estadounidense, se colgó además, las medallas de oro en los dos relevos (en 4x100, con récord mundial: 40.82 segundos).

Era la primera atleta en 24 años que ganaba tres oros en unos mismos Juegos. “Ha sido muchas veces dama de honor. Ya le tocaba ser la novia”, comentaba, ingeniosa, su compañera Carmelita Jeter.

La final de 100 metros fue el momento cumbre del programa femenino en Londres. Seis atletas por debajo de los 11 segundos, las medallas a partir de 10.81 y el título -segundo consecutivo- para la jamaicana Shelly-Ann Fraser, la velocista de bolsillo, con 10.75, tres centésimas más rápida que la estadounidense Carmelita Jeter, campeona mundial. Para muchos, la mejor carrera de la historia.

Además...

Los Juegos Londres 2012 proyectaron un cuarto récord mundial: la rusa Yelena Lashmanova destronó a su compatriota Olga Kaniskina, en los 20 kilómetros marcha, con un tiempo de 1 hora 25 minutos 02 segundos.

Para los aficionados británicos, el héroe de los Juegos fue Mo Farah, el nuevo rey del fondo mundial, que repitió en 5.000 y 10.000 el doblete olímpico logrado en beijing por el etíope Kenenisa Bekele.

En cuanto a las decepciones, volvió a estar en lo más alto la garrochista rusa Yelena Isinbáyeva: la coleccionista de récords mundiales -este año logró el número 28-, que aspiraba a convertirse en la primera mujer que ganaba tres oros olímpicos consecutivos, debió irse de Londres con un deslucido (para ella) bronce.

Como era dable esperar, Estados Unidos reforzó su hegemonía olímpica en pista y campo, con 29 medallas, incluidas nueve de oro, en comparación con las 23 y siete títulos que obtuvo en Beijing 2008.

Por su parte, Rusia repitió segundo puesto, pero hubo cambio en la tercera plaza. Kenia, que en El Nido chino había obtenido seis medallas de oro y catorce en total, cayó en Londres hasta el sexto lugar con sólo dos títulos y once metales.

La última derrota keniata fue también la más dolorosa. En la prueba que cerraba el atletismo, el maratón, un ugandés de nombre keniano, Stephen Kiprotich, birló el triunfo a Abel Kirui y Wilson Kiprotich, los dos favoritos, que anhelaban un triunfo para honrar la memoria de su compatriota Sammy Wanjiru, campeón olímpico en Beijing, que murió el año pasado con 24 años, en extrañas circunstancias, al precipitarse desde una ventana de su casa.

Por último, vale consignar que Londres 2012 arrojó un resultado sorprendente. Una especialidad tan europea como la jabalina proclamó campeón, con una marca de 84 metros 58 centímetros, a Keshorn Walcott, que venía de ganar el título mundial junior en Barcelona. Trinidad y Tobago, cuna de grandes velocistas, puede presumir a partir de ahora de tener a un campeón olímpico en lanzamientos.

Usain Bolt fue el mejor atleta del año, ratificando una superioridad que parece no avizorar límites. La cita olímpica londinense proyectó varias sorpresas en pista y campo.

Reina mágico y extrovertido

Bolt en plenitud. El extraordinario sprinter jamaiquino, durante una de las instancias del hectómetro en Londres 2012.

Foto: EFE